Crecen las críticas en Turquía por el ‘palacio volador’ de Erdogan

Así es el palacio volador de Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía. Toda una cortesía del emir de Catar, Tamim al Zani, si no fuera por los convulsos momentos que vive el país otomano, con una crisis institucional que se ha trasladado tanto a la parcela económica como social.

Este Boeing 747-8 VIP dispone de salas de reuniones, salones, comedores de gala, dormitorios con baño e incluso un hospital. El polémico regalo es incluso más largo que el 757-200 del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El regalo de Erdogan está valorado en la actualidad en unos 400 millones de dólares, unos guarismos económicos que no han sentado nada bien en Turquía, donde las finanzas del país no atraviesan precisamente por un momento boyante.

Erdogan defiende que se trata de un regalo para el gobierno turco y no para sí mismo por parte de su estrecho aliado y, según ha contado a los periodistas locales, la intención inicial era comprarlo pero «el emir dijo que a Turquía no podía cobrarle». El lujoso modelo se encuentra ya en el aeropuerto de Estambul, donde el fuselaje con los colores de Catar «ya se está repintando», según confesó el presidente turco a los periodistas el pasado fin de semana. «Si Dios quiere, podremos viajar con él cuanto todo esto acabe», deseó.

La aeronave, construida hace seis años, está contemplada para 70 pasajeros únicamente y 18 tripulantes. Se trata del mismo modelo de interiores recargados del que también disponen los mandatarios de Marruecos, Omán o Kuwait. Sus 76 metros de longitud convierten a este avión de pasajeros en el más grande del mundo y podría transportar a hasta 467 personas con una configuración normal.

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