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El nuevo monarca de Reino Unido, Carlos III. AFP
Crisis económica, política y constitucional: el Reino Unido que hereda Carlos III

Crisis económica, política y constitucional: el Reino Unido que hereda Carlos III

El país actual se parece poco al de hace siete décadas que vive ahogado y en «estado de nervios» por los precios

paula rosas

Londres

Sábado, 10 de septiembre 2022

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Cuando una jovencísima Isabel II ascendió al trono en 1952, el Reino Unido seguía siendo un imperio, la mantequilla, el bacon y la carne estaban todavía racionados y la larga sombra de la Segunda Guerra Mundial aún se extendía sobre las islas. Como hoy, la inflación se había instalado en el doble dígito. Al igual que hoy, también, el Reino Unido no formaba parte de la Unión Europea.

El país que hereda Carlos III se parece poco a aquel de hace siete décadas. Entonces era una nación en crisis, pero aún poderosa e influyente. Las aguas vuelven a correr turbulentas –algún observador dirá que cuándo no–, pero el Reino Unido no ocupa ya la misma posición global que entonces.

Sumido en una crisis política que no parece tener fin, ahogado por la inflación, arrastrado por el lastre del Brexit y amenazado por las pulsiones secesionistas, los británicos sienten a menudo que caminan sobre arenas movedizas. La única institución que se mantenía firme, lo único que quedaba sólido, era la reina. Hasta ahora.

El cambio difícilmente habría podido ser más radical. En apenas dos días, los británicos se han despertado con nuevo jefe del Estado y con nuevo jefe del Gobierno. Carlos III y Liz Truss se reunían en el Palacio de Buckingham por primera vez el viernes. Se les veía quizás algo nerviosos, dos novatos, al fin y al cabo, en su primer día en la oficina.

El rey reina pero no gobierna, así que no será Carlos sino la flamante nueva primera ministra la que deba enfrentarse a corto plazo a la crisis más urgente y perentoria, la del costo de la vida, los precios de la energía y las huelgas que empiezan a llenar el calendario. El reto de Carlos es de otra índole: mantener a flote la monarquía más allá de la muerte de su madre e intentar conservar la influencia y el prestigio internacional que Isabel II aportaba al Reino Unido a través de la corona.

«El Reino Unido es, ahora mismo, un país en un estado de nervios por la crisis económica y el coste de la vida. Un país que no se ha sentido estable desde el referéndum del Brexit en 2016, en el que todo ha sido tan impredecible. Ha habido preocupación por cómo sería la economía tras el Brexit, hemos tenido la pandemia y, además, la escena política ha cambiado muy rápidamente y nadie sabe dónde va a acabar», afirma en una entrevista telefónica con este diario Anand Menon, director del think tank 'UK in a changing Europe'.

El invierno se aventura muy difícil. Se espera que las facturas energéticas lleguen a duplicarse, a pesar del plan de choque de más de 170.000 millones de euros con el que el Gobierno de Truss quiere congelar los recibos de la electricidad y gas de los hogares. Aún así, muchas familias se asoman ya al precipicio de la pobreza energética, y algunos tendrán que decidir entre alimentarse o calentarse cuando empiece el frío.

De mal a peor

La inflación va siempre de la mano de las huelgas. Ferroviarios, transportistas, profesores, abogados, carteros o personal sanitario ya han anunciado movilizaciones sindicales para reivindicar, principalmente, subidas de sueldo que les permita hacer frente al incremento de los precios.

El panorama es negro. La economía se encuentra al borde de la recesión, o de lleno metida ya en ella, como apuntan algunas instituciones. La inflación podría llegar a alcanzar el 14% este año. «Casi nada parece funcionar en el Reino Unido. Y podría ponerse peor», titulaba, sombríamente, este verano el semanario 'The Economist'.

«Carlos ha heredado un país que es mucho menos poderoso e influyente de lo que era el Reino Unido cuando Isabel II se convirtió en reina. Hemos visto el declive relativo de Europa, o el auge de China y la India. En términos globales tenemos menos poder, aunque aún somos un país influyente y con muchos aliados», observa Menon.

Gran parte de la crisis económica es global, espoleada por la guerra en Ucrania y las secuelas de la pandemia. Pero en el Reino Unido se suman «otras capas de incertidumbre» propiamente británicas, alerta Menon, como el Brexit «que está sumando a la crisis económica», la inestabilidad política, con cuatro primeros ministros en los últimos seis años, «la inquietud sobre Irlanda del Norte, donde hay gente que piensa que se podría regresar a una situación de conflicto, o la misma incertidumbre sobre el futuro de Escocia».

La pandemia ha camuflado durante un tiempo el verdadero impacto del Brexit, pero sus consecuencias son más que palpables. No solo en las colas en puertos y aeropuertos europeos a los que los británicos tienen ahora que enfrentarse, sino en la escasez de personal que afecta a amplios sectores del país, como el sanitario, el de los cuidados, la hostelería, la agricultura o la construcción.

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Un reciente estudio del think tank 'Resolution Foundation' y la London School of Economics concluía que la salida de la Unión Europea «ha reducido la competitividad de la economía británica», lo que tendrá su correspondiente impacto en la productividad y los salarios en la próxima década.

El Brexit, además, no está aún resuelto del todo. El Parlamento británico aprobó en junio la ley que pretende anular unilateralmente partes del protocolo suscrito con la Unión Europea sobre Irlanda del Norte. Si lo pone en marcha, Bruselas ha amenazado con dejar fuera del programa de investigación Horizon a los científicos británicos. Las consecuencias del rifirrafe han elevado la tensión en el territorio y reavivado los temores, por ahora lejanos, de una posible reactivación del conflicto al que puso fin el Acuerdo de Viernes Santo.

El reto secesionista

Pero el principal reto secesionista lo plantea, por el momento, Escocia, cuyo Gobierno nacionalista exige un nuevo referéndum de independencia, apenas seis años después de que el 'no' venciera por poco más de 10 puntos. Las circunstancias tras el Brexit, alegan, han cambiado. Su primera ministra, Nicola Sturgeon, ha fijado incluso la fecha, el 19 de octubre de 2023. La batalla legal, que podría desatar una crisis constitucional, se vislumbra larga y complicada.

El nuevo rey tendrá ahí mucho trabajo por hacer. Tradicionalmente se ha vinculado el secesionismo con el republicanismo, aunque no está claro si una hipotética Escocia independiente no mantendría al monarca británico como jefe del Estado como, por ejemplo, Canadá. Pero Carlos, recuerdan desde Escocia, no es Isabel.

Para Manon, «su principal desafío será cimentar la monarquía porque, para mucha gente, la monarquía era su madre, y el peligro al que se enfrenta la institución ahora es que habrá muchos que la cuestionen».

'La ratonera' y la pinta de cerveza no han cambiado

Una pinta de cerveza sigue siendo una pinta de cerveza y 'La Ratonera' de Agatha Christie aún se exhibe cada noche en el West End de Londres. Pero, en muchos otros aspectos, el Reino Unido que encontró Isabel II apenas se parece al que ahora hereda su hijo Carlos.

En 1952, el Reino Unido era la tercera potencia económica mundial, solo por detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética. Hoy es la octava economía por poder adquisitivo, superada incluso por su antigua colonia, la India. La industria dominaba entonces, y empleaba al 30% de los trabajadores. Hoy son apenas el 7%, mientras que los servicios –las finanzas sobre todo– y el comercio son los motores de la economía.

La mayor parte del comercio de las islas británicas se concentraba hace siete décadas con las antiguas colonias y los países de la Commonwealth, pero con la entrada en la Unión Europea en 1973, este foco cambió. A pesar del Brexit, los países europeos todavía son sus principales socios comerciales y, cada vez más, China.

Cuando Isabel II ascendió al trono, las familias podían comprar una casa con un solo sueldo, algo que hoy, con la vivienda convertida en un bien de especulación, parece una leyenda. Dos salarios son, en muchas ocasiones, insuficientes para adquirir un hogar. Una vivienda media en Londres supone un desembolso de casi 600.000 euros.

Los propios hogares también han cambiado. Nacen más niños hoy fuera del matrimonio que de padres casados. La población ha aumentado en un tercio, de 50 millones a los más de 67 con los que cuenta el Reino Unido. Pero si el país crece, lo hace fundamentalmente por la inmigración. Un 14% de las personas que viven dentro del territorio británico han nacido fuera, lo que ha hecho del Reino Unido una nación muy diversa.

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