Harvard sopesa pagar 500 millones de dólares para cerrar la disputa con Trump
El acuerdo está pendiente de la firma del presidente de la universidad, que se resiste a compartir datos sensibles de admisiones y contratos
Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Martes, 12 de agosto 2025, 20:03
Harvard está a punto de claudicar ante Donald Trump, según fuentes del diario 'The New York Times'. La Universidad más rica y prestigiosa de EE ... UU, con 50.000 millones de dotación, ha calculado que la batalla judicial será larga y, entre tanto, está perdiendo cuantiosos subsidios federales. Le compensa más pagar 500 millones de dólares, como han hecho Columbia y otros centros educativos.
Esa es la cifra sobre la mesa que baraja el rotativo para la fase final del acuerdo de Harvard con el Gobierno. La batalla no ha sido en vano, porque el dinero no irá directamente al Ejecutivo federal, como hicieron Columbia y Brown, sino que lo invertirá la propia Universidad en programas educativos, de formación e investigación, a cambio de que la Administración Trump le devuelva entre 2.200 y 2.600 millones de dólares en fondos en contratos y subvenciones de investigación que le había congelado en primavera. La trampa es que esas inversiones tienen que adaptarse a las prioridades de Washington y cumplir con los requisitos que imponga, además de demostrar que no se ajustan a ningún criterio de diversidad.
Las fuentes de 'The New York Times' advierten que nada está cerrado y será el presidente de Harvard, Alan Garber, quien tenga la última palabra. La filtración a la prensa aumenta la presión interna de estudiantes y profesores, que no confían en el Gobierno de Trump para cumplir compromisos y temen que las demandas aumenten a largo plazo.
La referencia de Brown
El modelo de referencia más reciente es el de Brown que, además de pagar 50 millones, se comprometió a limitar el acceso de atletas 'trans' a los vestuarios femeninos, a contratar encuestas externas sobre el clima en el campus y a realizar labores de acercamiento con organizaciones judías. Columbia ha aceptado una supervisión permanente y la obligación de reportar datos sensibles sobre contratos y admisiones. El acuerdo que negocia Harvard incorporaría algunas cláusulas similares, pero la Universidad se resiste a aceptar una de las demandas más polémicas de Trump a todos los centros: la entrega detallada de datos de admisiones, incluidos de raza y género.
Estudiantes y profesores no confían en el Gobierno de Trump a la hora de cumplir compromisos y temen que las demandas aumenten a largo plazo
La cifra que abonaría Harvard es más del doble de la que pagó Columbia -210 millones de dólares- y diez veces lo que dio Brown. La Universidad de Massachusetts estaría dispuesta a aceptarla para cerrar un capítulo que amenaza con prolongarse en los tribunales y se anticipan nuevas vías de castigo político y financiero. El plazo para presentar las solicitudes de subsidios expira en septiembre y, aunque el centro había sacrificado el juicio para pedir a la jueza una resolución expedita, el Gobierno planea apelar su decisión.
El borrador del acuerdo incluye también el compromiso de reforzar las medidas contra el antisemitismo en el campus, la 'excusa' de Trump para esta ofensiva contra las universidades de élite, lamentó en su día el presidente de Harvard, «como judío y como estadounidense». A cambio, la Administración pondría fin a las múltiples investigaciones abiertas, desde el Departamento de Justicia hasta el de Comercio, y retiraría sus intentos de impedir la matriculación de estudiantes internacionales.
Desde abril
El choque estalló en abril, cuando la Casa Blanca envió una lista de exigencias que incluía desde auditorías ideológicas de los alumnos hasta cambios en el currículo y la reducción de la influencia del profesorado sin plaza fija. Harvard se negó. Horas después comenzaron a llegar las represalias con el bloqueo de sus fondos de investigación, la prohibición de aceptar estudiantes extranjeros, que suponen el 27% de sus inscripciones y el 21% de los ingresos totales por matrícula y alojamiento.
Más allá de los detalles técnicos, lo que está en juego es si la Universidad más influyente del país cede terreno en la defensa de la libertad académica ante la presión de un presidente que ha convertido la confrontación con las élites universitarias en un arma política.
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