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El candidato presidencial del Partido de Coalición Nacional (NCP) de Finlandia , Alexander Stubb, continúa haciendo campaña. Mikko Stig/REUTERS
Finlandia, ante un desempate 'sensato' para su presidencia

Finlandia, ante un desempate 'sensato' para su presidencia

Alexander Stubb y Pekka Haavisto se enfrentarán en la segunda vuelta

Joana Serra

Berlín

Lunes, 29 de enero 2024, 15:18

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Cuando se trata de seguridad nacional, Finlandia no apuesta por las aventuras políticas, sino por la solidez y el pragmatismo. La primera vuelta electoral en el pulso por suceder al conservador Sauli Niinistö como presidente y jefe de las fuerzas armadas del país nórdico dejó a dos finalistas representantes de la sensatez política: Alexander Stubb, conservador como Niinistö y como el jefe del actual Gobierno de Helsinki, Petteri Orpo, y Pekka Haavisto, un histórico de los Verdes finlandeses que fue ministro de Exteriores en el ejecutivo anterior de la socialdemócrata Sanna Marin.

Fuera de juego quedó, en cambio, el ultraderechista Jussi Halla-aho, a quien en la recta final hasta la jornada electoral del pasado domingo los sondeos habían dibujado en progresión ascendente o incluso con posibilidades de dar la sorpresa.

No fue así. Stubb quedó en primer lugar con un 27,2 % y Haavisto en segundo, con un 25,8 %. Para el político verde y extitular de Exteriores es un éxito personal o incluso un tributo a su perseverancia. Era su tercera candidatura a la presidencia -las dos anteriores, contra Niinistö- y además concurría desde su posición de aspirante de un partido pequeño que hasta ahora nunca alcanzó la jefatura del estado.

«Nuestra prioridad es y debe ser la política exterior», afirmó Stubb tras su victoria electoral. Advirtió a continuación de que el desempate es de final abierto, puesto que no es una lucha entre derechas e izquierdas. «Del presidente de Finlandia esperan no solo nuestros ciudadanos, sino también nuestros aliados que sepa escuchar y consensuar vías de actuación. Con esa filosofía nos convertimos en miembros de la OTAN», aseguró Haavisto, tras consolidarse su posición de segundo, a escasa distancia del rival conservador.

A Haavisto le avala, y a ello alude continuamente, el hecho de haber asumido como titular de Exteriores la negociación para el ingreso del país en la Alianza. Fue un proceso exprés, que Finlandia completó en un año desde que formalizó su solicitud, bajo el impacto de la invasión rusa de Ucrania, y hasta lograr la ratificación del resto de miembros, en 2023.

El caso sueco

Le beneficia, además, el contraste con el caso sueco, que pidió el ingreso en paralelo, pero aún no completó su proceso. Estocolmo logró romper el bloqueo de Turquía tras meses de dura negociación y está pendiente aún del voto de Hungría.

Haavisto no llevó las riendas del ingreso en solitario, sino que compartió tareas con Niinistö, que dejará el puesto tras doce años como jefe del estado finlandés. En caso de ganar en la segunda vuelta, que se disputará el 11 de febrero, el relevo tendrá un aire de continuidad, pese a proceder ambos de partidos distintos.

Niinistö y Haavisto formaron un buen tandem negociador en el giro histórico dado por Finlandia, que de la neutralidad militar pasó a incorporarse en la OTAN. Algo que ha convertido en enemigo de Moscú al país de la Unión Europea (UE) con la frontera más larga con el poderoso y temible vecino ruso.

Stubb, quien fue primer ministro finlandés entre 2014 y 2015 y dirigió además en el pasado tres carteras ministeriales -incluido Exteriores-, completaría en caso de victoria el dominio conservador del panorama político finlandés, junto con el primer ministro Orpo.

En su contra tiene el hecho de haber estado alejado a la política nacional en los últimos siete años y también que la coalición que lidera su correlionario no es un bloque cohesionado: Orpo se convirtió en jefe del gobierno tras vencer claramente a Marin en las legislativas de abril de 2023, pero con los ultraderechistas de Halla-aho como aliados. El resultado fueron unos cuandos escándalos y tensiones iniciales -aunque no llegó la sangre al río-.

A ello se une el giro dado por Helsinki en dirección al recorte del gasto público. Con ese compromiso ante sus electores llegó Orpo al poder, pero la implementación de ese objetivo ha generado mucho descontento. Esta misma semana se inicia en Finlandia una huelga en distintos sectores, incluido el transporte aéreo. De cómo se desarrolle o de su grado de afectación en la vida pública puede depender un voto de castigo, en este caso en dirección a Stubb, en tanto que representante del mismo partido conservador del primer ministro Orpo.

Todo está en el aire, como reconocía Stubb. La campaña por la segunda vuelta durará dos semanas con esa huelga nacional de por medio.

Sí está claro, sin embargo, que no puede menospreciarse el poder de la ultraderecha, cuyo candidato -y actual presidente del Parlamento- alcanzó el 19 % en la primera ronda presidencial. Quedó así por delante del ex eurocomisario Olli Rehn, representante del centrismo, que obtuvo un 15 %.

Y a distancia casi abismal de la candidata socialdemócrata, Jutta Urpilainen, con el 4,3 %. Todo un golpe para el partido de Sanna Marin, al que encima superó por unas décimas la izquierdista Lis Andersson, pese a representar una formación minoritaria. La candidata izquierdista tuvo así su pequeño triunfo, mientras Urpilainen luchaba porque su rostro no reflejara el hundimiento que sufrió la socialdemocracia, menos de un año después de la derrota de Marin.

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