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Desfile de la orden de Orange. EFE
Donaldson contra todos

Donaldson contra todos

El nuevo líder del unionismo norirlandés desafía a Bruselas, a Londres y a Dublín en la disputa más amarga tras el 'brexit'

Iñigo Gurruchaga

Londres

Sábado, 3 de julio 2021, 18:09

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El lunes 12 de julio, un centenar de desfiles de la Orden de Orange recorrerán las calles de Irlanda del Norte. Caminarán en formación hombres ataviados con traje paraguas, bombín y fajín anaranjado, seguidos de bandas que tocan con flautas y enormes tambores música con letrillas que evocan victorias militares del siglo XVII o himnos del sectarismo acticatólico persistente hasta hoy.

Sus marchas no son un carnaval, son afirmaciones políticas. El 'Orange Standard', revista mensual de la orden, dedica en lugar prominente en su última edición a explicar por qué la «Institución se opone a cualquier forma de legislación sobre la lengua irlandesa para elevar su estatus sobre el de otras culturas». Los partidos nacionalistas quieren una ley sobre el gaélico, que Londres apoya.

El Gran Secretario de la Orden, Reverendo Mervyn Gibson, reproduce la homilía que hubiese pronunciado a los concentrados tras las grandes marchas, si el Covid no hubiese obligado este año a dispersarlas en un centenar de desfiles locales. «¡No os equivoquéis, el Protocolo debe ser eliminado!», escribe el predicador; que advierte que la «Orden no fallará» en la «batalla del Protocolo».

El Protocolo irlandés del Acuerdo de Retirada estipula controles aduaneros entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, por la pertenencia simultánea de la región a las uniones aduaneras británica y común tras el 'brexit'. Afectan a empresas y a algunos aspectos de la vida cotidiana. En marzo hubo protestas callejeras. Según los pesimistas, los desfiles de este Glorioso Doce iniciarán un «verano caliente».

Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea, subrayó a un comité de la Asamblea autonómica de Belfast esta semana que la concesión a Irlanda del Norte por la UE de ese estatus especial es extraordinaria. Permite aprovechar el acceso a ambos mercados, el británico y el comunitario. La región ya ha recibido inversiones directas de empresas extranjeras atraídas por la localización.

Pero el nuevo líder del Partido Democrático Unionista(DUP), sir Jeffrey Donaldson, que desfilará como miembro de la Orden de Orange, no ve ni beneficios ni razón alguna por la que el unionismo tenga nada que reprocharse, aunque el DUP votó por el 'brexit' más radical. Son las otras partes afectadas- Londres, Dublín y Bruselas- quienes tienen que satisfacer sus demandas.

Arrogancia y temor

En su discurso posterior a su confirmación como nuevo líder del DUP, esta semana, Donaldson advirtió de que el Protocolo es «un castigo de la UE a Reino Unido por marcharse, y lo hace utilizando a Irlanda del Norte». Su argumento es que la población de Irlanda del Norte suma 1.8 millones y que el comercio que la UE considera peligroso para la integridad del mercado único es en realidad «minúsculo». Boris Johnson, por su parte, tiene «el deber de proteger la integridad constitucional de Reino Unido», que la frontera entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte quebraría. Dublín «no puede defender el Protocolo y al mismo tiempo el Acuerdo de Viernes Santo» de 1998. La urgente tarea de sir Jeffrey, ahora diputado en Londres, es lograr un escaño en la Asamblea de Belfast para ser ministro principal del Ejecutivo autonómico y «liderar desde el frente».

Jeffrey Donalson nació en Killkeel, la localidad más al sur de Irlanda del Norte. La pérdida de familiares y amigos en atentados del IRA le llevó a entrar con 16 años en la Orden de Orange y en una unidad de voluntarios, el Regimiento de Defensa del Ulster, ya disuelto. Fue secretario de James Molyneaux, líder del Partido Unionista del Ulster(UUP), que gobernó la región durante cinco décadas.

Donaldson fue prominente durante el proceso de paz. En 1995 posó ante las cámaras de televisión rompiendo el tomo de los Documentos Marco que habían pactado los gobiernos de Londres y Dublín. Luego fue el perpetuo disidente de su líder, David Trimble, y le abandonó, y también el edificio donde se negoció el Acuerdo de Viernes Santo, en la mañana anterior al acuerdo.

Sumándose al DUP del fanático y corrupto clérigo, Ian Paisley, surcó la gran ola «antiacuerdo». Pero lo aceptó a posteriori. Donaldson se sumó a iniciativas de mediación en el País Vasco, recomendando vías que él había rechazado en Irlanda del Norte.

La capacidad de conversiones paulinas de Donaldson y de sus acólitos puede tranquilizar a la UE, pero por el momento va a tener que familiarizarse con una singular cultura política, tan arrogante como temerosa, en una región en donde se produce el rechazo más amargo de las consecuencias del 'brexit'.

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