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Lara Villalón e Ilya U. Topper (Efe) / Ipsala (Turquía)
Martes, 3 de marzo 2020, 07:20
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El más reciente movimiento migratorio empezó el viernes en el paso fronterizo de Pazarkule, en la propia Edirne, donde aún acampan miles de sirios, iraquíes, afganos y paquistaníes ante la valla fronteriza, pese a las reiteradas cargas de la policía griega, que interviene con gas lacrimógeno.
Pero otros miles se han dispersado por numerosos municipios fronterizos del sur con la esperanza, siempre frustrada, de encontrar una zona menos vigilada por donde pasar a Grecia sin ser detectados.
La propia policía turca alimenta estas ilusiones, a tenor de decenas de testimonios recogidos por Efe, y coches policiales muchas veces acompañan los autobuses de empresas privadas aparentemente alquilados al efecto.
Incluso quienes ya se han hartado de pasar días y noches a la intemperie, sin apenas comida y con bajas temperaturas de invierno, se ven conminados a hacer nuevos intentos en algún punto del río Evros en lugar de volver a las ciudades turcas donde se han construido una modesta existencia en los últimos años.
"No nos dejan regresar. Vienen con guaguas privadas y nos llevan desde este paso a otro. Y desde allí a otro. Y luego nos traen de vuelta. Juegan con nosotros, nada más", asegura a Efe Nasser Abu Sami, un refugiado sirio que lleva dos días con su familia en Edirne.
"Controlan los coches que van de Edirne a Estambul y si alguien lleva a refugiados lo multan", asegura Mohamed, otro sirio que describe la situación como "una trampa" y "un juego político".
Casi cien kilómetros más al sur, el pueblo de Yenikarpuzlu bulle de centenares de refugiados y migrantes, muchos de ellos afganos, otros sirios e iraquíes.
Una joven iraquí que acaba de llegar al pueblo junto a su familia señala a Efe que se ha pasado la jornada intentando cruzar a Grecia por las marismas, pero que "es imposible porque los soldados griegos no nos dejan".
Un grupo de afganos poco más que adolescentes también acaban de regresar de la linde y han tenido una experiencia peor.
"Nos han robado todo, nos han apaleado, me han quitado el móvil, lo han pisoteado", asegura uno, mientras que otro señala sus pies apenas cubiertos por calcetines: "Me han quitado hasta los zapatos".
Pero por las redes sociales en árabe continúa circulando el bulo que inició el movimiento migratorio el viernes de madrugada y que prometía una "frontera abierta", interpretando así el aviso del Gobierno turco de que ya no haría nada por retener a los refugiados.
Continúan llegando autobuses desde Estambul y en las redes sociales incluso se organizan convoyes desde ciudades tan lejanas como Kayseri, en Anatolia central.
"Llevo dos años en Estambul. Pero creo que en Europa se puede vivir mejor. He oído que han abierto la frontera y quiero probar suerte", dice a Efe un refugiado sirio que ha llegado con su esposa y una hija pequeña hoy mismo a Yenikarpuzlu.
A pocos cientos de metros, entre los diques de las marismas, regresan afganos, sirios y africanos caminando cabizbajos y arrastrando pesadas maletas o envolviéndose en mantas que les ha llevado algún vecino.
La jornada del lunes ha visto también el primer muerto de estos días en el intento de cruzar la frontera griega, aunque no se ha podido confirmar la autenticidad del vídeo que muestra a un joven con la cara ensangrentada.
Pero una patrulla de la policía confirma que se ha registrado un caso y una empleada del hospital público de Enez asegura a Efe haber visto el ingreso del cadáver en la morgue, si bien la dirección del hospital declina hacer declaraciones al respecto.
Grecia ha suspendido por un mes el derecho de los refugiados a solicitar asilo, incumpliendo la legislación internacional y ha anunciado maniobras militares con fuego real alrededor de la isla de Lesbos para dificultar la llegada de migrantes.
"El tratamiento que Grecia depara a los refugiados en sus fronteras y en el Egeo, así como su negativa a cumplir con la protección temporal para sirios es una declaración de guerra a los propios valores de Europa", tuiteó este lunes el director de comunicación de la Presidencia turca, Fahrettin Altun.
Se espera que el primer ministro griego, el conservador Kyriakos Mitsotakis, visite mañana, martes, la zona fronteriza acompañado por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, por su parte, ha dejado caer hoy que la oleada migratoria está lejos de acabar.
"Desde que abrimos nuestras fronteras hay cientos de miles que se dirigen a Europa. Dentro de poco, su número se contará por millones", advirtió el mandatario.
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