

Secciones
Servicios
Destacamos
G. Elorriaga
Jueves, 6 de abril 2023, 10:32
La española María Ruiz visitó Somaliland el pasado mes de diciembre. Aunque no es un país reconocido por la Unión Europea, su gobierno hace gala ... de buenas relaciones con Bruselas, que ha favorecido tradicionalmente sus intentos de establecer un régimen democrático. Su primera impresión de Hargeisa, de 1,2 millones de habitantes, evidencia las contradicciones de este país. «Es una ciudad con edificios a medio hacer, basura por todas partes y carreteras sin asfaltar, todo parece muy básico, de otro tiempo, propio de una sociedad medieval».
Las cabras, según su recuerdo, invaden el centro urbano. «Entre el 65 y 90% de la población vive de la ganadería trashumante», señala y apunta que los animales llevan escrito en el lomo el número de teléfono de su dueño. «Para que, si se extravían, quien los encuentre pueda llamar al propietario». Ahora bien, la modernidad también ha llegado. «Las transacciones se hacen con móvil y existe un importante centro de innovación tecnológica, el HarHub».
La impresión de absoluta seguridad resulta sorprendente en un territorio de Somalia. «Es una ciudad tranquila», asegura, aunque reconoce que los extranjeros deben asumir el coste de una escolta militar cuando abandonan la capital. Viajar por el interior es complicado porque hay muy pocas vías de comunicación, lo que obliga a realizar grandes trayectos. «Los nativos depositan en los arcenes carbón vegetal, fabricado por ellos mismos, para que los viajeros se aprovisionen y dejen el pago bajo una piedra», indica. «La verdad es que sorprende la bondad de la gente».
Berbera es un nudo de comunicaciones indispensable para acceder a cualquier parte. «Este puerto resulta esencial para el aprovisionamiento regional de fertilizantes y grano y ha experimentado el efecto de la guerra de Ucrania». Los precios se han incrementado entre un 30 y un 100% en uno de los Estados más pobres del mundo.
La religión, el clan y la familia han sido los anclajes en Somaliland, pero cinco años de sequías han perjudicado sus ancestrales modos de vida. «La situación se ha complicado porque los animales, exhaustos, ya no se reproducen», lamenta. «La población ha agotado su capacidad de resiliencia».
¿Ya estás registrado/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.