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El Brexit devora a sus hijos

El Brexit devora a sus hijos

Tres primeros ministros han sucumbido por los efectos de la desconexión con la UE

José M. De Areilza

Jueves, 7 de julio 2022, 18:52

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El referéndum del Brexit tiene la sombra muy alargada. La consulta de 2016 inauguró un período de inestabilidad política en el Reino Unido. Seis años después, la desconexión con la Unión Europea ha debilitado tanto a la economía como al sistema constitucional de este gran país europeo. Tres primeros ministros conservadores, David Cameron, Theresa May y Boris Johnson, han sido víctimas de la corriente populista que se desató en Europa en medio de la crisis de refugiados. Sin duda, May fue la jefa de gobierno más encomiable del trío, porque intentó minimizar los daños del Brexit y recuperar el pragmatismo que había sido seña de identidad de su venerable partido. Cameron, un ludópata no diagnosticado a tiempo, se jugó el futuro de su sociedad tirando con indolencia una moneda al aire y fracasó de forma estrepitosa en su intento de frenar el anti-europeísmo. El caso de Boris Johnson, que termina en estas horas su agitado paso por el poder, es la historia clásica del revolucionario que acaba siendo arrasado por el movimiento que él mismo ha puesto en marcha.

Boris tiene un olfato insuperable para conectar con los electores y nada le gusta más que desplegar su energía y buen humor para hacer campaña contra un enemigo externo, típicamente la UE. Pero se ha negado a prestar atención al difícil oficio de gobernar y ha rehusado entender el contenido de las políticas públicas que promueve su Ejecutivo. Durante estos años ha gobernado en modo electoral, fiel a la frase de H. L. Mencken «ante cualquier problema complejo siempre hay una solución clara, sencilla y equivocada».

Deja una Irlanda del Norte más proclive a la unificación con Irlanda y una Escocia dispuesta a ensayar un referéndum tras otro hasta que consiga la independencia. Su liderazgo en cuestiones referentes a la emergencia climática global o a la invasión de Ucrania no han compensado la falta de autocontención y profesionalidad a la hora de ejercer su cargo. Ha convertido en una crisis de gobierno el escándalo de las fiestas ilegales en su residencia durante la pandemia al no decir la verdad sobre estas infracciones.

La ejemplaridad pública de los gobernantes es más exigible si cabe en tiempos de incertidumbre. En los momentos de crisis, las personalidades cuentan más que las instituciones, fácilmente denostadas por la dificultad de generar soluciones. La palabra clave entonces es confianza, y claramente Boris no ha pasado este test. En cualquier caso, los conservadores tendrán que hacer mucho más que cambiar de líder para superar los efectos del Brexit y dejar de ser el partido nacionalista inglés.

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