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Volodímir Zelenski visitó este miércoles a las tropas estacionadas en la localidad recién reconquistada de Izium. Efe
La UE ve a Rusia «diezmada» tras el golpe en Járkov mientras EE UU contiene la euforia

La UE ve a Rusia «diezmada» tras el golpe en Járkov mientras EE UU contiene la euforia

Biden cree que a Kiev le queda «un largo» camino mientras el Pentágono aguarda los siguientes pasos de Moscú y la deriva de la crisis política de Putin

miguel pérez

Miércoles, 14 de septiembre 2022

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«La industria rusa está hecha trizas». Un país «diezmado». «Con coraje y solidaridad, Putin fracasará y Europa prevalecerá». «La Unión Europea ha recuperado su fuerza interior». «Las guerras se ganan con armas». La adrenalina es una hormona que acelera la frecuencia cardíaca. Y la victoria de las tropas ucranianas en Járkov este pasado fin de semana se ha convertido en una auténtica sobredosis hormonal en el corazón de la UE. Una inyección de euforia capaz de desatar declaraciones épicas, especialmente de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y del jefe de la diplomacia Josep Borrell, sobre un hipotético cambio de curso en la invasión que, sin embargo, contrasta con la prudencia de Estados Unidos.

«Este es el momento para que mostremos determinación, no apaciguamiento», enfatizó este miércoles Von der Leyen en el debate sobre el estado de la Unión en la Cámara de Estrasburgo, donde responsabilizó al presidente ruso, Vladímir Putin, de promover la «espiral de destrucción y muerte» que sacude Ucrania. La dirigente se dirigía sobre todo a quienes en el espacio comunitario empiezan a dudar sobre el alargamiento de la guerra y la consolidación de un escenario donde se habla más de exportaciones de armas que de vías diplomáticas.

Von der Leyen aseguró que Moscú no dudará en explotar las diferencias de criterio entre los europeos. Ni sus temores. Sobre todo, el recibo energético -una crisis económica que pesó en la fractura del Gobierno de Italia- y la advertencia de un invierno más parecido a una glaciación que la ultraderecha planea ya utilizar convocando por ejemplo marchas ciudadanas masivas contra el Ejecutivo alemán. «Es una lucha entre la autocracia y la democracia» y un desafío ante el que «los europeos no se escondieron ni dudaron», recordó la líder de la UE a los dubitativos. La sesión contó con la asistencia de la mujer del presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Olena Zelenska agradeció el apoyo comunitario ante las comisarias, todas ellas vestidas con los colores azul y amarillo de la bandera ucraniana. Olena prefirió un traje blanco. Su marido, mientras, se reunía en la localidad de Izuim con los soldados protagonistas de la retirada de los rusos en Járkov

Los estrategas estadounidenses mantienen un tono más moderado. Dejan a Zelenski la responsabilidad de evaluar si el conflicto ha llegado o no a un punto de inflexión, y esperan los próximos pasos del Ejército moscovita para saber si realmente está «reagrupándose». El portavoz del Pentágono, John Kirby, se ha limitado a constatar la existencia de una «sensación de impulso por parte de las fuerzas armadas de Ucrania». El presidente, Joe Biden, ha sido aún más escueto. A Ucrania aún le queda «un largo camino por recorrer», sentencia.

Mientras su Ejército huía a la desbandada el sábado, Vladímir Putin inauguraba en medio de un parque el programa de festejos con motivo de la conmemoración de la refundación de Moscú. Había una noria. Putin la describió como «la más grande de Europa» y la presentó como la atracción central. La noria se averió unas horas después y fue necesario devolver las entradas al público.

Su gabinete trata ahora de hacer algo similar para capear la crisis política y salvar al mandatario, receptor como nunca lo ha sido de las críticas de un número creciente de parlamentarios, senadores, concejales, editorialistas, exmilitares y propagandistas afines a su régimen por el nefasto curso de la guerra. El Kremlin quiere hacer ver que no es la estrategia bélica en sí la que falla, sino que se ha averiado la noria que la mueve; es decir, la cadena de mando militar, donde ya busca culpables para cesarlos, según presupone el Instituto Estadounidense de la Guerra.

Este tipo de maniobra le ha salido bien al Kremlin en dos ocasiones anteriores. Al inicio de la invasión, cuando la ocupación dio muestras de no resultar tan sencilla como se esperaba, el Gobierno ruso arrestó en sus casas a varios jefes de la Inteligencia moscovita por no haber evaluado correctamente las fuerzas del enemigo. En abril, el Ministerio de Defensa llevó a cabo una remodelación de la cúpula militar semanas después de retirarse de Kiev. La diferencia con el momento actual es que Putin y sus ministros disfrutaban entonces de la bonanza pública.

Cuestionamiento histórico

Hoy es distinto. Los rusos amanecieron este miércoles más inquietos ante la voces que reclaman al Kremlin decretar la movilización general de la población para reforzar con miles de soldados el campo de batalla.No solo proceden de líderes de opinión y referentes políticos ultranacionalistas, sino también de cargos de los dos partidos que sostienen la jefatura de Putin (Rusia Unida y el Partido Comunista). Por el contrario, son ya más de un centenar de ediles de 35 municipios los que piden la dimisión del jefe del Ejecutivo por los perjuicios que la guerra causa al país; la demostración de que la sociedad se vuelve cada vez más ambivalente entre quienes defienden endurecer la lucha y los que abogan por ponerle fin. «Las opiniones se están polarizando. Con el tiempo, las opiniones polarizadas se van radicalizando. Todo eso apunta a un conflicto creciente dentro de la sociedad rusa», señalaba ayer un experto en análisis social en 'The Washington Post'.

Otra maniobra puesta en marcha por el Kremlin para exonerar a su jefe culpa de la derrota en Járkov a los gobiernos occidentales por envíar armas, realizar labores de inteligencia y adiestrar a los militares locales. «Occidente instó a Ucrania a hacer algo. Necesitan resultados visibles de su ayuda militar y entrenamiento», opina el influyente periodista especializado en asunstos de índole político-militar, Boris Rzhin. «Si luchas en modo ejército de voluntarios y el enemigo está realizando una movilización total (de su población), es claro que tiene superioridad», añade Rzhin para pedir el alistamiento obligatorio.

Putin nunca ha sido cuestionado como ahora en dos décadas de mandato. Tampoco ha retrocedido en sus decisiones, así que, pase lo que pase, lo único seguro es que no decretará la rendición de Rusia. El problema es que no está solo. Su núcleo duro se ha animado a pronunciarse, pero queda por saber qué piensa el Ejército sobre las causas de una invasión estancada, el liderazgo de Putin como estratega y el propio futuro de la guerra. El Gobierno muestra una sensibilidad mayor ahora que hace unos meses en la búsqueda de mandos a los que cesar porque sabe que nunca hay que pisar a un escorpión.

Envíos de armas y dinero hasta el ingreso como socio de la OTAN

'Pacto de Seguridad de Kiev'. Así se llama el documento que ha abierto una nueva confrontación entre Ucrania y Rusia, en el que el Gobierno de Zelenski propone a la OTAN que, en tanto su país no ingrese en la Alianza Atlántica los aliados se comprometan a abastecerle de armamento e invertir cantidades millonarias en el establecimiento y mantenimiento de sus defensas. Todo ello, según el informe, para tener la garantía de que Ucrania no volverá a ser invadida. El expresidente ruso, Dimitri Medvedev, replicó que las peticiones de Kiev constituyen «el prólogo de la Tercera Guerra Mundial».

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