De nuevo el G7

Transcurrida casi una cuarta parte del nuevo siglo y aunque nos abstengamos de hacer predicciones, contemplamos cómo la fase de crisis histórica que le es propia a la humanidad, y que ya vivimos en estos momentos, nos depara un futuro muy diferente al del siglo XX en muchos aspectos, teniendo en cuenta que los dos principales problemas de dicho futuro son los demográficos y los ecológicos. A ellos tenemos que sumar la omnipresente 'guerra' que ha acompañado a la especie humana desde el inicio de los tiempos y que nos está llevando hacia un mundo nuevamente polarizado en el que la conflictividad será más proclive que la cooperación.

En esta tesitura se inició este jueves, en Borgo Egnazia (Apulia), la Cumbre del G7, que durará hasta el sábado y que se plantea como una oportunidad de apostar, firme y determinadamente, por la defensa del orden internacional basado en el Estado de Derecho y el incremento de sus relaciones con los países en desarrollo, hoy denominados el Sur Global. De ahí que se traten cuestiones como la defensa del sistema internacional, prestando especial atención a la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, y al conflicto en Oriente Medio; las relaciones con los países en desarrollo y las economías emergentes, en particular en África y en la región indopacífica; la migración y las cuestiones relacionadas con el clima, la energía y la seguridad alimentaria, y, finalmente, la inteligencia artificial. A todas ellas se sumará la cuestión de las recientes elecciones europeas y sus resultados. Recordemos que la UE es un actor de primer orden en todas estas cumbres y miembro de facto de la organización.

Una vez más, los miembros del grupo (Alemania, Canadá, Francia, EE UU, Italia, Japón y Reino Unido), acompañados en esta ocasión por otros doce países y cinco organizaciones internacionales, evaluarán la agenda internacional y ofrecerán respuesta a los retos mundiales del momento y también ideas para la coordinación económica mundial que realiza el G20. Sin embargo, el grupo, creado como plataforma de cooperación económica y financiera para dar respuesta a la crisis energética de 1973, no tratará uno de los principales problemas de humanidad, la pobreza y la desigualdad.

En el escenario de desencanto generalizado que recorre el planeta es difícil dar sentido a fantasías y realidades políticas hoy día mutiladas. Mientras que la injusticia, el sufrimiento, la explotación y otras muchas enfermedades de nuestro tiempo sigan presentes, será difícil encontrar sentido ciudadano a cumbres como la presente.

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