Trump envía su mejor portaaviones al Caribe tras hundir otra narcolancha
El décimo ataque deja seis muertos y el despliegue del grupo de ataque del USS Gerald Ford eleva la tensión en Latinoamérica
Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Viernes, 24 de octubre 2025, 15:26
El décimo ataque ilegal de EE UU contra lanchas de presuntos narcotraficantes en Latinoamérica se conoció este viernes, como los anteriores, a través de las ... redes sociales y con un vídeo granulado en blanco y negro, que muestra una lancha con una diana, seguida de una humeante explosión. Según el secretario de Guerra, Pete Hegseth, que esta vez se llevó la gloria de anunciarlo, en ese ataque fallecieron seis «narcoterroristas».
Con ello serían ya 43 personas en menos de dos meses las que han sido sumariamente ejecutadas por EE UU en aguas internacionales del Caribe, cerca de Venezuela, o el Pacífico colombiano, aunque el Pentágono nunca ha proporcionado las coordenadas de esos ataques, ni la identidad de los pasajeros asesinados. Se sabe, sin embargo, que uno de los fallecidos el 15 de septiembre era un pescador colombiano, Alejandro Carranza, según denunció el presidente Gustavo Petro durante su intervención ante la 80 Asamblea General de la ONU.
La pista más clara sobre la identidad de los presuntos «narcoterroristas» la encarnan los dos supervivientes del ataque de la semana pasada, que fueron entregados malheridos a sus respectivos países de origen «para ser juzgados», dijo el Pentágono. Se trataba del colombiano de 34 años Jeison Obando Pérez y el ecuatoriano Andrés Fernando Tufiño, de 41 años. Ambos han sido liberados tras ser dados de alta en los centros médicos donde han sido atendidos, porque no tenían causas pendientes ni se les conocían nexos con el narcotráfico. EE UU tampoco aportó pruebas que permitieran su enjuiciamiento.
Su liberación sirve para validar los argumentos a favor y en contra de estos ataques que, según los expertos, violan la legalidad internacional, pero que el Gobierno de EE UU apoya en la designación de terroristas que ha dado a los carteles de la droga. La trayectoria de Washington en asesinatos sumarios contra los terroristas de Al-Qaeda y el Estado Islámico, que valieron a Barack Obama el sobrenombre de «comandante en jefe de los drones», avala la estrategia de Donald Trump. «Los carteles son el Estado Islámico del hemisferio occidental», declaró el jueves el presidente, al exhibir datos que, según él, avalan la campaña militar que lleva a cabo.
Según él, la epidemia de sobredosis de fentanilo se ha cobrado 330.000 vidas en los últimos cinco años, dijo citando datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades Epidemiológicas (CDC, por sus siglas en inglés). En realidad, el CDC habla de 310.000 fallecidos por sobredosis de opiáceos hasta final del año pasado, lo que no se limita al fentanilo, sino que incluye fármacos recetados como la morfina, oxicodona e hidrocodona, además de la heroína, metadona y otros opioides sintéticos.
Exhibición de fuerza
Horas después de que se anunciase este último ataque, el Pentágono subió varios nudos la tensión al ordenar el despliegue del grupo de ataque del portaaviones USS Gerald Ford al área de responsabilidad del Comando Sur, con base en Florida, que incluye América Latina y el Caribe. Se trata de uno de los más modernos y poderosos de la Marina estadounidense, en lo que constituye una demostración de fuerza.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, reaccionó a los últimos ataques estadounidenses contra presuntas narcolanchas en el Caribe con un discurso que oscilaba entre la advertencia y el llamado a la calma. «Yes peace, peace forever. No crazy war, please», dijo en inglés durante un acto sindical, al tiempo que denunciaba las operaciones como una «agresión política y militar» contra su país. El líder chavista, que ha puesto en alerta a su nación por una posible invasión terrestre aseguró que no busca la confrontación, pero advirtió que cualquier incursión sería considerada un ataque a la soberanía. Tras sus palabras, ordenó ejercicios militares en las costas y barrios populares y desplegó a la milicia bolivariana en «máxima preparación» para proteger infraestructuras civiles.
Aunque su discurso estuvo cargado de retórica bélica, Maduro intentó presentarse como defensor de la paz. Sostuvo que Venezuela «no caerá en provocaciones» y que su prioridad es «defender la paz con dignidad», pero acusó a Washington de usar la lucha antidroga como excusa para promover un cambio de régimen. En un momento de tensión creciente con la Casa Blanca, el mandatario combina la imagen del pacificador con la del líder dispuesto a resistir, resumida en su frase televisada: «Paz con soberanía, sin rendición.»
El Senado estadounidense votará la semana que viene una ley con escasas posibilidades de prosperar que obligaría al presidente a buscar aprobación del Congreso antes de una posible intervención en Venezuela, para la que Trump dice no necesitar autorización, al justificarla en el marco de la lucha contra el terrorismo.
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