Trump trata de convencer a Europa de que es mejor «un acuerdo de paz» que una tregua en Ucrania
El presidente de EE UU informa a los aliados de la reunión con Putin en Alaska y se reunirá el lunes con Volodímir Zelenski en la Casa Blanca para tratar posibles cesiones territoriales
Mercedes Gallego y Miguel Pérez
Corresponsal. Nueva York
Viernes, 15 de agosto 2025
La incertidumbre y una sensación de frustración impregnaron este sábado el final de la esperadísima reunión de Donald Trump y Vladímir Putin en Alaska, que ... terminó esta madrugada de sábado con una rueda de prensa corta, sin preguntas y ningún acuerdo tangible. Solo vagas divagaciones. Duró más el recibimiento al líder ruso a pie de pista en la base militar de Anchorage que el recuento de lo tratado en la entrevista. Eso sí, tanto el presidente de Estados Unidos como el de Rusia calificaron su diálogo como «productivo» y coincidieron en que se registraron «grandes progesos», pero sin un pacto en lo principal: la resolución del conflicto armado en Ucrania.
O se trata de un par de tahúres que saben esconder bien sus cartas, o en realidad fue más bien un contacto político estético. En general, los medios occidentales tratan este sábado con escasa compasión al inquilino de la Casa Blanca. Le critican por haber resarcido internacionalmente a un dirigente aislado desde hace más de cuarenta meses en Europa y EE UU por invadir el país vecino y que se encuentra bajo una orden de captura del Tribunal de La Haya por crímenes de guerra.
De Putin solo se sabe que despegó desde Alaska hacia la región de Chukotka, en el extremo oriental de Rusia, al otro lado del estrecho de Bering, para visitar a su gobernador regional, dejando atrás uno de sus habituales discursos impenetrables: explicó una breve historia de la relación EE UU-Rusia a través de Alaska y repitió sus frases clásicas sobre la guerra, entre ellas su deseo de conseguir una paz y sellar un acuerdo siempre que se consideren sus principios del conflicto, como la soberanía rusa sobre ciertos territorios vecinos y que la OTAN no se instale en Ucrania, junto a sus fronteras.
Con el paso de las horas surge además la habitual batalla de desinformaciones entre los dos gobiernos, que ha estado presente en la mayoría de las conversaciones telefónicas entre Putin y Trump. Mientras éste anunció anoche una próxima reunión a tres bandas con la presencia del líder ucraniano, Volodímir Zelenski, la diplomacia del Kremlin ha asegurado que ese asunto no se trató en la cumbre. Ni rastro de que los dos archienemigos se vean pronto las caras.
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Nada sobre Ucrania sin Ucrania. Donald Trump mantuvo ayer su palabra sobre este mantra al terminar la cumbre de Alaska con Vladímir Putin, saldada sin el anuncio de un alto al fuego que dé paso a la siguiente ronda de negociaciones de paz. «No hay acuerdo hasta que lo haya», advirtió. «Voy a llamar a la OTAN en breve y a varias personas que considero apropiadas y, por supuesto, al presidente Zelenski, para contarles la reunión de hoy», señaló en una rueda de prensa dos horas y media más tarde de que la reunión entre los dos mandatarios comenzase.
Durante su retorno a Washington, donde ha aterrizado a las ocho de la mañana (hora española), el mandatario ha mantenido una «larga» conversación con Zelenski, así como con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y los principales dirigentes del Reino Unido, Alemania, Francia e Italia.
¿Hay algo realmente detrás de la reunión de Anchorage? La sensación principal apunta a una volatilidad extrema, pero también existen indicios de que tanto Trump como Putin salieron esta noche de allí con un principio... de algo. Después de su conversación telefónica, Zelenski ha confirmado que este próximo lunes viajará a Washington para verse en persona con el presidente. El propio Trump ha señalado durante su vuelo de manera un tanto críptica que la posibilidad de negociar la paz «depende de Volodímir Zelenski» y «también diría que los países europeos tienen que involucrarse un poco». En declaraciones a Fox News, el líder republicano ha añadido que no prevé aplicar sanciones a Rusia ni tampoco a los países que comercian con esta nación, como es el caso de China, aunque no descartó que «en dos o tres semanas» vuelva a analizar esa posibilidad.
La opción más inmediata es que Trump intente convencer a sus aliados europeos y al propio Zelenski de la necesidad de un reparto territorial en Ucrania, concretamente en la zona del Donbás en máxima disputa, y del tipo de «garantías de seguridad» que recibirá Kiev de los socios occidentales. Así lo revela esta mañana el 'Pravda' ucraniano de una pregunta que el presentador de Fox News Sean Hannity realizó esta madrugada al presidente americano. «¿Debería haber un intercambio de territorios, más territorio ruso del que había antes, y Ucrania debería recibir medidas de seguridad que no estén relacionadas con la OTAN?», le preguntó el locutor, a lo que Trump respondió con cierta afirmación, aunque se negó a concretar los términos.
El líder estadounidense puede haber logrado cambiar el relato europeo de que ningún proceso de normalización debe comenzar sin una tregua previa. A los aliados les dijo que la «mejor manera» de poner fin a la guerra pasa por «llegar directamente» a un acuerdo de paz duradero, en vez de pasar el tiempo discutiendo sobre las normas de un alto el fuego que muchas veces «se incumple».
El primer encuentro en cuatro años
Se trataba del primer encuentro bilateral de los presidentes de EE UU y Rusia en cuatro años. Joe Biden rompió las relaciones con Putin tras la invasión de Ucrania y lanzó la relación «al nivel más bajo desde la Guerra Fría», recordó ayer Putin. «Creo que eso no ha beneficiado a nuestros países ni al mundo», añadió. Era el momento de arrojarle a Trump la ocasión de reafirmar el papel de gran pacificador con el que quiere pasar a la Historia: «Si el presidente Trump hubiera sido presidente entonces, estoy seguro de que, como él dice, no hubiera habido guerra».
Trump sonrió satisfecho. Es lo que lleva diciendo desde que estaba en campaña electoral sobre una guerra que prometió acabar en las primeras 24 horas de su Gobierno y que aún no ha cerrado. La cumbre de Alaska, un lugar que a Putin se le antoja muy apropiado porque resalta la «vecindad» de sus dos países, tras un vacío de hielo, estaba pensada para tantear las posibilidades de un alto al fuego, pero pasará a la Historia por reiniciar las relaciones entre ambos países y rehabilitar a Putin en la esfera internacional.
Una «terrible tragedia»
«Estoy seguro de que este legado nos ayudará a reconstruir y fomentar lazos mutuamente beneficiosos e igualitarios en esta nueva etapa, incluso en las condiciones más difíciles», dijo. Putin también habló de Ucrania como un país hermano y afirmó su «deseo sincero» de alcanzar la paz. «Por extraño que suene en estas circunstancias, tenemos las mismas raíces y todo lo que está pasando es una tragedia terrible para nosotros y una tremenda herida», añadió. «Pero al mismo tiempo estamos convencidos de que para alcanzar un acuerdo duradero a largo plazo necesitamos resolver las causas profundas, que tienen que ver con las preocupaciones legítimas de Rusia para restablecer un equilibrio de seguridad en Europa y en el mundo en su conjunto», anunció.
De las palabras de ambos presidentes se deduce que hay un acuerdo sobre la mesa que involucra no solo a Ucrania sino a Europa. De ahí que Trump necesite consultar también con sus socios europeos y de la OTAN. Anunció que en cuestión de horas conversaría con Volodímir Zelenski.
El histórico encuentro para el que ambos se habían recorrido miles de kilómetros había durado dos horas y media. Trump recibió a Putin con aplausos desde la alfombra roja a pie de avión, lo que le proporcionó al presidente ruso la imagen de reconocimiento internacional que buscaba. El Kremlin difundió rápidamente la imagen, mientras que la Casa Blanca se apresuró a editar los aplausos de Trump para dejarlos fuera del vídeo que colgó en las redes sociales.
La coreografía política había colocado ambos aviones presidenciales frente a frente con el cartel de 'Alaska 2025' para fijar la foto histórica. Putin demoró su descenso unos segundos más para que su anfitrión le esperase en la alfombra roja, rehabilitando la imagen del mandatario ruso, aislado internacionalmente desde que fuese imputado en 2023 en la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Ucrania.
«Señor Putin, ¿aceptará usted un alto al fuego?», preguntaba al aire la prensa. «¿Cómo se puede confiar en usted después de lo que ha hecho en Ucrania?» «¿Va a dejar de matar civiles?». Putin se encogió de hombros con una gran sonrisa y se señaló al oído, indicando que no podía oírles. Luego estrechó la mano de su amigo y ambos se fueron juntos a la limusina presidencial de Trump, en la que se les vio charlar animadamente sin traductores. El jefe del Kremlin domina lo suficiente el inglés para una conversación fluida.
En la limusina
No dio la sensación del sobrio encuentro de dos mandatarios que testaban el posible fin de una guerra cruenta, sino la dos viejos amigos, líderes de las principales superpotencias, dispuestos a sellar un acontecimiento histórico que, finalmente, no existió. Putin y Trump se dieron la mano por última vez en Osaka (Japón) en 2019, durante la cumbre del G-20.
Ayer dispusieron allí mismo, en el interior de 'La Bestia', aparcada sobre la pista, de diez minutos a solas para mirarse a los ojos y ponerse al día, acompañados solo por el conductor y un guardaespaldas. Atrás quedó la limusina 'Aurus' del líder ruso, que había sido desembarcada previamente en la base conjunta Elmendorf-Richardson. Sin embargo, los dos presidentes se trasladaron al lugar de la reunión en el Cadillac blindado de Trump. Un gesto, junto con los aplausos que le dedicó a pie de pista, que anoche fueron muy criticados por medios progresistas estadounidenses dado el perfil de Putin.
Tras ese encuentro comenzó la reunión oficial en el interior de la base militar. Sobre el cartel de 'Pursuing Peace' (En Busca de la Paz), los dos mandatarios estuvieron flanqueados por los secretarios de exteriores –Marco Rubio y Sergei Lavrov– para la foto oficial. Luego se sumaron cinco miembros de cada delegación, entre ellos los ministros de Defensa –Pete Hegseth y Andrei Belousov– y Finanzas –Scott Bessent y Anton Siluanov–. Le acompañaban también en la delegación el amigo y enviado especial de Trump para Oriente Medio, Steve Wickoff, que ya se había reunido previamente con Putin en Moscú, el secretario de Comercio Howard Lutnik, y el director de la CIA John Ratcliffe. Por el lado ruso, el asesor de Exterior del Kremlin, Yuri Ushakov y el del Fondo de Inversiones Directas Kirill Dmitriev.
No estuvo Zelenski
La reunión fue una oportunidad para Putin, que ya no está invitado a los grandes encuentros internacionales, tras haberse convertido en un paria al invadir Ucrania hace tres años. En Alaska, Trump le proporcionó la posibilidad de volver a sentarse en la mesa de los grandes líderes, si antes se reúne con Volodímir Zelenski, presidente ucraniano.
«¡Zelenski tenía que estar aquí!», rezaban las pancartas que dieron la bienvenida a ambos líderes en Anchorage (Alaska). La comunidad ucraniana en este Estado que fuese parte del imperio ruso hasta 1867 asciende a un millar de personas, la mayoría refugiados de la guerra para los que la reunión de los dos presidentes era algo personal.
El concepto de Trump de líderes respetados puede no ser el mismo que el de la mayoría, ya que él suele confundir miedo con respeto. En cualquier caso, Putin encaja con su definición, al igual que el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, «un líder altamente respetado» a quien Trump llamó desde al Air Force One camino de Alaska.
Fue, contó el presidente estadounidense en las redes sociales, «una conversación maravillosa», en la que además de agradecerle la liberación de 16 prisioneros, discutieron el encuentro con Putin. En el pasado Lukashenko ha criticado a Trump por considerarlo «un auténtico bocazas», que «por la mañana dice una cosa y por la tarde otra», declaró apenas la semana pasada en una entrevista con la televisión estatal de su país, pero a juzgar por el entusiasmo con el que Trump colgó ayer el teléfono, eso no es lo que escuchó. «Tuvimos una conversación muy buena, estoy deseando reunirme con el presidente Lukashenko en el futuro», escribió sobre el dictador que ejerce el control absoluto de su país desde 1994.
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