Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 29 de marzo
Un conductor de Uklon (el Uber ucraniano), cuya empresa se ha convertido en un salvavidas para muchos ciudadanos durante la guerra. z. aldama
Rescates con chófer y coche de alquiler en Kiev

Rescates con chófer y coche de alquiler en Kiev

Servicios de automóviles o comida a domicilio solucionan problemas logísticos, de movilidad e incluso de seguridad a los ucranianos en plena guerra gracias a la economía digital

zigor aldama

Enviado especial Kiev

Sábado, 28 de mayo 2022, 23:57

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hasta que Vladímir Putin decidió invadir Ucrania el pasado 24 de febrero, Mikhail trabajaba en una empresa agrícola del este del país. «Con la ofensiva, tuvimos que cerrar y nos echaron a casi todos. Estuve desesperado unos días, porque apenas tenemos ahorros y debo mantener a mi mujer y a mis dos hijos», recuerda. Fue entonces cuando un amigo le comentó la posibilidad de rentabilizar su vehículo, un Hyundai plateado. «Ya conocía Uklon (el Uber ucraniano), pero nunca había pensado en conducir para ellos. Pensé que durante la invasión nadie lo utilizaría, pero me equivoqué», cuenta Mikhail.

Con la mayoría del transporte público suspendido y los servicios de emergencia desbordados, plataformas digitales como la propia Uklon y sus competidoras extranjeras Uber y Bolt se convirtieron en un salvavidas para muchos. «Hemos llevado a gente al hospital y hemos rescatado a quienes podían salir de los pueblos invadidos cercanos a Kiev. Hay que echar una mano cuando se puede», comenta Mikhail, para el que la plataforma está suponiendo un sustento vital. «Quiero volver a mi trabajo original, pero para eso hace falta que se reabra el puerto de Odesa, y no parece que vaya a suceder pronto», se lamenta.

Por otro lado, Uklon ha puesto en marcha dos iniciativas solidarias: recoge a través de su aplicación donaciones de los usuarios para proyectos en las zonas más castigadas por la guerra, así como para las fuerzas territoriales compuestas en su mayoría por soldados no profesionales. En las localidades fronterizas, ofrece viajes 'de repatriación' a precios reducidos para quienes quieren salir del país. Por ejemplo, el viaje entre Leópolis y la frontera de Polonia se puede realizar por menos de diez euros por pasajero.

Para los residentes que han preferido quedarse en las principales ciudades ucranianas, como Oleksandr y Mariiana, otro de los elementos clave para moverse de un lado para otro han sido los patinetes eléctricos de Bolt, que reinstauró el servicio con precios muy reducidos en abril. «Tenemos un coche, pero conseguir gasolina es casi imposible. Las colas duran horas, a veces las hacemos para nada porque se agota el combustible, y los precios han subido mucho. Estos patinetes eléctricos se han convertido en una alternativa muy buena en una ciudad con tantas cuestas», cuenta.

La empresa estonia los ofrece por una 'tarifa de desbloqueo' de 5 grivnas (14 céntimos de euro) a la que hay que sumar 1,5 grivnas (4 céntimos) por cada minuto de uso. «Es más caro que el metro o el tranvía, pero da mucha más flexibilidad», destaca Oleksandr.

Con casi todos los restaurantes cerrados y la población aterrada en sus casas, igual de relevantes han sido para el sector hostelero las aplicaciones de envío de comida a domicilio, entre las que destaca la española Glovo. Aunque suspendió sus operaciones el 24 de febrero, el 9 de marzo decidió arrancar de nuevos sus servicios con unos 700 'riders' que se han jugado la vida supliendo las carencias logísticas propias de un país en guerra. Ya son alrededor de 2.000. Solo en la primera semana desde la reanudación de sus servicios, Glovo completó 10.000 pedidos.

Ingenio

Una compañía arrienda patinetes eléctricos ante las dificultades para conseguir combustible

Muchos envíos fueron de organizaciones no gubernamentales (ONG), pero también hubo polémica por una fotografía en la que se ve a un soldado ucraniano con varios 'Kalashnikov' en una de las características mochilas amarillas de la plataforma. En cualquier caso, durante varias semanas, los 'riders' fueron clave para la supervivencia de numerosas familias. «Tomamos la decisión de reabrir por la gran demanda de comida, medicinas y otros productos básicos», explicó la empresa con base en Barcelona a través de un comunicado en el que añadía que sus operaciones en Ucrania no le reportan beneficios y que no está cobrando sus comisiones habituales.

«No paramos en todo el día»

Ivan es uno de sus 'riders' en Kiev. Al principio pedaleó como voluntario. «Me había apuntado a las fuerzas territoriales, pero me dijeron que no necesitaban a más gente, así que busqué una forma de ayudar a quienes lo necesitan. En casa teníamos problemas para conseguir comida, así que pensé que no seríamos los únicos», explica. Y vaya si tenía razón. «No paramos. La empresa acortó la jornada de diez de la mañana a seis de la tarde para ajustarse al toque de queda y nos pidió que no trabajásemos cuando hubiese ataques, pero al final todos nos hemos acostumbrado a las alarmas antiaéreas y, poco a poco, hemos podido trabajar más horas», comenta con una sonrisa pícara.

Actualmente, el toque de queda en Kiev se alarga desde las once de la noche hasta las cinco de la mañana, un horario mucho más adecuado para la hostelería, que comienza a levantar la persiana y que agradece la existencia de las 'apps' de envío a domicilio. Para Ivan, Glovo también se ha convertido en una bienvenida fuente de ingresos desde que dejó de trabajar como voluntario. «Las tarifas se han triplicado o cuadriplicado, y se pagan en solo uno o dos días. Con lo que gano vive toda mi familia, porque mis padres se han quedado en el paro», cuenta. Antes era él quien vivía de ellos.

Recaudación de fondos

«Gracias a una campaña de 'crowdfunding' compré el chaleco antibalas», dice un combatiente civil

A O. A. sí que le aceptaron en las fuerzas territoriales cuando se registró para combatir a los rusos. No obstante, sus superiores le advirtieron de que no contaría con el equipo de protección más adecuado. «Así que inicié una campaña de 'crowdfunding' en internet», cuenta este veinteañero, informático, que prefiere mantenerse en el anonimato. «En pocas horas, la gente había donado más dinero del que me hacía falta para el chaleco antibalas», recuerda. Otros siguieron sus pasos con el mismo éxito.

Innumerables campañas en el ciberespacio han recaudado fondos «cuantiosos» para las Fuerzas Armadas ucranianas, aunque el Ministerio de Defensa no detalla cómo de generosos han sido. «La diáspora está siendo muy activa y los recursos son muy bienvenidos. Incluso están llegando muchas donaciones con criptomonedas», comenta el joven combatiente, que ya ha regresado a su casa en Kiev y ha donado su chaleco para que quien le releve lo haga con cierta garantía de seguridad.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios