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La de este sábado era una tarde normal en el centro comercial Westfield Bondi Junction de Sídney, con centenares de clientes en sus tiendas y restaurantes y también por sus pasillos. Pero un hombre de 40 años, armado con un cuchillo de grandes dimensiones y con problemas de salud mental, decidió convertir la normalidad en una pesadilla. Sin mediar palabra, y con una actitud que algunos testigos calificaron de «dispersa y caótica», comenzó a apuñalar a quienes se cruzaban en su camino hasta que una policía lo abatió de dos disparos. En su sangriento paseo dejó seis víctimas mortales y al menos ocho heridos de diferente consideración, incluido un bebé de nueve meses cuya madre falleció en el ataque, que tuvieron que ser evacuados a hospitales. El primer ministro australiano, Anthony Albanese, se mostró conmocionado por el incidente, que definió como «extremadamente desgarrador». La investigación inicial descartó que se tratara de un acto terrorista.
— Anthony Albanese (@AlboMP) April 13, 2024
El suceso quedó registrado en las cámaras del centro comercial, situado a unos seis kilómetros del centro financiero de Sídney. La grabación muestra al atacante sobre las 15.10 hora local (7.10 en la Península) cuando aparece por primera vez en el complejo y vuelve a salir. Unos diez minutos después regresa, ya con un cuchillo de gran tamaño en la mano. El resto de la cinta parece una película de terror. El hombre sube planta por planta y clava «aleatoriamente» el arma a las personas que se encuentra a su paso, mientras el resto corre para evitar convertirse también en su víctima. Algunos se dirigen a las salidas de incendios y otros tratan de abandonar el edificio, pero la mayoría busca refugio en las tiendas, como una farmacia donde repartieron muletas y bastones por miedo a que entrara el agresor y tuvieran que defenderse. «Nunca había visto gente tan asustada», reconoció Leanne Devine, dueña de una peluquería en las galerías, al diario 'The Sydney Morning Herald'.
Los testigos coinciden en que el hombre, identificado como Joel Cauchi, elegía a sus víctimas al azar. Vestido con una camiseta de la NRL (la Liga australiana de rugby) y un pantalón corto, caminaba «tranquilo». «Todo el mundo lloraba, para ser honesto, da mucho miedo», relató Bill, empleado del centro comercial. «Tan pronto como miré pude verlo todo justo frente a mí. Se podía ver el rastro de sangre. Miré a la tienda de Chanel y había un cadáver en el suelo. Había otra señora con las piernas en alto, así que todavía estaba viva», describió. Fue en la planta donde él estaba, la quinta, donde una policía evitó una matanza mayor al abrir fuego contra el sospechoso, que murió en el momento.
El primer ministro agradeció la intervención tanto de la agente como de los ciudadanos. La escena de este crimen «también fue testigo de la humanidad y el heroísmo de nuestros compatriotas australianos, nuestra valiente policía, nuestros socorristas y, por supuesto, la gente común y corriente que nunca hubiera imaginado que enfrentaría un momento así», dijo. En mitad del caos que se vivió en el centro comercial, que el domingo permanecerá cerrado, hubo quien trató de golpear al asesino con un bolardo en un intento desesperado de pararle y más de una persona no dudó en auxiliar a las múltiples víctimas, incluso con la ropa de las propias tiendas para frenar sus hemorragias. «Es una gran sorpresa que esto suceda en un país como el nuestro, donde la gente debería poder ir de compras un sábado por la tarde sin pensar en el riesgo que implica», lamentó Albanese.
Entre las autoridades y también los testigos de los apuñalamientos coincidían en la «sorpresa» por un incidente de este tipo en Australia. El Estado con capital en Sídney, Nueva Gales del Sur, no asistía a una masacre de estas dimensiones desde 2011, cuando un enfermero provocó un incendio en la residencia de mayores Quakers Hill mientras dormían. Entonces once personas perdieron la vida y más de una treintena tuvo que ser hospitalizada. En 2018, un individuo con un cuchillo mató a un viandante e hirió a otros dos en una calle de Melbourne aunque en aquel caso Estado Islámico reivindicó su autoría.
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