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La Convención Nacional Demócrata no es un foro político. Es un 'blockbuster'. Una enorme superproducción repleta de actos entre las cinco de la tarde y las diez de la noche para ocupar todas las horas de máxima audiencia en las televisiones y plataformas de streaming. El auditorio del United Center de Chicago lo podría alquilar el partido a los hermanos Russo. A la productora de George Lucas. Cualquiera podría toparse allí con el casco de Iron Man o la espada láser olvidados entre las butacas. «Un espectáculo que eleva al máximo la capacidad de impacto de los candidatos». Un escenario hecho para ganar elecciones, según los organizadores. «Es hora de subirnos al escenario de la Historia», confirma el senador de Nueva Jersey, Cory Booker, quien este lunes predijo que será «una fiesta increíble».
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J. Gómez Peña
Sin embargo, como sucede en todo drama de superación, la trama comienza por lo más humilde. Huevos, bacon y patatas. El desayuno de los campeones que se zamparon este lunes los delegados demócratas en el hotel Royal Sonesta, donde les recibió la representación anfitriona, Illinois. Gwen, la mujer de Tim Walz, les confió en un breve discurso que coincide en muchas cosas con el candidato a vicepresidente, pero la primera fue que «la educación puede ser transformadora».
La última ocasión en que el Partido Demócrata festejó la nominación de una aspirante a presidenta se remonta a Hillary Clinton en 2016. Entonces, cuentan las crónicas, su equipo montó una galería con los retratos de todos los anteriores mandatarios de EE UU –hombres– y dejó una casilla cubierta con un vidrio. Al romperse, apareció el rostro de Hillary.
Kamala Harris ha prescindido de gestos que hagan referencia a su sexo o su color. Lo fundamental son los contenidos sociales, económicos y de igualdad de su programa. Entre ellos, combatir a los Estados republicanos que ponen trabas a la interrupción del embarazo. Hay un nombre muy especial que el lunes por la noche habló en el congreso: Headley Duvall. Su padrastro la violó repetidamente siendo niña y quedó embarazada a los doce años. La legislación estatal de Kentucky le dejó claro que debería seguir adelante con la gestación. Al final tuvo un aborto espontáneo. «La idea de que los políticos me obliguen a dar a luz al bebé de mi violador es inconcebible», exclama.
Hillary Clinton puso de moda el lema 'Estoy con ella', que los militantes agitaban en cartelitos hace ocho años. La sucesora de Joe Biden prefiere, en cambio, que en el United Center prime el escueto 'Harris-Walz', como el nombre de un bufete.
Sin embargo, la ex fiscal general es consciente de que no podrá borrar ni su género ni su origen de todo lo que se haga estos días en la convención. La Fundación Rainbow PUSH, creada en 1996 y con sede en Chicago, ha rendido homenaje a su fundador, el reverendo Jackson, un icono del activismo por los derechos sociales que en 1984 se presentó a las primarias del Partido Demócrata.
«La razón por la que Kamala Harris será nominada comienza en este mismo edificio», dijo el reverendo Al Sharpton, en alusión al 'santuario' del centro en el distrito de Kenwood donde se desarrolló el acto. «Y comienza con este hombre. Ha sido un largo camino, pero el que nos ha traído hasta aquí ha sido Jesse Louis Jackson».
La lista de famosos que se deja ver por el cónclave es prolija. Una parte de la culpa la tienen Stephen Colbert, el popular presentador del 'Late Show' de la CBS, que hace su programa en directo desde el Auditorium Theatre, y Comedy Central, que emite 'The Daily Show' también desde Chicago. Colbert ya ha alineado a Hillary Clinton, la expresidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, y a su sucesor, Hakeem Jefries, además de a Julia Louis-Dreyfus, quien encarnó a una vicepresidenta de EE UU en la serie de HBO 'Veep'. Comedy Central se ha llevado a políticos como el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, y el gobernador de Maryland, Wes Moore.
Los demócratas ven en la música y el arte dos tarjetas de visita del progresismo. Han concentrado a cientos de artistas, músicos y actores. No estarán Jennifer López y Ben Affleck –en aquella ocasión casado con Jennifer Garner– como en la convención de Obama en 2008. Pero a los conciertos de John Legend, Joan Jett o Drive-By Truckers, hay cierta ilusión en que se sumen Taylor Swift y Beyonce. El republicano Donald Trump protagonizó este lunes la 'fake news' del día al divulgar que Taylor Swift había decidido apoyarle. En su partido, dice 'The Wall Street Journal' andan preocupados porque el magnate se toma la campaña demasiado a broma y sus humoradas pueden costarle caro.
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