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Kamala Harris y Mike Pence, en la toma de posesión de Joe Biden.
Mike Pence, el símbolo republicano de una transición pacífica

Mike Pence, el símbolo republicano de una transición pacífica

El exvicepresidente fue el anfitrión del gabinete saliente y la cabeza visible de los conservadores que dieron la espalda a Trump en su último día

C. Conejero y M. Pérez

Miércoles, 20 de enero 2021, 20:54

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El exvicepresidente Mike Pence se convirtió este miércoles en el representante simbólico de una transferencia pacífica de poderes. En ausencia de Donald Trump, su segundo durante los últimos años ejerció de figura de mayor rango del Gobierno saliente en la ceremonia de investidura del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, y también de cabeza de un republicanismo que dio la espalda a su propio líder para arropar el cambio a la legislatura demócrata.

Corre el rumor de que el plantón de Trump al nuevo mandatario hizo que muchos de los asistentes al acto de este miércoles respirasen con alivio. Cabe pensar que, incluso, entre los recién nombrados. Con Pence se esperaba que todo fuera correcto, educado y sin sobresaltos. Con el expresidente, nadie podía calcular el tono de la investidura. Convertido en los últimos días en el cargo en una bomba de relojería, incluso para sí mismo, era imposible determinar si tendría un gesto o una declaración fuera de toda diplomacia en aras a arrogarse incluso este acto. Así que cuando el domingo comenzó a enviar invitaciones para su autodespedida en la Base Andrews, muchos dejaron de sudar.

Pence, un hombre devoto de lo institucional, hizo de anfitrión perfecto, pero discreto. En un segundo plano. Se sentó en la misma fila que Kamala Harris, su sucesora y la persona con la que ha mantenido numerosas conversaciones para preparar esta investidura en ausencia de su jefe, que todavía no ha descolgado el teléfono para hablar con Biden. El ya exvicepresidente charló con Harris y con otros cargos de la Administración entrante y fue el encargado de simbolizar el vínculo de continuidad democrática entre los dos ejecutivos.

Caído en desgracia desde que apoyara la designación de Biden y abandonara por tanto las maniobras del líder republicano para fabricar un fraude electoral, el ex número dos lleva semanas sin recibir una sola llamada de Trump. Su antiguo amigo ni siquiera se puso en contacto con él para interesarse por su estado tras el asalto de cientos de extremistas al Capitolio y de conocerse que algunos de ellos fraguaban aparentemente un plan para asesinarle. Todo ello pese a saber que Pence se hallaba seriamente conmocionado por estos hechos.

Si este último gesto de su número dos probablemente haya acrecentado la cólera del expresidente saliente, es evidente que tampoco le habrá sentado bien que otros significados republicanos le hayan dado la espalda a su fiesta en la Base Andrew para acompañar a Biden en una jornada histórica. No se trata solo del expresidente Bush, que mantiene un rechazo histórico hacia Trump, sino de los líderes del partido en el Senado, Mitch McConell, y en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, que acudieron a la misa en la catedral de San Mateo, prevía a la investidura y que rindió homenaje a las víctimas de la covid-19. Pese a la clamorosa ausencia de gran parte de altos cargos de la Administración Trump, sí llamó la atención que al acto acudiera el senador Ted Cruz, figura emergente del republicanismo, que tras el asalto al Capitolio continuó sin dudarlo con el guión de su jefe para intentar impedir la certificación de Biden por el Colegio Electoral.

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