Evacuar Teherán: la misión imposible a la que puede abocar una sequía histórica
El presidente iraní advierte de que la situación es crítica en la capital, donde solo hay agua para abastecer a sus 17 millones de habitantes durante diez días
Teherán, con un área metropolitana habitada por 17 millones de personas, solo tiene agua embalsada para abastecerlas durante diez días más. La sequía, que no ... tiene precedentes en el último siglo, ha provocado que la presa de Amir Kabir, una de las cinco que suministran agua a la capital iraní, se encuentre al 5% de su capacidad. Y la situación en el resto no es mucho mejor. El consorcio de aguas dio la voz de alarma ya el pasado 20 de julio, alertando de que las reservas nunca habían estado tan bajas, y desde entonces ha llovido un 40% menos de lo que es habitual. Por si fuese poco, las predicciones meteorológicas no son halagüeñas. Así que el régimen de los ayatolás ha puesto sobre la mesa una medida drástica: la evacuación de la ciudad.
Lo avanzó el viernes el presidente Masoud Pezeshkian. «Si no llueve, tendremos que empezar a restringir el suministro de agua el mes que viene. Y si la sequía continúa, nos quedaremos sin agua y nos veremos forzados a evacuar Teherán», afirmó, describiendo la situación de «alarmante». Incluso con un discurso tan dramático, su horizonte temporal se antoja optimista. Porque, según medios locales, la capital ya ha comenzado a imponer restricciones. Eso sí, lo ha hecho de forma discreta, cortando el suministro en diferentes barrios populares entre la medianoche y las cinco de la mañana de ayer. «A pesar de los desmentidos de las autoridades, parece que el plan ya ha comenzado», anunciaba la agencia de noticias Mizan, que critica la falta de advertencia previa a los vecinos.
Un problema social
Aunque la coyuntura actual es, evidentemente, producto de la sequía, también se ve agravada por años de sobreexplotación de acuíferos subterráneos, un mal habitual en países en vías de desarrollo en los que las infraestructuras públicas son deficientes o los precios del agua resultan excesivamente elevados. Irán, un país lastrado por las sanciones económicas impuestas por Occidente, no pasa por su mejor momento económico, algo que reconoció el propio Pezeshkian. «Los altos precios y la inflación son culpa tanto del Parlamento como del gobierno. Se están realizando esfuerzos, pero los limitados recursos financieros hacen que los proyectos queden inconclusos», subrayó en un discurso en el que advirtió de los vasos comunicantes entre los problemas económicos, sociales y medioambientales.
En cualquier caso, la evacuación de una megalópolis como Teherán no resultaría nada sencilla. Sobre todo porque la situación en otras zonas del país persa no es mucho mejor. Mohammad Reza Kavianpour, director del Instituto para Investigaciones Acuáticas, afirma que diferentes provincias de los alrededores han experimentado una reducción en la precipitación entre el 50% y el 80%, y veinte de ellas no han registrado lluvia en las últimas seis semanas o más. «Tenemos que prepararnos para una situación crítica, porque la escasez de agua en la capital debe ser tomada muy en serio», avanza, señalando que se puede convertir en una gran amenaza para la salud de los habitantes e incluso para la frágil cohesión social. No en vano, podría ser la chispa que haga saltar por los aires la olla a presión en la que se ha convertido Irán.
Las autoridades aún confían en que una reducción del 20% en el consumo de agua de Teherán -ya se ha reducido en un 10%- sirva para dar una prórroga de uno o dos meses al suministro, suficiente para que arranquen las nevadas invernales. Pero los meteorólogos reconocen que no están garantizadas. Es, sin duda, una situación que eleva la tensión entre la población, que se pregunta dónde pretende el gobierno ubicarla en caso de que la evacuación sea la única solución. De momento, nadie ha respondido a esa incógnita.
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