Biden se confunde de siglo

Llegó en la última pregunta, cuando un periodista pidió su opinión sobre la ley de 1864 sobre el aborto, que el Supremo de Arizona acaba de validar. «¿Qué le diría usted a la gente de Arizona, que ve respaldar una ley de la Guerra Civil?». Biden no vaciló: «Elígeme. Yo soy del siglo XX».

Necesitó apenas un segundo para darse cuenta de su error. «Del siglo XXI», corrigió, pero ya era tarde. El vídeo ya estaba capturado para hacerse viral. El presidente de 81 años se enfrenta en esta campaña a la percepción de que es demasiado viejo para optar a otros cuatro años de mandato. Mientras su campaña se centra en conectar con las redes sociales y la gente joven, que le da la espalda por las diferencias generacionales y su política con Palestina, el corte en el que clama ser del siglo pasado será exprimido en bucle por sus enemigos, que no pierden oportunidad para mofarse de él.

La Casa Blanca ha minimizado sus comparecencias con la prensa, cambiándolas por entrevistas amables e inofensivas, o cuatro palabras al viento cuando pasa por delante de las cámaras. En su primeros tres años de gobierno, antes incluso de entrar en campaña, Biden dio 32 conferencias de prensa, frente a las 52 de Trump, las 66 de Obama, 65 de W. Bush y 111 de Bill Clinton, según la cuenta de la Universidad de California en Santa Barbara. Su esposa, Jill Biden, ha amonestado al personal del Ala Oeste por dejarle hablar más de lo necesario durante las mismas, que es como darle soga para que se ahorque, al responder a preguntas sin programar donde su espontaneidad suele gastarle malas jugadas.

En febrero, cuando Biden se dio la vuelta para responder una pregunta más sobre Israel, tras unas declaraciones pensadas para desmentir las devastadoras conclusiones del fiscal especial Robert Hur sobre su deterioro cognitivo, el presidente se refirió al mandatario egipcio Abdel Fatah Al-Sisi como «el presidente de México», en la tercera confusión de mandatario que se le oía esa semana. «Eso será todo lo que la gente recuerde», lamentó el analista de CNN Jeffrey Tobbin.

Hubiera sido difícil evitar la conferencia de prensa de ayer, la primera desde que respondiera a las preguntas de la prensa mano a mano con Volodímir Zelenski el 12 de diciembre. Es tradición compartir el pódium con los mandatarios extranjeros invitados a la Casa Blanca, durante una conferencia de prensa en la que al menos se contestan tres preguntas de cada delegación de prensa, la visitante y la local. Biden agasajaba al primer ministro japonés Fumio Kishida este miércoles por la noche con una cena de estado en la que actuaría el cantante Paul Simon -muy del siglo XX-. ¿Cómo regatearle la oportunidad de mostrarse ante las cámaras junto al anfitrión?

Ambos discutieron las relaciones económicas del primer país inversor en EE UU, los deseos de Japón para «la paz y la estabilidad» en una región marcada por la tensión con Taiwán, en una política que prioriza el diálogo para tener «relaciones estables». Biden se mostró abierto a iniciar conversaciones con Corea del Norte «sin precondiciones», reiteró su apoyo «blindado» a Israel frente a los grupos afiliados a Irán, y advirtió que el Gobierno de Netanyahu todavía no está haciendo lo necesario para permitir la entrada de ayuda humanitaria a Gaza. «Veremos si cumple los compromisos que ha adquirido conmigo», dejó caer.

Con todo, una vez más, lo único que la mayoría de la gente recordará sobre esa primera conferencia de prensa del año será que en noviembre próximo tendrá que elegir a un presidente del siglo pasado. Una realidad en la que los procesos de 'fact checking' no podrán desmentir a los vídeos virales.