La delirante banda que suspiraba por el Reich

Entre ellos, un técnico informático, una jueza, un soldador, una médico, un mecánico, un diseñador de parques y jardines y un abogado, pero también una astróloga y un cocinero, varios exmilitares y antiguos policías. Todos dirigidos por Enrique XIII príncipe Reuss, un noble empresario de exitosos negocios inmobiliarios con pasado de playboy. Pese a tratarse de un grupo tan variopinto, la Fiscalía Federal alemana les considera sumamente peligrosos y dispuestos a la violencia extrema, a matar incluso para lograr sus objetivos.

La acusación pública asegura que a finales de julio de 2021 fundaron una organización terrorista para acabar de modo violento con el actual orden democrático y el Estado de derecho en Alemania y, tras una fase de dictadura militar, reinstaurar el régimen del Deutsches Reich. Tras el golpe, los conspiradores pretendían negociar con las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial la recuperación del Reich y firmar con ellas un acuerdo de paz que, defendían, debía ser suscrito en nombre de Alemania por una persona de sangre azul, en este caso el príncipe Reuss, que además se colocaría la corona imperial.

Son los planteamientos del movimiento de los Reichsbürger o ciudadanos del Reich, que no admiten la legalidad de la República Federal y sus autoridades e insisten en la vigencia de las leyes y el régimen instaurados en 1871 al comienzo de la época de la Alemania imperial, en una fase histórica que acaba en 1945 con la derrota del nazismo. Según los servicios de inteligencia interiores, son 25.000 nostálgicos de la época monárquica, la mayoría de ideología ultraderechista y seguidores de teorías conspirativas.

El grupo en torno a Reuss alimentaba su conspiración con habladurías, mitos y cuentos chinos difundidos por la organización 'QAnon', fundada en 2017 en Estados Unidos, que alcanzó su apogeo durante la pandemia. Lars Oberndorf, policía retirado que participó en alguna reunión inicial del grupo, ha declarado que se distanció de la organización porque hacían afirmaciones absurdas, como insistir en que Alemania es gobernada por un 'deep state', un estado oculto compuesto por una élite de seres 'reptiloides' que se esconde en búnkeres y galerías militares subterráneos. Oberndorf, que ha sido llamado a declarar como testigo en los juicios, ha señalado que los conspiradores buscaban el contacto con el régimen de Putin para lograr el apoyo del Kremlin a su proyecto golpista, aunque también esperaban una intervención extraterrestre, que la asonada fuera iniciada por una «alianza alienígena».

Ante estas ideas y a la vista de la composición del grupo, podría parecer que la asonada estaría abocada al fracaso. Nada más lejos de la realidad, según la Fiscalía Federal, dado el brazo armado de la organización, que acumulaba 400 armas y cuyos líderes habían registrado el Reichstag y los corredores subterráneos que lo unen con el resto de los edificios parlamentarios en una visita guiada organizada por la antigua jueza y ya exdiputada de la ultraderechista Alternativa para Alemania Birgit Malsack-Winkemann, una de las presuntas dirigentes de la banda, ya en prisión.

A la cabeza del ala militar del Grupo Reuss figuran Rüdiger von Pescatore y Maximilian Eder, el primero coronel en la reserva y antiguo jefe de la brigada paracaidista del Ejército federal, y el segundo coronel retirado del Estado mayor alemán y excomandante del Comando de Fuerzas Especiales (KSK), la élite de las fuerzas armadas germanas. Cuando fueron detenidos en diciembre de 2022 ambos organizaban las llamadas Compañías de Defensa Patria, unidades armadas que el día X tenían la misión de extender el golpe a todas la grandes ciudades y de «neutralizar» a políticos y altos funcionarios que pudieran ofrecer resistencia.

El toque esotérico del grupo corría a cargo de la ingeniera electrónica y astróloga Ruth Hildegard Leiding, miembro del consejo formado por los seis fundadores de la organización, que asumiría tras el golpe el gobierno provisional de Alemania. En el nuevo consejo de ministros sería la responsable de Transcomunicación y de aportar al nuevo ejecutivo sus «conocimientos cósmicos». Leiding, de 70 años, era asesora espiritual del grupo y debía «verificar astrológicamente» la aptitud de los nuevos fichajes para la organización en base a su día y hora de nacimiento con la ayuda de Thomas T. , soldador de profesión, pero vidente de vocación, además de ayudante personal de Enrique XIII.

Mientras en Fráncfort se procesa a los líderes políticos, príncipe inclusive, y en Stuttgart a su brazo armado, en Múnich se juzga a los miembros más excéntricos de la organización, como la astróloga y el vidente, pero también a la médico internista Melanie Richter, una militante activa del movimiento antivacunas, crítica de las medidas adoptadas contra el coronavirus y partidaria de eliminar todo seguro médico y privatizar el sector sanitario. La doctora, que preveía asumir la cartera de Sanidad, figura como una de las más importantes financiadoras del grupo Reuss, al que le fueron incautados más de un millón de euros en oro y efectivo para financiar su frustrada asonada.