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El registrador nacional del Estado Civil, Alexander Vega. efe
Colombia evita el ridículo, pero alborota las sospechas sobre su democracia

Colombia evita el ridículo, pero alborota las sospechas sobre su democracia

La derecha, que había sufrido una debacle electoral, puso el grito en el cielo a través de las voces de dos ex presidentes, Andrés Pastrana, y Álvaro Uribe

DAGOBERTO ESCORCIA

Miércoles, 23 de marzo 2022, 14:58

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A muy poco estuvo la principal autoridad electoral en Colombia, el registrador, Alexander Vega, de colocar a esta nación en el primer lugar de los países considerados bananeros. Presionado por altas autoridades del Estado y por la derecha, Vega pretendía hacer un recuento de los 17 millones de votos emitidos el pasado 13 de marzo en unos comicios que elegían representantes en el Senado y Congreso, además de tres consultas de coaliciones de partidos para designar sus candidatos a las elecciones presidenciales del próximo 29 de mayo.

El escándalo comenzó en pleno proceso de pre conteo de los votos del 13 de marzo. Gustavo Petro, líder izquierdista y principal favorito para gobernar el país en los próximos cuatro años representando la coalición Pacto Histórico, advirtió que en 29.000 mesas electorales no había obtenido un solo voto, algo que según los estadísticos resulta por lo menos raro. Petro había obtenido una victoria holgada e histórica, pero fiel a su estilo de denunciar cuanta irregularidad descubre, dejó caer su extrañeza en las redes sociales. Al realizar el escrutinio, la coalición del Pacto Histórico acabó sumando tres escaños más y pasó de 16 a 19 representantes en el Senado. Tenía razón.

La derecha, que había sufrido una debacle electoral, puso el grito en el cielo a través de las voces de dos ex presidentes, Andrés Pastrana, y Álvaro Uribe, el hombre que tuvo el poder entre 2002 y 2010, y que supuestamente ha dirigido desde la sombra los hilos del gobierno de Iván Duque, actual presidente. Ambos quisieron dar la vuelta a la denuncia de Petro y regaron la semilla del fraude electoral de forma lastimosa.

Uribe escribió: «Estas elecciones dejan toda la desconfianza. A las inconsistencias se suma la abrumadora votación del petrismo en zonas de narcotráfico. No se puede aceptar este resultado». Sin ninguna prueba lanzó su dardo envenenado contra Petro. El Gobierno de Duque y el propio registrador no hicieron oídos sordos al comentario e inmediatamente propusieron un recuento de los votos.

El país se puso en alerta. Lo que se estaba gestando nunca se había visto. Abrir esa caja de Pandora podía tener consecuencias lamentables. Muchos políticos coincidieron en declarar que un recuento de votos, sin jueces ni testigos y sin custodia de los mismos, «era una trampa a la democracia». Otras voces fueron más lejos y afirmaron que el reconteo de los votos significaba una medida que abría la puerta al mayor robo de la historia de este país.

Uribe, al mismo tiempo, continuó su ataque en las redes contra Petro: «Doctor Petro, gánese las elecciones, no pretenda robárselas». Petro respondió de inmediato: «El ladrón juzga por su condición».

Por suerte, la Comisión Nacional de Garantías Electorales, decidió el martes tirar atrás la idea del recuento después que 14 de los colectivos políticos rechazaran la medida, y mostraran su total respaldo al escrutinio que, si por algo se había visto afectado había sido por fallos en el diseño de las papeletas de votación y en la mala transmisión de los datos.

Alexander Vega, la principal autoridad electoral, no tuvo más remedio que desistir en su idea de volver a contar los votos. Dijo que no se sentía derrotado. Todo lo contrario: «Me siento ganador de que la mayoría de los partidos no hayan aceptado mi solicitud, porque el punto de honor es el consenso. Y si esa solicitud fue para generarlo es satisfactorio para el proceso electoral».

Lo que no podrá evitar Vega es que su credibilidad y responsabilidad al frente del proceso electoral se vean seriamente afectadas. En pleno escándalo de la propuesta del recuento de votos saltó a la opinión pública que el padre del registrador tuvo una condena por la compra de votos en 2013. Es Colombia, el país donde hay millones de personas que utilizan la frase: «Yo no me fío ni de mi sombra». En este país hace mucho tiempo que se instaló la sospecha, de ahí que lo que ha pasado durante esta semana sonroje a muchos pero no sorprenda a nadie.

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