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En un juicio que se espera que se alargue, como mínimo, seis semanas, ocho horas de testimonio supondrían una simple gota en un océano de declaraciones si no fuera porque se trata del tiempo que habló Stormy Daniels en el tribunal de Manhattan donde ha caído el caso por soborno contra Donald Trump. La antigua estrella del porno intervino dos días -martes y jueves- en la misma sala que juzga al expresidente por falsificar documentos, precisamente, para ocultar el pago de 130.000 dólares a la actriz a cambio de que jamás contara nada sobre el encuentro sexual que habrían mantenido en 2006. Pero no calló. Ni hace unos años, cuando reveló el supuesto 'affaire' en el hotel Lago Tahoe, ni esta semana, con una doble comparecencia donde no ahorró detalles. Estas son cinco de las confesiones más explosivas de la mujer que declaró como Stephanie Clifford, su verdadero nombre.
En sus intervenciones Daniels fue tan gráfica -lo que no gustó al juez Juan Merchan- que no cuesta mucho hacerse a la idea del hombre de 59 años que se encontró, ella con 27, al llegar a la habitación del hotel donde el magnate la esperaba. Trump, según contó, abrió la puerta vestido con un pijama de «seda o satén». No recordaba bien el tejido, pero sí que el atuendo se asemejaba mucho al que solía plantarse el fundador de la revista 'Playboy' en las fiestas que organizaba en su popular mansión, donde casualmente se rodeaba de chicas a las que sacaba unas cuantas décadas. «¿Sabe Hugh Hefner que le robaste el pijama?», afirmó la exactriz porno que le espetó cuando le vio de esa guisa. El expresidente no tardó en cambiarse de ropa.
La cita comenzó con un poco de conversación en la habitación, que Daniels describió como «siete veces» más grande que su apartamento, aunque el plan era bajar a cenar. Después de dos botellas de agua, ella decidió ir al baño y al salir se dio cuenta de que, al menos Trump, había cambiado de opinión. «Estaba en la cama y sin calzoncillos», explicó. «Si alguien está en ropa interior sobre la cama, la intención es bastante clara», insistió. Y no pasa por el restaurante, precisamente. En ese momento, según su relato, el empresario la acorraló y la tumbó. La declaración de la antigua estrella del porno comienza en este punto a subir de tono, con detalles como que el expresidente no usó preservativo y que mantuvo relaciones sexuales con él en la postura del misionero.
El encuentro con Trump ha perseguido a Daniels durante mucho tiempo. No sólo por el peso de cargar con ese secreto -hasta que lo desveló y estalló el escándalo- sino también por la «vergüenza» que, admitió en el juicio, arrastra por no haberlo evitado. «Nunca dije 'no' porque nunca dije nada», reconoció. La exactriz recalcó que no había consumido ni alcohol, ni drogas pero cuando el magnate se interpuso ante ella para evitar que se marchara «perdió el conocimiento» y al volver en sí «estaba mirando al techo y no sabía cómo había llegado allí». «Intentaba pensar en otra cosa que no fuera lo que estaba ocurriendo», comentó en presencia del expresidente en la sala, donde es habitual verle medio dormido. En estas dos sesiones mantuvo los ojos bien abiertos.
Daniels afirmó que decidió quedar con Trump convencida por su publicista, que lo veía como una oportunidad para que participara en su programa de televisión 'The Apprentice' (El aprendiz) e impulsara su carrera como guionista y directora. De hecho, el empresario parecía interesado en su negocio más allá de las «cosas sexys» de la industria del porno, le hacía preguntas... y también le interrumpía cuando ella trataba de explayarse. «¿Eres siempre tan arrogante y pomposo?», le contestó, cansada de que le cortara una y otra vez. Al republicano -al que aún le quedaban unos años para pisar la Casa Blanca- no se le ocurrió entonces otra cosa que retarla a que le «azotara con una revista en el trasero». En la portada salía él.
El expresidente consideraba que Daniels, o al menos eso le dijo, no tenía ni un pelo de tonta. «Me recuerdas a mi hija. Es inteligente, rubia y guapa y la gente también la subestima», comparó en referencia a Ivanka, una de sus manos derechas. No fue el único detalle sobre su familia que compartió con la exactriz de cine para adultos, a la que le llegó incluso a hablar de su vida marital. Entonces, como ahora, estaba ya casado con Melania. «Ni siquiera dormían en la misma habitación», declaró que había confesado Trump antes de aquella relación que, casi dos décadas después, le ha llevado al banquillo de los acusados.
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