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Una cámara capturó el momento en que Juraj Cintula apretaba el gatillo al paso del primer ministro eslovaco. Reuters
Europa se pone en guardia ante la violencia política en el inicio de la campaña electoral

Europa se pone en guardia ante la violencia política en el inicio de la campaña electoral

Eslovaquia llama a suspender los actos para evitar discursos incendiarios, después del intento de magnicidio contra su primer ministro

Jueves, 16 de mayo 2024, 21:35

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El intento de magnicidio contra el primer ministro eslovaco, Robert Fico, se ha producido justo en el arranque de la campaña para las elecciones europeas del 6 al 9 de junio y ha puesto a los líderes de la UE en guardia. La actuación homicida de un septuagenario «lobo solitario», harto de las decisiones del Gobierno en un país extremadamente polarizado, según parece definirse el móvil a medida que las investigaciones avanzan, ha lanzado instantáneamente a los Veintisiete a declararse profundamente preocupados ante la creciente ola de violencia política en el continente, y unidos en el objetivo de detenerla.

De momento, todo son declaraciones de intenciones. El propio caso eslovaco revela las dificultades para erradicar el feroz enfrentamiento arraigado en la política. Menos de veinticuatro horas después del atentado, miembros de la coalición gubernamental -formada por los socialdemócratas con la derecha ultranacionalista- se enzarzaron en una agria confrontación de responsabilidades con los sectores críticos. Un exministro y un alto cargo del actual gabinete exigieron la disolución del partido opositor Eslovaquia Progresista y atribuyeron el crimen frustrado a «las grandes instituciones de prensa, las organizaciones políticas no gubernamentales y los representantes de la oposición que engañan al público con casos inventados». Nada extraño en la nueva narrativa política europea.

«La violencia no tiene lugar en nuestra sociedad», ha dicho la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. «Se trata de un ataque contra la democracia, un valor fundamental de la Unión Europea que todos compartimos», ha destacado por su parte el primer ministro irlandés, Simon Harris. Gitanas Nauseda, presidente de Lituania, aboga por una «tolerancia cero» a nivel internacional mientras la ministra española Teresa Ribera recalca que es preciso «hacer un llamamiento muy firme y serio a todos los partidos» para «frenar esta espiral».

Mark Rutte, primer ministro holandés en funciones, ha prevenido contra los «actos extremistas», los mismos que a él le han llevado a dejar de desplazarse en bicicleta al Parlamento y viajar escoltado. Sabe muy bien de lo que habla. La visceralidad ideológica desatada en Países Bajos obligó a su viceministra Sifrig Kaag a dejar el puesto el pasado julio, abrumada por los insultos y las amenazas, incluidas a su familia, de grupos ultra. Kaag reunía muchas de las condiciones para convertirse en víctima de la ola de intolerancia que recorre Europa: funcionaria de Naciones Unidas, proeuropea, migracionista y pareja de un palestino. En el momento en que anunció su dimisión hubo politólogos y analistas que avisaron de que este hecho debería activar las alertas de los Veintisiete. Sin éxito.

Escenario

Movimientos prorrusos, de ultraderecha y extremistas agitan y desestabilizan el Viejo Continente

Las elecciones se presentan más cuesta arriba de lo normal tras el atentado. Pero por ese mismo motivo son ahora «más importantes que nunca. La violencia debe terminar. Debemos ir a votar por la paz el 9 de junio», proclama el primer ministro húngaro, Víktor Orbán, declarado líder prorruso por el que Robert Fico ha expresado admiración.

Los límites del odio

Otros casos

  • 1986. Olof Palme (59 años), primer ministro sueco, regresaba a casa tras ver una película en un cine de Estocolmo cuando le dispararon a quemarropa. Nunca se halló al asesino.

  • 1999. El exministro eslovaco Jan Ducky (54 años) murió tiroteado en el edificio donde vivía en Bratislava. El único sospechoso fue puesto en libertad y cuando terminó la investigación, en 2007, no se pudo dar con él.

  • 2016. Un ciudadano vinculado a un grupo neonazi mató a la diputada laborista y proeuropea Jo Cox (41 años), que recibió varias puñaladas y disparos en Birstall.

  • 2019. Pawel Adamowicz (53 años) ejercía como alcalde de Gdansk, en Polonia, cuando fue apuñalado durante un acto benéfico por un joven que aseguró haber actuado en venganza por su encarcelamiento en el pasado.

  • 2022 El ex primer ministro nipón Shinzo Abe (67 años) recibió un tiro mortal durante un discurso en Nara. Su asesino dijo haber cometido el ataque por los vínculos del político con la Iglesia de la Unificación.

  • 2023. Fumio Kishida (65 años), primer ministro de Japón, sobrevivió a un ataque en Wakayama, donde iba a dar un discurso cuando un joven arrojó una bomba.

  • Enero 2024. El líder de la oposición surcoreana, Lee Jae Myung (59 años), recibió una cuchillada en el cuello mientras visitaba unas obras en Busan. Salvó su vida.

  • Mayo 2024. Agresiones a varios políticos alemanes, entre ellos el socialdemócrata Matthias Ecke (41 años), quien sufrió una paliza que le llevó al hospital con heridas de gravedad.

Sin embargo, no todos muestran el mismo entusiasmo. Dirigentes eslovacos han apostado por suspender la campaña para evitar que se fortalezca ese círculo vicioso de discursos incendiarios entre rivales ideológicos y sociales. Entre la izquierda y la derecha. Entre prorrusos y partidarios de Ucrania. Entre ultras y europeístas. Existe el riesgo de que los movimientos extremistas, grupos conspiranoicos y hackers especializados en injerencias electorales -muchos de la órbita rusa, pero no todos, que ya han comenzado a actuar- hallen en el actual escenario un caldo de cultivo adecuado a sus intereses. Esto hizo este jueves aparecer en los medios continentales un buen ramillete de llamadas favorables a atemperar los «mensajes» y las «confrontaciones de escasa calidad», vulgares, entre los políticos.

Juraj Cintula, el escritor de 71 años detenido por el magnicidio frustrado, parece que apretó el gatillo muy influenciado por un panorama en blanco y negro. Eslovaquia es el país posiblemente más polarizado de Europa. Las movilizaciones se suceden a diario. Las más recientes se deben al desmantelamiento de la Fiscalía Anticorrupción, al parecer justo cuando investigaba a varios cargos de la esfera gubernamental, y la decisión adoptada también por el Ejecutivo el mes pasado de cerrar la corporación pública de radio y televisión. Una polémica clausura que justifica por sus dudas sobre la imparcialidad de la cadena y que los opositores y buena parte de la profesión consideran, en cambio, una maniobra para crear un nuevo ente afín a los intereses gubernamentales. Cintula aludió a este hecho antes de disparar contra Fico.

El Parlamento estudia dar luz verde además a una ley sobre agentes extranjeros similar a las aprobadas por Rusia y, esta misma semana, Georgia, donde las manifestaciones de rechazo han sido multitudinarias y todavía no han visto su final. Los movimientos prorrusos en el este y los extremistas y ultraderechistas desde Alemania hasta el oeste del continente son los dos principales catalizadores que desestabilizan la actual Europa y un factor de enorme «riesgo», en opinión del jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.

El presidente electo, Peter Pellegrini, que tomará el mando de Eslovaquia el próximo mes como relevo a Zuzana Caputova, mostró este jueves su horror por «hasta dónde puede llegar el odio hacia una opinión política diferente». Queda por saber si los llamamientos a los partidos nacionales para suspender la campaña europea tendrán efecto. Cada Estado es igualmente libre de secundarlo. La Unión no promoverá medida colectiva alguna. El problema que ven las formaciones es el de perder terreno si dejan de alentar al sufragio entre los eslovacos.

Un turbio secuestro

Los disparos contra Fico suponen el peor atentado contra un primer ministro europeo desde el asesinato del sueco Olof Palme en 1986 cuando salía de un cine en Estocolmo. Sin embargo, no es el primer caso de violencia política que sacude a Eslovaquia.

En 1995, el hijo del entonces jefe del Estado, Michal Kovac, fue emborrachado, introducido en un coche y secuestrado. A los 176 días le liberaron en Austria. La Policía siempre sospechó de la intervención en el rapto de los servicios secretos eslovacos. En 1999, el exministro de Economía Jan Ducky fue acribillado a tiros delante de su casa en Bratislava, solo tres días después de la apertura de una investigación en su contra por presuntas irregularidades en la gestión de la gigantesca compañía estatal de gas. En un tercer asunto, que ha llegado a enturbiar la figura de Fico ante la opinión pública, se encuentra el asesinato del periodista Jan Kuciak y su novia en 2018. Kuciak había denunciado las relaciones entre la mafia italiana y las altas esferas ligadas al Gobierno.

«Sigue en estado muy crítico, pero ya puede hablar»

Robert Fico continúa en estado muy crítico, pero su vida no corre peligro. Entre las señales que invitan a cierto optimismo sobre su evolución destaca que el primer ministro eslovaco ya «es capaz de hablar» aunque «solamente algunas frases», compartió este jueves Peter Pellegrini, presidente electo, a las puertas del hospital de Banská Bystrica donde está ingresado.

El pronóstico de Fico es muy delicado por «la complejidad de las lesiones» tras el tiroteo, según el parte médico, y el propio Pellegrini asumió que le esperan «horas y días muy difíciles». Dos equipos de cirujanos operaron al líder del partido Smer durante cinco horas en la noche del miércoles. Aún se encuentra pendiente de una intervención de cadera, que le realizarán cuando los sanitarios descarten los riesgos inherentes a la medicación anticoagulante que recibe y que en un primer momento le causó fuertes hemorragias.

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