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Salvador Arroyo
Jueves, 18 de junio 2020, 22:35
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Pero con las certezas de que la trascendental (una o más de una) no llegará hasta julio; de que hay mucha reticencia que sortear; y que al menos tres grupos de países confrontan dudas e intereses en un momento clave para el proyecto común.
Lo primero, el plan. Una potencia de fuego de 750.000 millones de euros (medio billón en subsidios y 250.000 en préstamos) colgado del presupuesto comunitario 2021-2027, que ascendería a 1,1 billones. Este último sería la garantía para una emisión de deuda histórica en los mercados a treinta años. España, por cierto, sería el segundo mayor beneficiado con 140.446 millones (77.000 en subvenciones no reembolsables y más de 66.000 en créditos).
A partir de aquí casi todo está abierto. Todo, en realidad. La dimensión final del fondo y del propio presupuesto plurianual, las proporciones ayudas-préstamos, los criterios técnicos que se proponen para distribuir el dinero, las condiciones que deberían cumplirse para acceder a él, incluso las pretensiones de activar nuevos impuestos (a las emisiones de carbono, la tasa digital, etcétera).
Así lo ha reconocido el propio presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en la carta de invitación a los líderes. ¿Lo positivo? Los líderes tienen claro que hay que priorizar a «los sectores y zonas geográficas» más castigados por el patógeno, asumen la emisión de deuda de la Comisión, y que todo el paquete debe ser «una oportunidad» para la transformación verde y digital de las economías europeas.
Norte, Sur y Este
Y llegamos a los ‘grupos’. El norte (léase Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca) rechaza la entrega de subsidios. Solo préstamos. Ellos, los autodenominados ‘frugales’ no quieren elevar el presupuesto plurianual y exigen reformas estructurales para que la ayuda europea fluya. «¿Cómo podría ser repentinamente responsable gastar 500.000 millones de dinero prestado y enviar la factura al futuro?», lanzaban esta semana Stefan Lofven (Suecia), Mark Rutte (Países Bajos), Sebastian Kurz (Austria) y Mette Frederiksen (Dinamarca) en un artículo firmado conjuntamente en el Financial Times.
Desde el Este, Hungría, Polonia, Chequia y Eslovaquia cuestionan las variables para el reparto. Ellos quieren mayores percepciones tanto del fondo de recuperación como del propio presupuesto. El checo Andrej Babis criticó recientemente «que se beneficie a quienes no han sido responsables con su deuda, disciplina presupuestaria o desempleo».
«La propuesta de la Comisión cuenta con amplio apoyo, pero hay que convencer a los más recalcitrantes», explicaban fuentes diplomáticas. El acuerdo ha de ser unánime y tendrá que validarlo la Eurocámara, donde también han surgido fricciones entre conservadores y socialistas, y los parlamentos nacionales. Francia, Italia y España lideran el grupo del ‘sí’. Tienen el apoyo de Berlín en lo esencial: las subvenciones. Alemania asumirá el día 1 la presidencia rotatoria de la UE. Y Angela Merkel quiere cerrar el acuerdo antes del parón estival. Arrancar este jueves ese compromiso será ya un gran paso.
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