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La fiscal del caso Watergate, Jill Wine-Banks, hoy es comentarista legal en la cadena NBC sobre la investigación de Trump en el asalto al Capitolio.
«No imputar a Trump no solo sería partidista, sino además peligroso»

«No imputar a Trump no solo sería partidista, sino además peligroso»

Jill Wine-Banks FISCAL DEL 'CASO WATERGATE' ·

La veterana fiscal habla en exclusiva sobre las audiencias públicas de la Comisión del 6 de enero y las diferencias con el caso Watergate

caroline conejero

Nueva York

Sábado, 9 de julio 2022

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La sombra del escándalo Watergate que acabó con la Presidencia de Richard Nixon se cierne sobre toda la investigación del presunto intento de golpe de Donald Trump como una sombra de precedentes, lecciones aprendidas y de resolución inacabada. Y a pesar de sus inmensas diferencias –el Watergate fue una conspiración contra el partido político de la oposición, mientras que el asalto al Capitolio se trató fundamentalmente de un ataque a la democracia–, los paralelismos abundan.

El abrumador testimonio contra el magnate republicano de Cassidy Hutchinson, la ayudante del jefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, ha sido comparado al de John Dean, exabogado de la Casa Blanca en la época de Nixon, que llevó a establecer la existencia de un sistema de grabación secreto en la propia sede presidencial. Una pieza central de esa investigación fue el interrogatorio a la secretaria del presidente, Rose Mary Woods, a quien se hacía responsable de borrar accidentalmente 18,5 minutos de las cintas secretas. El impecable cuestionario que demostró imposible que se hubiera tratado de un accidente —y por tanto, que la Casa Blanca encubría la verdad—, corrió a cargo de otra mujer, la fiscal Jill Wine-Banks, parte del equipo del entonces fiscal especial Leon Jaworski.

Hoy en día comentarista legal sobre la investigación de Trump en la cadena NBC, la veterana Jill Wine-Banks habla desde Chicago en exclusiva para este periódico sobre las audiencias públicas de la Comisión del 6 de enero y las diferencias con el caso del Watergate.

–¿Cómo valora el trabajo del comité de congresistas?

–La comisión ha realizado un buen trabajo y ha expuesto un caso sólido contra el expresidente. He visto una evidencia puntual de numerosos delitos como obstrucción a la Justicia y provocar una insurrección, que imposibilita poder ser elegido nunca más para un cargo público. También el delito de conspiración para defraudar al Estado y otros estatales, como en Georgia, por intento de interferencia en las elecciones.

–A la vista de la abundante evidencia, la mayoría de la gente se pregunta por qué Trump no ha sido imputado todavía.

–No está claro, podría ser que existiera alguna evidencia exculpatoria. Lo dudo, pero podría ser. Es extraño que aún no hayan imputado a Meadows, al menos por desacato a la comisión. Que fuera un alto cargo no le excluye de la ley. Otra posibilidad es que pudiera estar cooperando, pero no lo creo, o que todo se esté desarrollando con la esperanza de que Meadows entienda que su posición es insostenible y se atenga a cooperar.

–El Departamento de Justicia ha pedido todos los informes de la investigación a la Comisión.

–Sin duda, está investigando y desde luego sabe más que nosotros, pero creo que va muy despacio. No hay que esperar a tener el caso perfecto o diez delitos: es suficiente con tener dos o tres. Con toda la evidencia que hemos visto hasta ahora podría ser imputado ya, un jurado le condenaría y un tribunal sostendría esa condena.

–Durante el Watergate, Nixon nunca llegó a ser imputado porque dimitió antes de que el juicio de destitución llegara al Senado. Esa circunstancia parece pender sobre la investigación de Trump.

–En el Watergate había un proceso de 'impeachment' legítimo en marcha que hubiera podido resultar en una condena en el juicio del Senado con un veredicto de culpabilidad por los cargos de obstrucción a la Justicia, abuso de poder y desacato al Congreso. Pero Nixon renunció.

Sin evidencia suficiente

–En el marco legal de entonces se pensaba que un presidente no podía ser imputado mientras estaba en el cargo.

–Con Nixon yo sí pensaba que un presidente podía ser imputado si hubiera habido suficiente evidencia, que no la había en el Watergate. Pero el fiscal especial Leon Jaworski determinó en aquel momento que el 'impeachment' era la forma apropiada para procesar a un presidente que había violado la ley. Al final Nixon fue acusado de co-conspirador no imputado (de forma secreta por el gran jurado especial) porque fue parte de la conspiración y porque no hubiera sido justo para los otros conspiradores no incluirle.

–A pesar de las similitudes, existen grandes diferencias entre ambos casos. El contexto político y mediático durante el Watergate era diferente, había una voluntad política mayoritaria a favor de la investigación, y la prensa y el público desconfiaban de Nixon.

–Fue duro de ver durante el 'impeachment' a los republicanos declarando a Trump no culpable después de la violencia en el Capitolio. El Partido Republicano no votó contra él, lo exculpó entonces y continúan cubriéndole ahora. No sé si es que le tienen miedo.

Wine-Banks junto a su equipo fiscal durante el caso Watergate.
Wine-Banks junto a su equipo fiscal durante el caso Watergate.

–Usted ha definido el Watergate como la tormenta perfecta. ¿Fue el intento de golpe de Trump otra tormenta perfecta?

–Yo creí que ese momento no debería repetirse de nuevo, y aquí estamos: la historia se repite incluso peor. Porque ahora no se trata solo de un robo. Es un intento de anular mi voto, y el de cualquiera, en una democracia. Es una amenaza real e inminente al sistema democrático, no solo un caso de abuso de poder.

–Vivimos las consecuencias de la presidencia de Trump, como hemos visto estos días con las decisiones de la Corte Suprema sobre el aborto o las armas. Básicamente, cinco personas no elegidas toman ahora decisiones por todo el país. ¿Es posible destituir a los miembros de una institución que parece estar por encima de la ley?

–Hay algunas opciones. Se puede destituir a los miembros si existe evidencia de que hayan mentido bajo juramento. El Congreso puede imponer un reglamento ético y puede también limitar los mandatos de sus miembros, a 10 años, por ejemplo, de forma que cada presidente pueda nombrar al menos un juez durante su mandato. La Corte debe estar en línea con las actitudes políticas actuales. Como sabemos, la mayoría de los norteamericanos apoya el aborto, pero la Corte ha dictaminado en su contra. Y eso no puede ser, particularmente cuando ninguno de ellos ha sido elegido, y cuando representan a una minoría de una minoría. El Partido Republicano es una minoría y la extrema derecha es una minoría de esa minoría.

–No es una visión muy positiva.

–Vivimos en un país donde francamente no tenemos el mandato de la mayoría, y personalmente creo que habría que eliminar el 'filibuster' (del Senado) porque perpetua el poder de la minoría.

–Usted demostró que la Casa Blanca de Nixon quería echarle la culpa a Rose Mary Woods de haber borrado los 18,5 minutos de una de las cintas comprometedoras del caso. El momento fue impactante: dos mujeres frente a frente en uno de los instantes judiciales más cruciales de la historia del país. ¿Cómo lo vivió?

–Cuando estás en momentos de ese nivel en la historia y cuando tu propia presencia rompe barreras, mantienes la cabeza 'gacha' y te enfocas en hacer trabajo. El mejor trabajo que puedas hacer. El interrogatorio fue muy importante porque la opinión pública empezó a percibir la gran mentira y a ver a la Casa Blanca como lo que era. Y no tenía nada que ver con que ella y yo fuéramos mujeres, los hechos eran obvios.

El juez, John Sirica, les dijo: «Vamos a ver, señoras, ya tenemos bastantes problemas en la sala para tener que ver a dos mujeres peleándose».

–Tienes que oír cosas así, como en otra ocasión cuando estaba interrogando a uno de los acusados: 'Señor (Robert) Mardian, no sabe que nunca se puede ganar un argumento con una mujer?'. Es horrible, considerando que eres la fiscal. En aquel tiempo te introducían a sus amigos diciendo la «abogado mujer».

«El público tendrá que pensar que es demasiado culpable y quizás afecte al voto»

El testimonio de Cassidy Hutchinson ante la Comisión del 6 de enero reveló escenas de un presidente desequilibrado, violento y fuera de control.

–Nunca se había visto tan de cerca este aspecto del comportamiento de Donald Trump. ¿Qué sensación le produce?

–El testimonio de Cassidy sobre la escena del presidente loco lanzando el plato con el kétchup contra la pared fue devastador. En los últimos días del Watergate se informó que Nixon estaba desquiciado, que iba por los pasillos de la Casa Blanca hablando solo con los retratos de las paredes, que bebía demasiado y era grosero. Al final se trata de dos hombres débiles, fracturados de forma similar. Cuando oímos sobre todas estas anormalidades, horroriza pensar que tengan acceso a los códigos nucleares.

–Las audiencias de la comisión están teniendo un efecto en la opinión pública y ahora la mayoría de los norteamericanos están a favor de imputar a Trump. Incluso ha aumentado su número entre los republicanos.

–La cadena Fox News, que no ha retransmitido las audiencias, emitió la de Hutchinson esta semana, y uno de los presentadores dijo incluso que la evidencia era perjudicial para Trump. Algo está cambiando, quizás empiece a calar entre sus seguidores, incluso si solo es entre los moderados. Esta vez el público tendrá que pensar que es demasiado repulsivo, demasiado corrupto, demasiado culpable. Y quizás afecte al voto en las elecciones de este año. Eso es muy importante para mí.

–Por usar sus propias palabras, ¿no imputar a Trump no solo sería partidista, sino además peligroso?

–Creo que la imputación penal es la solución correcta y creo que América va a continuar pidiéndola. Porque si no se le hace responsable entonces está por encima de la ley, y nosotros creemos firmemente que nadie está por encima de la ley. Si hubiéramos imputado a Nixon después de dimitir, que equivaldría a imputar a Trump ahora, se habría establecido un precedente y un mensaje al propio Trump. Saber que podría ser imputado quizá le hubiera detenido de hacer todo lo que ha hecho y continúa haciendo, con sus historias de fraude electoral.

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