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Mikel Ayestaran
Corresponsal. Estambul
Miércoles, 4 de septiembre 2024
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La mayor operación de Israel en Cisjordania desde la segunda intifada entra en su segunda semana y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, aseguró este miércoles que hasta ahora el ejército se ha limitado a «cortar el césped», pero que eventualmente necesitará «arrancar las raíces». A la sombra de la guerra en Gaza, aumenta su presión en los territorios ocupados, sin perder de vista la frontera norte, donde Hezbolá lanzó más de setenta cohetes, el mayor ataque de los últimos días, aunque apenas causó daños.
«El aumento del terrorismo en Judea y Samaria (nombre bíblico de Cisjordania) es una cuestión en la que debemos centrarnos en todo momento. Estamos inmersos en un ataque para prevenir el terrorismo», declaró Gallant sobre una operación que deja ya 33 muertos, 130 heridos y decenas de detenidos.
El ejército se ha desplegado de manera importante en las ciudades y campos de refugiados del norte de los territorios ocupados como Yenín y Tulkarem y planea quedarse «el tiempo que sea necesario» hasta acabar con la amenaza de los distintos grupos armados de la zona, insisten sus mandos. Se trata de grupos afines a Hamás y Yihad Islámica que cuentan con pocos y mal equipados milicianos.
Israel aplica el castigo colectivo a toda la población e imita, a menor escala, el modelo de Gaza. Algunos residentes han sido expulsados por la fuerza de sus hogares, se han bloqueado hospitales, las calles están arrasadas y otras infraestructuras necesarias como el agua y la electricidad están siendo destruidas. El 80% de los habitantes de Yenín, ciudad de unas 50.000 personas, se han quedado sin agua, denuncian las autoridades locales.
La anexión de Judea y Samaria es el gran sueño del ultranacionalismo sionista, que se ha convertido en un actor clave en el gobierno más radical de la historia de Israel. Desde su ascenso al poder se han multiplicado las operaciones militares y, tras los ataques del 7 de octubre, los colonos se toman la justicia por su mano con total impunidad, como denuncian organizaciones de derechos humanos israelíes como Peace Now. En los últimos once meses han muerto más de 600 palestinos, entre ellos 150 menores, a manos de soldados y colonos, y hay más de 10.000 detenidos.
La ministra israelí de Protección Ambiental, Idit Silman, colocó las ciudades palestinas de Yenín y Nablus en la misma categoría que la frontera entre Gaza y Egipto, y declaró que «en el Corredor de Filadelfia, en Yenín y Nablus, debemos atacar para heredar la tierra. 'Herencia' es el término que debe usarse, no el término «ocupación» de la tierra». La responsable de Asentamientos, Orit Strook, fue un paso más allá y pidió al gabinete de seguridad que «declare el estado de guerra» en Cisjordania.
El deseo de estos ministros radicales es extender la guerra a todos los territorios palestinos y debilitar al extremo a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para alejar para siempre la posibilidad de crear un Estado palestino. Itamar Ben Gvir, responsable de Seguridad Nacional, aseguró que trabaja «para detener las negociaciones con Hamás» y evitar un posible alto el fuego.
Benjamín Netanyahu acepta estos postulados y en su última aparición en televisión no dudó en mostrar un mapa donde no existía Cisjordania e Israel ocupaba la superficie completa entre el río Jordán y el Mediterráneo.
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