Sanae Takaichi, la motera fanática del heavy que dirige Japón
La primera mujer en gobernar el país nipón, de origen humilde, conservadora con vínculos ultra, se ha casado dos veces con el mismo hombre y adora a Margaret Thatcher
Jaime Santirso
Enviado especial. Tokio
Miércoles, 22 de octubre 2025, 06:32
Compareció jovial Sanae Takaichi en rueda de prensa, con la sonrisa desprendida de quien acaba de hacer historia. Resulta comprensible el regocijo de quien posee, ... desde el martes, un lugar 'in perpetuum' en los anales por ser aquello que ninguna japonesa había sido antes: primera ministra. Un hito conquistado por una mujer a quien padecer las discriminaciones del conservadurismo hizo, he aquí la ironía, aún más conservadora.
Takaichi nació en Nara en 1961, hija de un empleado de una empresa automotriz y una agente de Policía, y pronto descubrió los límites impuestos a la feminidad. Su excelente desempeño académico le abrió las puertas de las prestigiosas universidades de Keio y Waseda, pero sus padres se negaron a que estudiara fuera de casa o en un centro privado, pues los recursos familiares –con la escasez por descargo– estaban destinados a la educación de su hermano.
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Así, según narran sus memorias, la joven Takaichi acabó matriculada en la Universidad de Kobe y realizando un trayecto de seis horas para acudir a clase. Quizá por ello tiene unas aficiones que en una muchacha nipona claman rebelión: es baterista aficionada, idolatra el heavy-metal de Judas Priest o Iron Maiden y ama las motos de alta cilindrada como su Kawasaki Z400.
Los obstáculos no hicieron sino fortalecer su ímpetu. Veía la televisión un día cualquiera de 1987 cuando en su pantalla apareció Patricia Schroeder, que por aquel entonces meditaba concurrir a las primarias del Partido Demócrata en EE UU, y dos semanas después se mudaba a Washington para trabajar en la oficina de la congresista, vivencia que recogió en un libro. Al cabo de dos años regresó a Japón, y como experta en política estadounidense se abrió camino en la televisión, no ya como espectadora sino como participante.
Discípula de Abe
No tardaría en participar aún más. En 1993 logró un escaño en la Cámara de Representantes como independiente, y en 1996 se incorporó al Partido Liberal Democrático (PLD) previo paso por los Liberales absorbidos por el Partido de la Nueva Frontera. Tampoco tardó en experimentar frustración ante un mundo plagado de vetos. «Las cosas se deciden entre hombres en cenas nocturnas y clubes con mujeres», escribiría, mostrando un desencanto ante el que se refugiaría en la biografía de Margaret Thatcher, cuyos pasajes todavía hoy cita con devoción. Viste frecuentemente de azul en homenaje a la 'dama de hierro' británica.
Sin embargo, sería un hombre quien apadrinaría su ascenso: nada menos que Shinzo Abe, el gran estadista del Japón de posguerra. Durante sus mandatos Takaichi desempeñó un papel esencial en el gabinete, liderando hasta seis ministerios. Y, por fin, la ofensiva definitiva.
Takaichi se presentó a las primarias de 2021, en las que quedó tercera por detrás de Taro Kono y el vencedor, Fumio Kishida, pero obtuvo el Ministerio de Seguridad Económica (2022-2024) y, aún más importante, el apoyo de Abe, que la convirtió en heredera oficial. Esta condición se elevó a legitimidad inamovible tras su asesinato en julio de 2022.
En las elecciones de 2024 perdió por poco contra Shigeru Ishiba, la némesis de su maestro. El fracaso de este idealista y el auge populista exigían una vuelta a las esencias, y ahí estaba Takaichi, que nunca se había rendido. Las primarias del pasado mes de octubre lo certificaron: había llegado el momento de esta amante del heavy, no sin cierto suspense a causa de la fragmentación parlamentaria, disipado de una vez por todas con su investidura.
Conservadora y tradicional
Takaichi es conservadora. Se opuso a un proyecto de ley para que las esposas pudieran conservar su apellido de solteras al casarse en lugar de tomar el de su marido, aduciendo que dañaría los valores familiares tradicionales. Ha visitado en reiteradas ocasiones Yasukuni, el polémico templo que honra, entre muchos otros soldados japoneses, a varios criminales de guerra. Está empeñada en limitar la independencia de los medios de comunicación. Se ha fotografiado en actitud amistosa con el líder de un partido neonazi y es miembro de la asociación de extrema derecha Nippon Kaigi. Toda una serie de antecedentes que invitan a anteponer el prefijo «ultra» a su ideología y nacionalismo.
Tampoco su vida personal entiende de convenciones. Se ha casado dos veces con el mismo hombre, un compañero de partido de quien se divorció en 2017 alegando diferencias políticas y con quien volvió a contraer matrimonio en 2021 a condición, eso sí, de que en esta ocasión él adoptara el apellido de ella y no al revés. Taku Takaichi, antes Yamamoto, que el año pasado sufrió un ictus que paralizó la mitad derecha de su cuerpo, es hoy el primer «primer caballero» de Japón.
Ahora bien, ortodoxias aparte, Takaichi ha mostrado en campaña electoral una sorprendente flexibilidad. Lo cierto es que a quien hace historia le espera la historia. Por eso, la semana que viene debutará recibiendo la visita de Estado de Donald Trump y después pondrá rumbo a Gyeongju para saludar, entre otros, a Xi Jinping en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
No obstante, el mayor reto le aguarda fronteras adentro en forma de inflación. Takaichi lo sabe, de ahí que el Nikkei 225 recibiera este lunes el anuncio de la coalición con la séptima mayor subida jamás registrada por el índice. «Hay muchas cuestiones urgentes que debemos tratar. La economía puede que sea lo más importante», apuntaba en rueda de prensa, descartando la posibilidad de disolver la Cámara y adelantando la preparación de un paquete de estímulos. Todo ello sin perder la sonrisa.
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