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Iñigo Gurruchaga
Londres
Sábado, 10 de abril 2021, 17:55
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El 'brexit' perturba relaciones y sentimientos entre gobiernos y ciudadanos de la Unión Europea y de Reino Unido, pero no se han perdido las elementales cortesías. Se ilustró con el anuncio por las dos agencias de supervisión de medicamentos, la comunitaria y la británica, cuando informaron el pasado miércoles de la posible conexión de la vacuna de AstraZeneca con raras trombosis cerebrales.
Las dos agencias programaron su anuncio a la misma hora, pero la británica decidió posponer el suyo hasta que culminase en Amsterdam la presentación a la prensa de la evaluación y el análisis de sus colegas europeos. Las conclusiones de los comités de análisis y de las direcciones de las agencias eran casi idénticas. La principal, que los beneficios de la vacuna son superiores a los riesgos.
Hasta el 4 de abril, países del Espacio Económico y Europeo y Reino Unido habían remitido a la agencia europea 169 casos de trombosis cerebrales y 53 en otros órganos. Se había vacunado con AstraZeneca en la suma de esos países a unos 34 millones de personas. La agencia británica se basó en datos recibidos hasta el 31 de marzo. Eran 79 casos(44 de trombosis venosa cerebral y 35 de otros tipos) de un total de 20.2 millones de vacunados.
Las palabras empleadas por las directoras de ambas agencias sobre la conexión entre la vacuna y las trombosis fueron ligeramente diferentes. Para la irlandesa Emer Cooke, el vínculo es «plausible». Para la británica, June Raine, «la evidencia de un nexo es ahora más fuerte». Hay también diferencias en las cifras. La proporción de casos contabilizados por la agencia europea daría 6.5 trombosis por millón. En el caso británico es de 3.9 por millón. Según 'Der Spiegel', la agencia reguladora alemana había identificado el 29 de marzo 31 casos en 2.7 millones de inoculaciones.
Si se comparan cifras equivalentes hasta las fechas en las que se cerró la cuenta para iniciar los análisis, las de agencia europea dan 0.72 fallecimientos por cada millón de personas y en el caso británico, 0.94. Si se inyectase a toda la población española la vacuna, el cálculo más pesimista de casos de trombosis, el de la agencia europea, sería de unas trescientos y, aplicando también el más pesimista coeficiente sobre defunciones, el británico, fallecerían 46 o 47 personas, en una población total española inyectada con la vacuna de Oxford.
Las diferentes cifras de agencias nacionales crean confusión y la abstracción de los números no sirve a las víctimas o a sus allegados. Pero el número de muertes evitadas por el programa de vacunación en Reino Unido ya se cuenta en miles. Quizás eso explique la diferente reacción a los anuncios de los reguladores. El Gobierno británico se limitó a desaconsejar la vacuna para menores de 30 años, porque el número de fallecimientos por covid en esa franja de edad es tan bajo que no justifica el riesgo de vacunación.
Mientras Dinamarca y Noruega han renunciado a utilizar la vacunar y otros países europeos han limitado su uso a diferentes franjas de edad, las autoridades británicas acudieron inmediatamente a los medios para tranquilizar a la población. El riesgo de trombosis con la vacuna es menor que el de sufrir trombosis venosa profunda en los vuelos de larga duración, según el ministro de Sanidad, Matthew Hancock.
Un sondeo encargado por 'The Times', con una muestra de más de tres mil británicos, detectó un 75% que considera que la vacuna de Oxford es segura, a pesar de su asociación con los coágulos. En Francia es el 23% y en Alemania, el 32%. Sudáfrica ha renunciado a su uso porque no ofrecería protección a la variante local. La Organización de Unidad Africana ha anunciado que no comprará vacunas a AstraZeneca para «no duplicar» las que le entrega Covax, que las adquiere para distribuirlas en países más pobres.
La confusión internacional amarga una bella historia de investigación científica. La vacuna conocida con diferentes nombres- Oxford, AstraZeneca, AZD1222, Vaxcevria o Covishield- fue creada por Sarah Gilbert, que desarrolló en colaboración con el director del Jennner Institute de la Universidad de Oxford, Andrew Hill, la técnica de modificación genética de adenovirus en la que se basa su capacidad de provocar una reacción del sistema inmune ante la infección del covid.
El Gobierno británico favoreció la alianza del instituto con AstraZeneca, una de las mayores empresas del país. Producto de una fusión al final del siglo XX entre dos farmacéuticas, una sueca, Astra, y una británica, Zeneca, estaba sufriendo una decadencia rápida diez años después por la expiración de sus patentes. Se encomendó a un directivo francés, Pascal Soriot, que, mediante la inversión en investigación y adquisiciones, ha reavivado al moribundo.
Con reputación de osado, se comprometió a producir cientos de millones de dosis con la técnica de Oxford, a precio de coste hasta que dure la pandemia, cuando su empresa no tenía ninguna experiencia en vacunas. Errores y ocultaciones en los datos publicados de sus ensayos clínicos crearon inicialmente reservas, particularmente en Estados Unidos, sobre su eficacia entre mayores de 65 años. La producción de dosis ha sufrido constantes contratiempos, que han enojado a sus clientes, especialmente a la Unión Europa.
Vacitech, la empresa formada, entre otros, por Gilbert y Hill para explotar económicamente la técnica que han inventado saldrá pronto a la bolsa de Nueva York. Aspiran, por ejemplo, a ultimar una vacuna contra la malaria, que causa anualmente un nivel de mortalidad infantil que convierte en menor la tragedia de la covid.
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