El caso Epstein abre una brecha entre el presidente y sus bases
Trump niega ser el autor de una carta en la que felicitaba al financiero pederasta por su 50 cumpleaños con frases de complicidad sexual
Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Viernes, 18 de julio 2025
Hay escándalos que cuanto más se intentan tapar, más vida cobran. Es el caso de los archivos de Jeffrey Epstein, el financiero acusado de abusar ... de centenares de adolescentes, que ofrecía a sus amigos ricos y poderosos. Su suicidio en 2019 alimentó la teoría de que le hubieran asesinado en prisión para llevarse la lista de clientes a la tumba, un secreto que el gobierno de Donald Trump prometía sacar a la luz cuando llegase al poder. Lo que nadie esperaba es que, una vez frente a los archivos, se enfrentase a sus bases para enterrar el caso.
«Hora de soltar el verdadero bombazo: Donald Trump está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se hacen públicos», tuiteó Elon Musk el 5 de junio, cuando se fue de la Casa Blanca dando un portazo. Al día siguiente lo borró, pero ya era tarde. La prensa y la oposición habían tomado nota y no dejaron de presionar a la fiscal general, Pam Bondi, para que hiciera públicos los archivos prometidos. Ella ha aguantado estoicamente hasta esta semana, alegando que no había tal lista y que solo contenían material pornográfico. A nadie se le escapó que cada vez que salía el tema, Trump se ponía muy nervioso y atacaba sin piedad a cualquier periodista que se atreviera a preguntar por ello.
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El jueves por la noche fue el diario 'Wall Street Journal' el que sacó a la luz una de las cartas a Epstein firmada por «Donald» Trump en 2003, cuando aún compartía fiestas y mujeres con ese amigo con el que tenía «ciertas cosas en común», decía en la carta, incluyendo «el gusto por las mujeres, algunas de ellas en el lado más joven», había reconocido en 2002. «Los enigmas nunca envejecen», terminaba profético la misiva.
Le había pedido que la escribiera Ghislaine Maxwell, la socialité británica que se ganaba la confianza de adolescentes para que Epstein y sus amigos abusaran de ellas. Según el WSJ, que dice haber visto la carta, esta forma parte de un álbum encuadernado en cuero con las felicitaciones que pidió a los amigos del financiero por su 50 cumpleaños.
La de Trump estaba escrita a máquina dentro del contorno de una mujer desnuda «aparentemente hecho a mano con un rotulador grueso». Un par de arcos marcan el pecho y la firma angulosa de «Donald» aparece por debajo de la cintura, simulando vello púbico. «Feliz cumpleaños. Que cada día sea otro maravilloso secreto».
«Ese no soy yo»
Antes de publicarla, los periodistas se entrevistaron con el presidente el martes, quien desmintió categóricamente su autoría y amenazó con demandarles -finalmente lo ha hecho-. «Ese no soy yo. Es falso. Es una historia falsa del Journal», ha bramado en las redes sociales. «Nunca he hecho un dibujo en mi vida. No dibujo mujeres. No es mi lenguaje. No son mis palabras».
El caso Epstein se ha convertido en una fractura interna en su relación con las bases. Por primera vez, el presidente ha tenido que enfrentarse a un cuestionamiento unificado desde su flanco más fiel: los conspiracionistas. Quienes esperaban que con su llegada al poder cayeran los muros que habían preservado en secreto las grandes conspiraciones de estado -desde el asesinato de JFK hasta la lista de clientes de Epstein-, podían perdonarle que matase a alguien en la Quinta Avenida, pero no que les mande acallar sus teorías conspiratorias, como ha hecho reiteradamente en la última semana.
Trump ha llamado «estúpidos» e «ingratos» a quienes exigían la publicación, ha tachado el asunto de «bulo demócrata» y aseguró que no quería más el apoyo de quienes dudaban de él. Su negativa ha sido interpretada como traición a la promesa fundacional del movimiento MAGA. De ahí que este viernes cambiara de estrategia y diese órdenes a su fiscal general de hacer públicas las trascripciones del gran jurado que imputó a Epstein, previa aprobación judicial.
Falta ver si sus huestes se conforman con ese hueso en lugar del cadáver completo con el que soñaban exponer la depravación de los grandes y poderosos. En cualquier caso, se trata de un aviso de que la veneración a Trump depende de que no sea visto como parte de la élite, sino como el caudillo que expondrá sus trapos sucios.
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