Estados Unidos cierra su Gobierno y manda a casa a 750.000 funcionarios
La falta de acuerdo entre republicanos y demócratas para dotar de fondos a las agencias federales fuerza la suspensión de servicios
Mercedes Gallego
Miércoles, 1 de octubre 2025, 05:56
A medianoche, el Gobierno de EE UU, inexorablemente, cerró todos sus servicios no esenciales por haberse acabado el año fiscal sin un acuerdo entre republicanos ... y demócratas para crear una partida económica que sirva de puente hasta que se aprueben los próximos presupuestos. La caducidad de los fondos afectará a las agencias federales y a un abanico de servicios muy diverso: desde la cancelación de las inspecciones de Trabajo o de determinadas funciones sanitarias hasta el mantenimiento de los jardines. También enviará a casa a cientos de miles de funcionarios y trabajadores de la Administración hasta nuevo aviso. El impacto sobre los empleados y la economía depende ahora de si los dos grandes partidos llegan a un acuerdo y si el cierre se prolonga días o semanas.
Las primeras reacciones políticas no se han hecho esperar y, como era previsible, cada uno de los dos bloques ha echado la culpa al otro. El senador Chuck Schumer, demócrata de Nueva York, ha denunciado que «el cierre republicano acaba de comenzar porque no han protegido la atención médica de los estadounidenses. Seguiremos luchando por el pueblo estadounidense». Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, ha escrito un mensaje en las redes sociales donde afirma que «los demócratas han votado oficialmente para CERRAR el Gobierno. ¿Cuánto tiempo permitirá Chuck Schumer que continúe este dolor por sus propias razones egoístas?».
El cerrozajo del Gobierno se produjo exactamente a las 00.01 horas de este miércoles (las seis de la mañana en España). A partir de ahora la intensa batalla negociadora para evitar el apagón de Ejecutivo se traslada a la opinión pública: lo que importa ya es ganar la narrativa de quién es el culpable. Y cuando se trata de narrativas, Trump es un mago con muchos trucos en la chistera.
Con la ayuda de IA, el mandatario colgó anoche en su cuenta de Truth Social vídeos en los que pone mostachos y sombreros mexicanos a los líderes de la oposición demócrata, a los que acusa, a ritmo de mariachi, de haber dejado sin trabajo a dos millones de funcionarios para sacar dinero con el que financiar el seguro médico de inmigrantes indocumentados.
Prórroga del 'Obamacare'
Lo que en realidad busca el Partido Demócrata es una prórroga a los subsidios de la Ley de Atención Médica Asequible, conocida como 'Obamacare', que expiran a final de año y de los que se benefician 22.4 millones de personas, pero el partido de Trump se niega. Sabiéndose dueño de un discurso que los acusa de despilfarro y de favorecer falsamente a los inmigrantes -que no tienen acceso a esos subsidios-, el presidente juega ahora la carta de aprovechar la crisis que generará para hacer «cosas irreversibles» de las que culparlos, como ordenar despidos masivos de funcionarios y cancelar «programas de gobierno que les gustan», advirtió. «No tenemos otra opción, va a haber muchos despidos y los afectados van a ser demócratas».
Precisamente por eso tres demócratas se sumaron a los republicanos en la última votación del martes en el Senado, sin lograr con ello la mayoría cualificada que se necesitaba. «Quiero plantarle cara a Donald Trump», se justificaba el senador independiente Angus King, «pero para mí darle más poder no es plantarle cara, es justo lo contrario».
Sus compañeros demócratas pensaban que no tenían más opción, dada la frustración de las bases por su incapacidad para frenar la agenda de Trump. Desde que el Congreso aprobase en 2010 la reforma sanitaria de Barack Obama, la Cámara de Representantes ha votado más de 50 veces para revocarla o desvirtuarla. En 2017 el senador republicano y ex candidato presidencial John McCain llegó a abandonar su tratamiento de cáncer para acudir al Senado y salvar Obamacare, sumándose a los demócratas, en un voto clave que pasó a la historia por su ajustado resultado y el sermón bipartidista de un McCain moribundo: «Algunos de los elegidos para esta cámara tienden a clamar victoria incluso con la más embarazosa derrota legislativa, siempre que puedan decir que cayeron peleando», les recriminó.
Eso es también lo que harán los demócratas en los días venideros. Como oposición sin dientes, necesitan jugar duro esta baza para demostrar agallas políticas. Trump, por su parte, sabe que en crisis hay oportunidades. «Muchas cosas buenas salen de un cierre de gobierno», afirmó ayer frotándose las manos. Meterá la cuchilla y se limitará a repetir la cantinela: «Quieren fronteras abiertas, hombres jugando en deportes femeninos, transgénero para todos. No aprenden nunca. Les ganamos unas elecciones por goleada. Simplemente no aprenden. Así que no tenemos opción».
Se estima que 750.000 funcionarios asignados a trabajos no esenciales se quedarán este miércoles en casa sin trabajo ni sueldo, por culpa del decimoquinto cierre del gobierno desde 1980, aunque lo habitual es que cuando se resuelva el entuerto se les hagan pagos retroactivos. El último cierre del Gobierno ocurrió hace siete años, precisamente durante el primer mandato de Trump. Fue el más largo de la historia, 35 días, lo que resultó en una contracción del PIB del 0.4%, según la Oficina de Presupuestos del Congreso.
El mandatario ya jugaba duro entonces y ahora podría subir la apuesta o negociar, depende de cómo soplen los vientos y las encuestas. Por lo pronto, los servicios fiscales han dejado de recaudar impuestos, los parques nacionales han cerrado y las autoridades sanitarias no hacen inspecciones o emiten licencias. Cientos de miles de contratistas privados que limpiaban edificios públicos o se hacen cargo de su seguridad nunca recuperarán el sueldo perdido.
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