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El Ministerio de Asuntos Exteriroes ha convocado este lunes al embajador ruso en Madrid, Yuri Klimenko, para pedirle «explicaciones» por la muerte el pasado viernes del opositor Alexei Navalni, ocurrida en circunstancias aún por aclarar y cuando se encontraba recluido en una cárcel del poblado de Jarp, en el Ártico, donde cumplía una condena de 19 años por «extremismo».
Más allá de que el legado ruso vaya a ofrecer algún tipo de información al departamento que dirige José Manuel Albares, la convocatoria de un embajador es el instrumento diplomático para trasladar otro país el malestar con una determinada cuestión. Suele ser el paso previo, además, a la llamada a consultas del embajador propio, un paso mucho más contundente. En Exteriores descartan ofrecer más detalles, como es habitual en este tipo de acciones, sobre quién ha sido el encargado de reunirse con Klimenko o la hora a la que se ha producido el encuentro.
Ya el viernes, tras conocerse la muerte de Navalni, Albares había pedido a Rusia una «aclaración de las circunstancias de su fallecimiento, ocurrido durante su injusto encarcelamiento por motivos políticos». Con esta acción, España se suma a las ya adptadas por otros países como Alemania o Finlandia, donde los embajadores rusos han sido convocados al Ministerio de Exteriores.
El Gobierno germano fue uno de los primero estados en adoptar esta medida tras cargar no solo contra la muerte de Navalni sino contra las condiciones «inhumanas» en las que se encuentran la mayoría de opositores rusos en prisión, y que dan muestra, lamentan, de «cuán brutalmente actúa el sistema de justicia ruso» contra ellos.
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