Prigozhin desaparece en Rusia mientras Putin le humilla al mostrar su lujosa vida y sus pelucas

Pero la misteriosa desaparición de Prigozhin coincide también con la publicación en el diario 'Izvestia' de los resultados del registro de un palacio de su propiedad. El periódico ha hecho públicas fotografías que muestran el lujo con el que vivía el dueño de la compañía privada militar Wagner, así como la colección de pelucas con las que se disfrazaba en un juego de difícil explicación.

La difusión de estas imágenes constituye un golpe a la imagen de Prigozhin. Desde que comenzó la invasión de Ucrania se había obsesionado en mostrarse como un líder militar que vivía en el frente con sus soldados, compartía sus penurias y ejercía de padre protector en medio de sus miserias. Sin embargo, el examen de su vivienda muestra a un hombre obsesionado por los caprichos más mundanos, a la vez que capaz de instalar un oratorio de la fe ortodoxa, decorado con iconos y candelabros dorados. Además, el oligarca, que inició su carrera tras salir de la cárcel y convertirse en el chef de Putin, disponía de un quirófano privado, gimnasios, sauna y un helipuerto. Su vida no tenía nada que ver con la austeridad militar.

En otra de las habitaciones, por otra parte, ha aparecido un gigantesco mazo. La simbología no puede ser más macabra. Este instrumento es el que los mercenarios de Wagner emplean para castigar a los desertores, aplastándoles a golpes las articulaciones y, según algunos vídeos que los propios soldados de fortuna han divulgado, machacándoles la cabeza.

Asimismo, en el palacio del dueño de Wagner han aparecido cajas repletas de lingotes de oro, armamento de todo tipo y pasaportes falsos. También se ha localizado un uniforme de mariscal ruso decorado con la típica e interminable colección de medallas. Otro de los hallazgos inquietantes ha sido una extraña colección de pelucas. En unas imágenes difundidas por una cadena de noticias rusa se ve cómo Prigozhin se colocaba barbas postizas y ocultaba su calvicie con bisoñés para presentarse como un soldado checheno, un luchador musulmán o una especie de militar melenudo. Se puede pensar que se trataba de disfraces con los que fotografiarse para obtener identidades falsas, pero no parece lo suficientemente sofisticado.

'Izvestia' se ha limitado a divulgar las imágenes y a señalar que fueron obtenidas por las fuerzas de seguridad en el registro del domicilio. En principio, la Fiscalía rusa ha retirado los cargos contra Prigozhin tras su revuelta, por lo que se desconoce cuál era el objetivo de la operación policial contra el dueño de Wagner.

Lukashenko, quien fue el artífice del pacto por el que se acabó con el motín a cambio de que Prigozhin y sus hombres pudieran refugiarse en Bielorrusia, señaló este jueves que no esperaba que Putin intente matar ahora al expresidiario que le organizaba las cenas y las comidas en San Petersburgo. En este sentido, descartó que su homólogo ruso pueda ser tan «vengativo» o «maligno» como para promover la muerte del oligarca de una u otra manera: «Esto no sucederá».

En una declaración ante los medios, Lukashenko dijo que habló con el jefe de los mercenarios ayer mismo y que le contó que se iba a San Petersburgo. Sin embargo, en un discurso recogido por la agencia de noticias oficial BelTA señaló que «quizá se fue a Moscú o a otro lugar, pero no está en Bielorrusia». En su intervención, el presidente -uno de los más fieles aliados del Kremlin- negó asimismo que el motín de Wagner haya debilitado a Putin. «Al contrario. Ha salido reforzado con esta crisis».

Por su parte, el Kremlin se desentendió del paradero del jefe del Grupo Wagner. «No vigilamos sus movimientos. No tenemos ni la posibilidad ni el deseo de hacerlo», afirmó el principal portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Según informaron las agencias de noticias oficiales rusas, defendió que los posicionamientos establecidos por todas las partes el 24 de junio, incluido Lukashenko, siguen siendo válidos.

Paralelamente, el secretario general del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, reconoció que, durante la rebelión de Wagner, el país estuvo «al borde de un conflicto civil», un término que también utilizó el propio Putin. Patrushev aseguró que fueron los servicios militares, policiales y de Inteligencia quienes demostraron «una vez más» que «Rusia resistirá a cualquier amenaza».