La hora del depredador
Uno de los escritores que mejor explica el éxito de los llamados 'hombres fuertes' en muchos países del mundo es Giuliano D'Empoli. El autor ... italiano-suizo disecciona con maestría el liderazgo personalista en auge, que hace más perfectas a las dictaduras y debilita a las democracias empujándolas hacia el autoritarismo. En su primera novela, 'El mago del Kremlin', ofreció un análisis apasionante de los entresijos del poder en la corte del zar Vladímir Putin. En su nuevo libro, 'La hora del depredador', comparte intuiciones agudas sobre la convergencia de estilos entre algunos líderes de la revolución tecnológica y los caudillos populistas.
Los dos tipos de macho alfa coinciden en que no es posible la reforma y optan por la disrupción y la ruptura del orden establecido. En Estados Unidos, el proyecto de la nueva nomenclatura estadounidense consiste en saltar por encima de consensos, pactos, normas y límites, con el argumento de que las élites locales y globales son corruptas. Es urgente derribar las instituciones.
Los tecnólogos cercanos a Donald Trump admiran la meritocracia en China y la excelente preparación de los altos dirigentes del Partido Comunista. También envidian la capacidad del régimen de Xi Jinping de pensar a largo plazo. Pero el trumpismo carece de paciencia estratégica y desprecia la racionalidad y el conocimiento, muy valorados en Pekín. D' Empoli ofrece una clave muy interesante para entender lo que pasa en Washington: «El apogeo del poder coincide no tanto con la acción sino con la acción temeraria, el único tipo de acción que deja en 'shock' a la gente… El caos ya no es el arma de los rebeldes, sino el lema de los que ejercen el poder».
Tratos en lugar de diplomacia
Esto devalúa la diplomacia, sustituida por 'tratos' y el afán de victorias rápidas, que no solucionan los problemas de fondo. También lleva a la peligrosa desregulación de las finanzas o a la inversión gigante sin barrera alguna en el desarrollo de la Inteligencia Artificial. El presidente de Estados Unidos está decidido a enriquecer a los suyos en los años que le quedan: familiares, amigos y donantes. Los conflictos de interés y los límites éticos no existen. Su familia y acólitos aprovechan los viajes internacionales y las negociaciones con terceros países de Trump, en busca del premio Nobel de la Paz, para hacer negocios con trato favorable.
Esta incipiente cleptocracia se disimula a través del culto a la capacidad ejecutiva desmesurada y el choque permanente con los enemigos. Las redes sociales, diseñadas para una comunicación simple y emocional, contagian a los medios tradicionales y generan el ecosistema comunicativo en el que triunfan los líderes depredadores.
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