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Carlos López considera que Putin añora los todopoderosos imperios zaristas del siglo XIX. r. c.
«La capacidad rusa para resistir ante las sanciones dependerá del apoyo de China»
Carlos López Gómez, profesor de Relaciones Internacionales

«La capacidad rusa para resistir ante las sanciones dependerá del apoyo de China»

El profesor de Relaciones Internacionales detecta en Putin una obsesión por recuperar la influencia y el poder perdidos tras la disolución de la URSS

anje ribera

Sábado, 26 de febrero 2022, 23:11

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La historia la analizan los historiadores y las relaciones internaciones las interpretan quienes, desde la distancia necesaria, las observan cada día desde atalayas académicas. Estas condiciones las reúne en una sola persona Carlos López Gómez. Este profesor de la Universidad de Nebrija, poseedor de una visión periférica de nuestro planeta, analiza la guerra de Ucrania.

La escruta con claves del pasado y del presente, con análisis psicológicos y con visión de futuro que le permite determinar que al final todo dependerá de un hombre enigmático como Vladímir Putin, al que solo desde China pueden contener en su intento de recuperar el imperio de los viajes zares que no conoció pero siempre añoró.

–¿En Ucrania nos encontramos con un episodio bélico impensable en este periodo histórico?

–No se esperaba que se produjera el ataque. Parecía que todo era una plan, una amenaza y que habría una negociación, pero las cuestiones que tienen que ver con la guerra son imprevisibles. Y mucho más si hablamos de un país en el que las decisiones las toma una persona, en este caso Vladímir Putin, sin ningún tipo de contramedida efectiva legal.

–¿Qué puede haber en la mente de Putin?

–Ha planteado una serie de justificaciones en ocasiones contradictorias. Por un lado está su temor a que Ucrania llegue a un alineamiento más profundo con el mundo occidental tras la entrada en la UE o la OTAN, cosas que no se han llegado a plantear nunca realmente. Por otro lado, está la situación de las repúblicas autoproclamadas del este de Ucrania, en cuyo defensor se ha erigido. Pero en el fondo, probablemente, hay una motivación encaminada a que Rusia recupere influencia y poder perdidos como consecuencia de la disolución de la URSS. Últimamente Putin está obsesionado por la historia, por lo que fue el régimen soviético y quiere revertir el derecho de autodeterminación que se dio a las exrepúblicas soviéticas.

–¿Una obsesión patológica?

–Algunos testimonios de políticos y diplomáticos occidentales que han tenido trato personal con Putin detectan un cambio sensible en su personalidad durante los dos últimos años, un cierto aislamiento de la realidad, una obsesión por episodios de la historia, con su propio papel histórico. No son los ingredientes más recomendables para una persona con su responsabilidad como dirigente de una potencia nuclear.

–¿La diplomacia se ha visto superada una vez más?

–No sé si se ha visto superada o sencillamente no se contaba con ella. Ha habido esfuerzos muy grandes, sobre todo por parte del presidente francés, Emmanuel Macron. No sabemos hasta qué punto esto tuvo algún punto de factibilidad para poder detener los planes de Rusia. Me inclino a pensar que la invasión estaba decidida de antemano y que la diplomacia nunca hubiera fructificado.

–Tras la política de hechos consumados, Putin se abre a volver a negociar de nuevo.

–En algún momento se tiene que negociar sea cual sea la situación. Llegar a algún modo de entendimiento, por lo menos para poner fin a las hostilidades. Una solución verdadera del contencioso va a ser muy complicada y probablemente nos dirigimos a un estancamiento al estilo de los territorios ocupados al norte de Georgia.

Estatuto de neutralidad

–Zelenski ofrece un estatuto de neutralidad.

–La idea de la neutralidad puede dar satisfacción a las exigencias rusas si son relativamente moderadas, porque lo que le preocupa supuestamente es la expansión de la OTAN. ¿Sería realmente la solución? No lo sé porque lo que parece en ocasiones es que el objetivo es la restauración de un poder imperial.

–Biden sostiene que las ansias de expansión de Putin no van a parar en Ucrania.

–En alguna ocasión líderes europeos o el propio Josep Borrell han dicho que Europa en su conjunto está amenazada. No sé si en los planes de Putin puede estar una escalada que pueda amenazar a países que ya son miembros de la UE y la OTAN. Es más difícil de imaginar e incluso inconcebible que Putin tenga en mente escenarios de confrontación militar con países de la OTAN y en último término un conflagración nuclear.

–¿El siguiente objetivo es Moldavia?

–En Moldavia también hay una franja territorial, en este caso Transnistria, que opera de forma independiente protegida por Rusia, pero que no cuenta con respaldo internacional. Sobre Moldavia no constan movimientos para admitirla ni en la UE ni en la OTAN para que ello suponga una amenaza para Rusia, pero también es verdad que entrando en la dialéctica imperialista puede ser el siguiente paso.

–¿Las sanciones constituyen el único camino para intentar que Rusia se vuelva atrás?

–La incidencia de las sanciones dependerá de hasta dónde se profundice con ellas. Quedan todavía algunas medidas que también se pueden aplicar como impedir las transacciones financieras rusas a través de la suspensión del código SWIFT. Rusia puede sobrevivir pese a ellas gracias a un incremento de sus relaciones económicas con China, pero, ¿qué actitud puede adoptar Pekín? No está forzada a nada que pudiera poner en peligro su política exportadora hacia el mundo occidental.

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