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Xi Jinping, presidente de China REUTERS
Los talibanes también hacen amigos

Los talibanes también hacen amigos

China estrecha lazos para ocupar el vacío que deja Estados Unidos, mientras que Pakistán, Rusia o Irán pueden ayudar a mantener el nuevo régimen

zigor aldama

Bilbao

Lunes, 16 de agosto 2021, 14:42

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«China no tiene un feudo en Afganistán. Ni la arrogancia de transformarla. No importa quién esté en el poder, estamos preparados para ser amigos de Afganistán». Así de claro se expresaba Hu Xijin, editor jefe del diario oficialista chino Global Times y vocero del Partido Comunista, en una serie de tuits que avanzan lo que su diario apostilla en un artículo: los objetivos de China tras la salida de Estados Unidos son lograr la estabilidad que requiere su región de Xinjiang, sacudida por los atentados de elementos secesionistas de la minoría uigur, y hacer negocios.

«China puede participar en la reconstrucción del país tras la guerra e impulsar los proyectos de 'la franja y la ruta' -el ambicioso proyecto para vertebrar el mundo al gusto del presidente chino- cuando se restablezcan la seguridad y la estabilidad», resalta el diario, que descarta cualquier participación militar china y que en ningún momento hace mención a las violaciones de los Derechos Humanos, salvo cuando se refiere a una crisis de refugiados de la que culpabiliza a Washington, «que es la que ha provocado este caos». Es más, un experto chino mencionado en el artículo subraya que en el avance de los islamistas «no se han visto masacres ni abuso de mujeres, ni se han proporcionado pruebas de las acusaciones que se hacen contra los talibán».

Conscientes de que la reconquista era inminente e inevitable, los dirigentes chinos dieron un paso al frente a finales del mes pasado e invitaron a sus homólogos talibán a unas conversaciones para estrechar lazos en Tianjin. A pesar de los lógicos recelos, la buena sintonía fue evidente. A Pekín lo que le preocupa es que los islamistas ofrezcan ayuda a los terroristas uigures, y los talibán ya han prometido que no será así. De hecho, su portavoz, Suhail Shaheen, afirmó en declaraciones al diario South China Morning Post que garantizarán la seguridad de las inversiones y de los trabajadores chinos. «Hemos estado muchas veces en China y tenemos buena relación con los chinos», afirmó Shaheen.

Afganistán puede así sumarse al eje que China dibuja en la región con Pakistán, el país de Oriente Medio en el que más intereses y proyectos tiene. Además, la segunda potencia mundial necesita recursos naturales y Afganistán es un gran productor de minerales tan relevantes como el cobalto o el litio, imprescindibles para su ambicioso desarrollo tecnológico, dependiente de todo tipo de metales y minerales. Sin duda, la marcha de Estados Unidos abre un nuevo mercado a quienes estén dispuestos a colaborar con los talibán, y, aunque aún no los ha reconocido oficialmente, China siempre resalta que su política es la de no interferir en los asuntos de terceros países. «China respeta los deseos y las decisiones del pueblo afgano», ha afirmado la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Hua Chunying, que del nuevo régimen espera que transite hacia «un gobierno islámico abierto e inclusivo».

En cualquier caso, China no es la única potencia que puede marcar la diferencia en Afganistán. Buen indicio de quienes pueden ser los países que incrementarán su influencia en el país es el de los que han decidido no evacuar sus embajadas. Rusia, por ejemplo, se ha encogido de hombros y continúa operando con normalidad. No en vano, Moscú, cuyos representantes se reunirán mañana con los talibán, puede encontrar puntos de encuentro con China y crear un frente común que solo contaría con la resistencia de India, cada vez en una posición más débil.

Buena muestra de ello son los ejercicios militares conjuntos que realizaron soldados chinos y rusos la semana pasada para mejorar la integración de sus mandos y de sus servicios de inteligencia. A las dos potencias les interesa evitar que el negocio del opio afgano les afecte y que los grupos terroristas islámicos que les atacan -el ETIM uigur en China y los chechenos en Rusia- encuentren santuario ni base de entrenamiento gracias a los talibán, o debido a su falta de control de algunas zonas del territorio que pueden caer en otras manos.

Curiosamente, el primer día del Emirato Islámico de Afganistán coincide con el 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Pekín y otro miembro del antiguo 'eje del mal', Irán. «Nuestras relaciones y amistad han ido fortaleciéndose, al igual que la confianza mutua y la cooperación», le ha dicho el presidente Xi Jinping a su homólogo iraní, Ebrahim Raisi, en una amistosa misiva que pone la guinda a un aparente fin de época en la región. Estados Unidos se bate en retirada con sus aliados, China toma el relevo con los suyos. Y aprovecha para carcajearse. «Los internautas chinos bromean diciendo que el traspaso de poder en Afganistán es más ordenado que en Estados Unidos», ha destacado Hu Xijin.

Implicaciones en el Pacífico

Además de para hacer humor con el fracaso estadounidense, el régimen chino está utilizando la retirada de Afganistán para lanzar un mensaje de advertencia a su provincia rebelde, Taiwán. Porque el clima de Guerra Fría y las veladas amenazas de una invasión china de la isla han impulsado el apoyo de Washington hacia la antigua Formosa, pero la prensa china incide en que los taiwaneses harían bien en recelar de la capacidad de protección que le puede proporcionar la superpotencia americana, a pesar del compromiso adquirido para defenderla.

«No os fieis mucho de Estados Unidos, mirad a Afganistán hoy», escribe en la red social china Weibo el diario Strait Herald. Global Times se pregunta si «Afganistán es una guía y el tratamiento a Taiwán sería diferente», a lo que responde con elocuencia: «Le espera el abandono de una imperialista Estados Unidos. Porque es natural para un jugador marcharse y contener las pérdidas cuando su apuesta pierde».

China Affairs añade que los internautas taiwaneses ya están convencidos de que «Estados Unidos abandonaría a Taiwán a la primera de cambio si estalla una guerra en el Estrecho». Y, al otro lado del mismo, Taiwan News destaca que «algunos conservadores están sugiriendo que la marcha de Estados Unidos de Afganistán puede envalentonar a China en sus planes para conquistar Taiwán». De lo que no hay duda es de que Pekín es hoy un poco más poderosa que ayer.

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