La ultraderecha se jacta de los «vientos de cambio» en Europa

Mientras entre los holandeses aún se digiere que un político islamófobo y euroescéptico se puede convertir en su nuevo mandatario -una circunstancia bastante improbable, pero no imposible-, la extrema derecha del Viejo Continente vitoreó a Wilders. El ascenso de las tesis radicales del PVV después de trece años de mandato del liberal Mark Rutte ha avivado la euforia de un movimiento ideológico que ha visto también multiplicarse las manifestaciones de marcada tendencia derechista y xenófobas en gran parte de las calles de Europa.

«Debido a que hay personas que se niegan a ver apagada la antorcha nacional, la esperanza de cambio sigue viva», escribió la líder de la oposición gala Marine Le Pen en X. El ministro de Infraestructura y Transporte italiano, Matteo Salvini, también compartió una fotografía junto al candidato del PVV, un «aliado histórico de la Liga», y lo felicitó por «esta extraordinaria conquista electoral». «Cada vez más europeos exigen en la calle y en las urnas que se defiendan sus países, sus fronteras y sus derechos», sentenció el presidente de Vox, Santiago Abascal, en España.

La UE, en cambio, se mostró bastante más cauta frente al éxito del populista holandés, al que muchos comparan en sus formas y su fondo con Donald Trump. El portavoz de la Comisión, Eric Mamer, dijo que Países Bajos es «miembro fundador de la Unión Europea y seguimos contando con su plena participación» en el bloque. Paradójicamente, cuando el oficialista Donald Tusk proclamó su reciente victoria en Polonia o el ultra Javier Milei se impuso en Argentina, el club comunitario felicitó a los ganadores de las elecciones, pero en esta ocasión ha optado por un mensaje comedido y de extrema corrección neutral

No obstante, cabe tener en cuenta que el triunfo de Wilders está lejos de convertirlo en el mandatario de Países Bajos. Lo ajustado de los resultados y la diversidad de partidos existente obliga a que el Ejecutivo sea fruto de una coalición, y en este terreno el PVV está sometido a un cordón preventivo por el resto de las fuerzas políticas. No obstante, su líder dio este jueves ya muestras de moderar su discurso, quizás en un intento de convencer a futuros aliados.

En junio, la UE se enfrentará a grandes cambios. Deberá pronunciarse, si la agenda se mantiene inalterable, sobre la adhesión de Ucrania, la reforma migratoria y la revisión de sus presupuestos. Tres pilares de los que el líder del PVV ya se ha desmarcado. Según ha dicho en su campaña, él prefiere abandonar a los Veintisiete, rehúsa la llegada de indocumentados a su país y planea poner fin a la ayuda militar a Kiev, lo que muchos colegas de la Unión entienden como una quiebra de la unidad comunitaria que, además, proporciona una victoria moral a Rusia.

En ese sentido, Le Pen subrayó este jueves que las elecciones de Holanda «demuestran que cada vez más miembros del club comunitario cuestionan su funcionamiento». La ultraderecha francesa, al igual que la neerlandesa, rechaza la inmigración. «Los Estados desean controlar la entrada de los 'sinpapeles' que muchos consideran masiva y anárquica», juzgó.

«Partidos como el nuestro están surgiendo por toda Europa. En todas partes vemos soplar el mismo viento de derecha», señaló, por su parte, Tom Van Grieken, líder del partido flamenco de extrema derecha Vlaams Belang en Bélgica. El político festejaba ayer la «gran fiesta» que «deberían» estar viviendo en su vecino septentrional.