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JUAN CARLOS BARRENA
Berlín
Lunes, 27 de septiembre 2021, 07:34
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El centro ha ganado las elecciones legislativas en Alemania. Mientras en otros países europeos y mundiales los extremos del espectro político y el populismo rabioso continúan determinando en muchos casos la política nacional, en este país el electorado ha dejado claro que desea ser gobernado por ejecutivo moderado al término de la era de Angela Merkel. Sin olvidar que los conservadores han sufrido un varapalo histórico, que no supone necesariamente la pérdida del poder, los grandes derrotados de la jornada electoral este domingo en Alemania son el partido de La Izquierda, la formación que aglutina desde 2007 a los excomunistas de la extinta RDA y un ala disidente socialdemócrata, y la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD).
Con un 4,9% de votos, casi la mitad de los obtenidos hace cuatro años, los primeros han estado al borde de perder su representación parlamentaria. Solo el hecho de conseguir 3 mandatos directos en otros tantos distritos del este de Berlín, les ha librado de su expulsión del Bundestag, donde contarán con 39 diputados.
El desastroso resultado ha acabado además con los sueños de La Izquierda de dar un giro radical a la política alemana y formar con los socialdemócratas y Los Verdes una coalición progresista, que los otros dos partidos no descartaban como posible en campaña. La suma de los tres no da para una mayoría parlamentaria.
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La propuesta de liquidar la OTAN y crear un nuevo sistema de seguridad europeo que incluya a Rusia, su cercanía a los regímenes autoritarios de Moscú y Pekín o su iniciativa para que el ejército germano no participe más en misiones de paz internacionales han espantado a los electores. El partido tiene que «refundarse», reconocía este lunes la copresidenta de La Izquierda, Susanne Hennig-Wellsow, tras reconocer la «grave derrota», las «dolorosas pérdidas de votos» y el hecho de que su acceso milagroso al parlamento «es la última oportunidad» para regenerarse y demostrar que son la opción política que «mejor defiende la justicia social».
Pero también la ultraderecha, racista y euroescéptica, de Alternativa para Alemania ha dejado atrás su zenit electoral. Aunque menos castigada por el electorado, AfD ha perdido frente a los comicios anteriores 2,3 puntos hasta un 3% de votos, pero también ha cedido el liderazgo de la oposición con el que contaba la recién finalizada legislatura como tercera fuerza nacional y se ha visto superada por verdes y liberales. Pierden 9 diputados y bajan a 83 escaños.
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juan carlos barrena
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En Alemania occidental son ya un partido anecdótico. En las elecciones legislativas regionales de este domingo en la ciudad-estado de Berlín, perdieron más de seis puntos y cayeron hasta el 8%. Les queda el consuelo de su fortaleza en las profundidades del este alemán, donde siguen dominando el voto protesta y se han convertido en primera fuerza en estados como Turingia y Sajonia, semilleros del neonazismo germano. Pero en toda Alemania saben que no pintan nada, desde el momento en que el aislamiento pactado por el resto de los partidos los convierte en una formación marginada y sin posibilidades de convertirse en socios de gobierno alguno.
En campaña han pasado casi desapercibidos. Su tema de batalla, la acogida de refugiados y la inmigración, hace años que no preocupa a la mayoría de los alemanes y en la cuestión que más interesa ahora a la ciudadanía, el peligro del cambio climático, mantienen posturas próximas a las del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. Y aunque pesa sobre ellos la espada de Damocles de la vigilancia sistemática por los servicios de inteligencia debido a su extremismo político, es de esperar que el partido se radicalice aún más. Su presidente, Jörg Meuthen, subrayaba al comentar los resultados que «no hemos tenido una gran victoria, pero tampoco hemos sufrido una gran derrota», aunque «si queremos progresar debemos tener en el oeste el mismo éxito que en el este». Destacó que AfD no debe convertirse en la «Lega Ost», la Liga Este en referencia a sus colegas italianos.
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