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El presidente iraní, Hassan Rouhani, visita una planta nuclear. REUTERS
Irán clama venganza contra Israel tras el ataque contra su planta nuclear

Irán clama venganza contra Israel tras el ataque contra su planta nuclear

Lo que las autoridades del país asiático calificaron en un principio como «accidente eléctrico», pronto fue elevado a «sabotaje» y después pasó a «acto de terrorismo nuclear»

Mikel Ayestaran

Jerusalén

Lunes, 12 de abril 2021, 09:34

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El ministro de Exteriores de Irán, Javad Zarif, acusó directamente a Israel de la explosión ocurrida en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, en el centro del país, y aseguró que «nos vengaremos». El jefe de la diplomacia de la república islámica, uno de los arquitectos del acuerdo nuclear firmado en 2015, declaró a la televisión nacional que «los sionistas quieren vengarse de los progresos que estamos logrando en el camino para lograr que se levanten las sanciones, algo que ya han dicho públicamente que no piensan permitir que ocurra».

Lo que Irán calificó en un principio como «accidente eléctrico», pronto fue elevado a «sabotaje» y después pasó a «acto de terrorismo nuclear», en palabras del responsable nuclear, Ali Akbar Salehi. Ahora Zarif acusa oficialmente a Israel y enmarca la acción en los intentos del Estado judío de sabotear el diálogo nuclear reabierto en Viena hace una semana para intentar recuperar el acuerdo atómico que rompió Donald Trump. Este movimiento del gobierno de Hasán Rohani no gusta a los sectores más radicales del régimen que desconfían de Washington y apuestan por no volver a la senda del pacto.

24 horas después de lo que los medios israelíes consideran un «ataque informático del Mossad», el portavoz de Exteriores iraní, Saeed Khatibzadeh, detalló que «todas las centrifugadoras apagadas son del tipo IR-1 y serán reemplazadas por máquinas más modernas. Nuestra venganza contra Israel llegará a su debido tiempo». La república islámica no detalló los motivos exactos del apagón en una central que es el epicentro de su programa atómico, pero dos fuentes de inteligencia, una israelí y otra estadounidense, consultadas por The New York Times aseguraron que se produjo debido a «una fuerte explosión que destruyo del todo el sistema interno de energía, que es independiente y está bien protegido porque es el que alimenta las centrifugadoras que enriquecen uranio». Los dos agentes de inteligencia hablaron de una «operación israelí clasificada» y dijeron que este apagón puede causar un retraso de nueve meses en el programa iraní.

La operación de los servicios israelíes coincide con la visita a Tel Aviv del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, y se produjo 24 horas después de que la república islámica pusiera en marcha en esta planta centrifugadoras de última generación para enriquecer uranio a mayor velocidad. Se trata de los modelos IR-6 e IR-5 que, según la información ofrecida por los iraníes, no habrían resultado dañados por el ataque.

En el punto de mira

Israel no suele confirmar, ni desmentir sus operaciones en Irán, pero en esta ocasión la prensa nacional informó desde los primeros instantes de forma unánime de que lo sucedido en Natanz era un ciberataque y no un simple problema eléctrico. El programa atómico está en el punto de mira israelí y en Natanz ya se produjo otra explosión en julio tras la que Gabi Ashkenazi, ministro de Exteriores, declaró que «no se puede permitir a Irán dotarse de capacidad nuclear» y por ello «llevamos a cabo acciones de las que es mejor no hablar». Una fuente de un servicio de inteligencia de Oriente Medio consultada por The New York Times confirmó que esta se produjo a causa de la colocación por parte de Israel de «una bomba poderosa».

A las explosiones hay que sumar los asesinatos de científicos y Mohsen Fakhrizadeh es el último nombre de una larga lista en la que también se encuentran Majid Shariari, Masoud Alí Mohamadi, Ardeshir Hosseinpour y Mostafa Ahmadi Roshan. El Estado judío desconfía de las intenciones de su enemigo y considera que su objetivo último es dotarse del arma nuclear, extremo que los iraníes siempre niegan.

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