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Mette Frederiksen besa a su marido tras depositar el voto en su colegio electoral. reuters
La socialdemocracia danesa defiende su liderazgo

La socialdemocracia danesa defiende su liderazgo

Con el 99,80% escrutado, la primera ministra se revalida en el cargo al cosechar su bloque de centroizquierda el 49% de los votos, pero necesitará el apoyo de los centristas para gobernar

joana serra

Berlín

Martes, 1 de noviembre 2022, 21:11

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La socialdemocracia danesa defendió su liderazgo en las elecciones parlamentarias celebradas en ese país nórdico, aunque su primera ministra, Mette Frederiksen, necesitará del apoyo centrista para seguir al frente del Ejecutivo. Escrutado el 99.80% de los votos, el oficialista bloque de centroizquierda sumaba un 49%, casi cinco puntos por encima de la oposición de centroderecha. El Partido Socialdemócrata de Frederiksen fue de nuevo el partido más votado -con un 28,7%-, catorce puntos por encima del directo perseguidor, el Partido Liberal, en segunda posición.

Con estos porcentajes, Frederiksen y sus aliados obtendrían 85 escaños, cinco por debajo de los 90 que precisan para tener la mayoría parlamentaria. El bloque rival de centroderecha estaría en los 74 puestos. En el contexto actual danés, con una gran fragmentación y 14 partidos en liza, serán determinantes los 16 diputados que tendrán Los Moderados, un nuevo partido liderado por el exprimer ministro liberal Lars Lookke Rasmussen. Quedan por computar los resultados de Groenlandia, territorio del reino de Dinamarca cuyos colegios, junto con las islas Feroe, suman 4 diputados.

Se cumplieron así los pronósticos de la que se vislumbraba como una elección de final incierto. La victoria en términos porcentuales de Frederiksen se daba por segura, si por victoria se entiende defender la primera posición para los socialdemócratas. Pero en sistemas parlamentarios como los nórdicos, quedar primero no significa necesariamente ganar. Rasmussen, quien fue primer ministro entre 2009 y 2011 y repitió luego entre 2015 y 2019, había despegado en la recta final de la campaña al frente de su nuevo partido. Es un político carismático y hasta cercano, a ojos de los daneses, y con una reconocida tenacidad a la hora de tejer -y lograr- alianzas convenientes para su formación.

Ya en la fase final de campaña, Frederiksen empezó a tantear complicidades con Rasmussen, consciente de su creciente gancho entre el electorado. De consolidarse la correlación de fuerzas apuntada por los primeros sondeos, el exprimer ministro liberal está predestinado a convertirse en figura clave o hasta árbitro para la formación del futuro Gobierno. La reaparición del exmandatario ha trastocado el tablero danés en lo que concierne al centro.

También han cambiado las cosas en los extremos del tablero. El ultraderechista Partido Popular Danés (DF), una formación xenófoba que se catapultó como segunda fuerza más votada en las elecciones de 2015, perpetua la caída libre de los últimos tiempos al quedar en un 2,8 %, apenas tres décimas por encima del mínimo para obtener escaños. El voto a la derecha radical no ha desaparecido, sino que se ha desplazado o fragmentado: Demócratas de Dinamarca, asimismo de ese espectro, se situó sobre el 8%.

Fuertes presiones

Los comicios parlamentarios se celebraban por anticipado, tras años de fuertes presiones sobre la jefa del Gobierno. El detonante fue el sacrificio de 15 millones de visones dictado en 2019. Fue una decisión vinculada a una alerta sanitaria en plena pandemia del coronavirus y ante la eventualidad de que una mutación quitara efectividad a la futura vacuna.

Frederiksen, con reputación de líder fuerte o incluso autoritaria, no dudó en dictar esa orden, pese a no tener el respaldo legal preciso. La industria peletera de un país líder en ese sector puso el grito en el cielo. Entró en una fase de inestabilidad, atacada por la oposición y presionada dentro de su bloque. Finalmente, uno de aliados de gobierno la abandonó.

Dinamarca dejó atrás hace mucho las restricciones por el Covid -de las más leves de Europa-, pero el escándalo político siguió. Los algo más de cuatro millones de electores de este pequeño país fueron finalmente convocados a votar en unos comicios que se producen siete semanas después de los de sus vecinos suecos.

También en Suecia la socialdemocracia defendió la primera posición. Pero su primera ministra, Magdalena Andersson, tuvo que ceder el puesto al conservador Ulf Kristersson, que había quedado en el tercer puesto. Al segundo, el ultraderechista Jimmie Äkeson, se le ha adjudicado el papel de «aliado externo» de la nueva coalición de centro-derecha, al excluirlo como socio varios de sus miembros. La situación en Dinamarca es distint. A Frederiksen, socialdemócrata de línea dura y con posiciones respecto a la inmigración similares a las del bloque derechista, se la considera capaz de negociar o asociarse con cualquier fuerza centrista. Todo puede depender de Rasmussen.

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