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JOSÉ SEGURA CLAVELL
Domingo, 20 de marzo 2022, 01:00
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Vuelvo a poner el tema del Sahel sobre la mesa porque esta semana acogimos, en Casa África, la X Reunión de Enviados Especiales de la Unión Europea para esa región, organizada conjuntamente entre la Representación Especial de la UE para el Sahel, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y la institución de diplomacia pública española que dirijo.
Se trataba de un encuentro informal entre los diplomáticos de los países europeos encargados directamente de la región (Embajadores en Misión Especial o Enviados Especiales) y diversos expertos y líderes de las principales organizaciones multilaterales internacionales y africanas que se ocupan también del Sahel, como la Unión Africana, Naciones Unidas, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), el G-5 Sahel o la Coalición Sahel.
El que acabamos de clausurar tiene, además, la peculiaridad de llegar en un momento muy complejo para la zona, tanto desde el punto de vista de la seguridad como de la estabilidad política. El Sahel, recordemos, no solo lleva unos años en una espiral de incremento de la presencia y ataques yihadistas, con grupos como Al Qaeda o Estado Islámico con actividad constante, sino que la inestabilidad política que la inseguridad y la falta de expectativas acarrean (descontento popular y golpes de Estado) hacen cada vez más complicado actuar no solo para estabilizarlo securitariamente, sino para contribuir con proyectos de desarrollo a que las cosas mejoren. Es el binomio ya eterno entre seguridad y desarrollo en la región. Sin uno no habrá nunca de lo otro, y viceversa.
En su intervención ante cerca de 70 participantes asistentes, la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y Globales, Ángeles Moreno, dijo algo que me tranquilizó y satisfizo enormemente: España va a mantener su compromiso por la seguridad y el desarrollo del Sahel. Quizás les parezca cansina mi insistencia con este tema, pero no puedo dejar de preocuparme por la situación en el Sahel, tierra a la que la secretaria de Estado denominó nuestro flanco sur.
La señora Moreno recordó que «vivimos tiempos convulsos para la estructura geopolítica del mundo, pero también para el panorama político de varios países del Sahel». «Nuestro mensaje -añadió- es claro y simple: nunca podrán existir alternativas mejores que el respeto de la democracia y el estado de derecho».
La secretaria de Estado hizo hincapié en el esfuerzo que hará España por el impulso del desarrollo en la región a través de un enfoque integrado, que actúe en los ámbitos de la modernización de la agricultura y desarrollo rural, de la salud, del fortalecimiento institucional o de la promoción de los derechos de las mujeres y la igualdad de género.
Esta afirmación de nuestra secretaria de Estado ante todos los Embajadores europeos dedicados al Sahel es muy trascendente: ocurre en un momento en que tras el anuncio de la retirada francesa de la Operación Barkhane tras el golpe de Estado de Mali y el acercamiento de los rusos (con llegada de mercenarios del conocido grupo Wagner incluida) a la Junta Militar maliense, es significativo que España apueste tan abiertamente por mantenernos en la región, ya que no debemos olvidar, como he escrito en varias ocasiones, que es nuestro patio trasero.
Moreno contó en su intervención con la complicidad de la Representante Especial de la Unión Europea para el Sahel, la italiana Emanuela del Re, quien defendió momentos después en nuestro Auditorio Nelson Mandela que «la UE es y ha sido siempre el socio más leal y fiable del Sahel», por lo que también abogó por la permanencia frente a los argumentos de retirada o de reducción de la presencia: «Mi opinión es que deberíamos llevar más Unión Europea al Sahel. Esto significa más diplomacia y mediación y más acciones de seguridad», argumentó.
Según Del Re, en la región el escenario está cambiando rápidamente, y advirtió de que probablemente habrá un impacto de la guerra en Ucrania. El Sahel, expuso, «puede convertirse en un escenario de confrontación secundaria», algo que dijo «requerirá reacciones rápidas» por parte de la Unión Europea.
No es casualidad que donde más se ha agravado la situación sea en Mali y Burkina Faso, los dos países donde se han producido golpes de Estado en el Sahel. Una reunión como la celebrada en Casa África, dijo la Representante Especial, «es importante por nuestro intercambio de puntos de vista y reflexiones, para contribuir mejor, cada uno desde su posición y responsabilidad, a afrontar los retos de la región».
En estos dos días, los diplomáticos europeos pudieron hablar con los expertos de seguridad, pero también lo hicieron, y mucho, de desarrollo: del papel de los jóvenes y de las mujeres, esencial para afianzar cualquier esfuerzo que pretenda realizarse, y de la necesidad de la buena gobernanza. No olvidemos que el Sahel no solo es la región con mayor proyección de crecimiento demográfico del mundo, sino de toda la historia de la humanidad, puesto que en solo 20 años países como Chad, Niger, Mali o Burkina Faso duplicarán su población. Un reto enorme para la gobernanza.
Me quedo con una frase que nuestra directora general de África del Ministerio de Asuntos Exteriores, Alicia Rico, pronunció ante los Embajadores europeos: «Lo más importante es que hemos dispuesto estos dos días de un espacio para escuchar a los africanos y a las africanas», para entender así cuál es su visión de lo que está sucediendo. A veces, añado yo, es fundamental parar la vorágine tan complicada que vivimos para hacer lo que hicieron estos dos días nuestros diplomáticos en Casa África: escucharse, comprenderse, empatizar. Hablar, en definitiva.
No quiero terminar sin dejar bien claro el orgullo que me produce que Casa África haya acogido de nuevo una conferencia como esta, de alto nivel y con los mejores expertos del mundo en la región. Es realmente la esencia para la que fue creada esta institución: que sirva de plataforma de intercambio, de espacio donde españoles y africanos (y en este caso, bajo el auspicio de nuestro país, europeos y africanos) puedan dialogar con tranquilidad y sin presiones sobre lo que ocurre en el continente.
A veces tengo la sensación de que hay gente a la que le incomoda que en Canarias se hable del Sahel, especialmente de los riesgos que existen, de las cuestiones securitarias y de las potenciales amenazas que a corto, medio y largo plazo podríamos tener para España y Europa.
Nuestro país se está volcando en el Sahel, y si lo hace es porque hay un motivo. Nuestro trabajo es entender qué ocurre y por qué causas, escuchando precisamente a quienes más y mejor lo entienden: primero, a los africanos y africanas, y después, a los expertos de nuestro país y de la comunidad internacional como hemos hecho estos dos días. No hacerlo es vivir con una venda en los ojos. Cuanto más sepamos, más entenderemos cómo actuar y más sensibilizados estaremos en que se apliquen las recetas que se proponen.
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