¿Por qué los ciudadanos de la isla de Tuvalu quieren emigrar a Australia?
Más del 80% de sus habitantes se han registrado para irse de su país
Una de las consecuencias del cambio climático, además del incremento de la temperatura del planeta, es el aumento del nivel del mar. Para muchos países, ... eso puede suponer únicamente unos metros menos de playa, pero para Tuvalu, un pequeño país del Océano Pacífico cuyo punto más elevado se encuentra a solo 4,6 metros sobre el nivel del mar, puede representar la desaparición. Según diferentes analistas, el inexorable avance del agua, que ya ha cubierto dos de los nueve arrecifes, podría dejar prácticamente todo el territorio sumergido entre 2050 y 2070. Además, en todos los escenarios climáticos el país sufrirá más de 100 días de inundaciones al año para finales de este siglo.
El gobierno del país insular, consciente de la amenaza, se ha planteado levantar diques o llevar a cabo costosas operaciones de reclamación de tierras. Pero ninguna de estas alternativas es viable económicamente, ya que Tuvalu cuenta únicamente con unos 11.000 habitantes.
Afortunadamente, esa pequeña cifra puede acabar jugando a su favor, ya que el año pasado la vecina Australia anunció su intención de poner en marcha el primer programa de visados para refugiados climáticos tuvaluanos. Lo que no podía prever Camberra es que ya se han apuntado 8.750 personas, equivalente al 82% de la población.
De momento, este año Australia ha concedido los primeros 280 permisos de residencia, y se compromete a ofrecer, a través de sorteo, la misma cifra cada año. De esta manera, se puede preparar la integración de la población tuvaluana. A este ritmo, todos los que han solicitado la reubicación lograrán su objetivo en poco más de 30 años, antes de que, a finales de siglo, el país sea completamente inhabitable.
El país insular está haciendo también un gemelo digital para que perdure en el metaverso
En cualquier caso, los dirigentes tuvaluanos se resisten a que las islas desaparezcan para siempre, así que en 2022 ya anunciaron su intención de crear un gemelo digital. O sea, una copia en el metaverso. «Nuestra tierra, nuestro océano, nuestra cultura son los bienes más preciados de nuestra gente, y para mantenerlos a salvo de cualquier daño, sin importar lo que suceda en el mundo físico, los trasladaremos a la nube», anunció el ministro de Justicia, Simon Cofe. En ese proyecto de Nación Digital no solo tienen cabida los elementos naturales del país, también las posesiones más queridas de sus ciudadanos, ya que están siendo digitalizadas para que siempre puedan recordarse.
«Está en juego mucho más que nuestros hogares. Es nuestra dignidad, nuestra cultura, nuestro patrimonio. No es algo que podamos llevar en una maleta. Hemos contribuido en la mínima medida a la crisis, pero estamos pagando el precio más alto», dijo ante la Asamblea General de Naciones Unidas la activista tuvaluana Grace Malie, quien prometió continuar luchando contra el mar para evitar lo que parece inevitable.
El caso pone de relieve la necesidad de adaptar la legislación internacional para reconocer a los refugiados climáticos que huirán de multitud de países. Porque no se sabe qué ocurre cuando un país deja de existir, o adónde van sus habitantes si se han convertido en apátridas porque no tienen una ciudadanía que los proteja.
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