Trump amenaza con demandar a la cadena ABC por reponer el programa de Kimmel
«Nuestro Gobierno no debe controlar lo que decimos», recuerda el humorista en su regreso a las pantallas tras seis días fuera de antena
Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Miércoles, 24 de septiembre 2025, 06:35
El de Jimmy Kimmel en la noche del martes fue el regreso más esperado. «¡Bienvenido de vuelta, Jimmy!». Público, actores de Hollywood, sindicalistas, estrellas de ... la televisión y cualquier espontáneo que simplemente celebrase la libertad de expresión se dieron cita en el Centro de Entretenimiento El Capitán de Los Ángeles para aupar al humorista político de la noche estadounidense, despedido fulminantemente seis días antes a petición de Washington. A Donald Trump no le gustó su regreso y amenazó veladamente a la cadena ABC con una nueva demanda.
«No me puedo creer que ABC Fake News le haya devuelto el trabajo a Jimmy Kimmel», protestó el presidente de Estados Unidos en su red, Truth Social. «¡ABC le había dicho a la Casa Blanca que su programa había sido cancelado!». Atacaba una vez más a la empresa, que públicamente había intentado justificar el despido como una forma de templar la tensión social desatada tras el asesinato de Kirk, pero que ahora quedaba al descubierto como una clara concesión a los caprichos del mandatario, que no soporta las críticas. «Creo que voy a poner a prueba a ABC», resolvió el magnate republicano al insinuar una nueva demanda. «A ver cómo lo hacen. La última vez que fui a por ellos me dieron 16 millones de dólares. Suena a que esta vez va a ser incluso más lucrativo. ¡Panda de perdedores! Deja que Jimmy Kimmel se pudra con sus malos ratings», publicó en su red.
El humorista no defraudó. Usó su monólogo inicial, que pasó de los 10 minutos habituales a 30, para decir con claridad que no iba a dejar pasar las cosas. Durante su intervención hubo espacio para la emotividad, con un recuerdo a la «grandeza» de la viuda de Charlie Kirk por sus palabras sobre el perdón durante el funeral de su esposo; para reírse de Trump, de las contradicciones de su Administración, y para criticar los ataques a la prensa. Y aquí el mensaje fue contundente: «Nuestro Gobierno no debe controlar lo que decimos».
Volvió como Unamuno a las aulas tras su exilio. «Como os iba diciendo antes de que me interrumpieran… No estoy seguro de quién ha tenido las últimas 48 horas más extrañas, si yo o el consejero delegado de Tylenol (paracetamol, medicamento que Trump asocia al autismo)». Era el Jimmy de siempre, eso sí, emocionado por las desbordantes muestras de solidaridad que había cosechado en esos seis días fuera de antena. «He sabido de toda la gente del mundo diez u once veces», agradeció, poniendo por delante a sus amigos y competidores del humor político, empezando por Stephen Colbert, al que CBS ha comunicado su despido anticipado para cuando finalice la temporada, y acabando con el apoyo de naciones como Alemania. «El tipo me ha ofrecido un trabajo. ¿Te puedes creer que este país se ha vuelto tan autoritario que los alemanes nos llaman para decirnos 'vente para acá'? Si a Trump le ofende que le llamen nazi y le comparen con Hitler, ahí tenía su primera dosis de irritación».
Se trataba, como se mofó él mismo en la apertura triunfal, «del monólogo más anticipado de la televisión en años». ¿Se disculparía Kimmel por las palabras sobre la muerte de Kirk que sirvieron como excusa para cancelar abruptamente su programa, o volvería desafiante ante las cámaras, criticando al presidente que le había hecho la cruz, mucho antes de que el activista fuera asesinado? Lo suyo era tomárselo con humor, aunque el momento en el que «ABC ha optado por reponer el programa de bajos ratings», como le critica el líder republicano, fuera emocionante, para él y para la audiencia.
Emocionado y agradecido
Al humorista se le quebraba la voz a esas horas, agradeciendo al público que le importase tanto como para elevar el tono para que la suya se oyera. «Nunca lo olvidaré», dijo emocionado. «Pero más que nada quiero agradecer a la gente que no apoya mi programa ni mis creencias, pero aun así defiende mi derecho a compartirlas». Entre ellos, lo mencionó, estaba Joe Rogan, el presentador del pódcast que contribuyó a la victoria de Trump y que la víspera había criticado a cualquier gobierno que censurase la libertad de expresión. «Si la gente piensa que eso está bien, estás loco, porque mañana será usado contra ti», advirtió.
La suspensión del espacio desató una oleada de protestas en un país que ya había soportado la represión en las universidades, la extorsión de bufetes de abogados y medios de comunicación, la purga de dos millones de funcionarios y numerosas agencias gubernamentales, pero no la censura del humor político, incorrecto por naturaleza. Cerrar la válvula de escape con la que la sociedad libera la ansiedad del momento fue la gota que colmó el vaso. Tanto que Disney tuvo que dar marcha atrás y devolver el programa a la estrella televisiva, presentador de los Oscar en tres ocasiones.
Kimmel agradeció a quienes le han apoyado en estos días fuera de antena, desde colegas de profesión al influencer Joe Rogan o países como Alemania
Uno de cada cuatro estadounidenses no pudo ver el programa. Los dos principales grupos de comunicación del país, Sinclair y Nexstar, que la semana pasada recogieron el guante de Trump y cancelaron la emisión de 'Jimmy Kimmel Live' antes incluso de que Disney lo anulase, decidieron no emitirlo. Cada una tiene cerca de 200 emisoras afiliadas a las principales cadenas de televisión.
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