Las mafias ahondan en su 'narcogolpe' de Estado a Ecuador con un nuevo asesinato político

Al magnicidio de hace unos días del candidato a la presidencia, Fernando Villavicencio, candidato del partido Movimiento Construye y que había denunciado haber sufrido numerosas amenazas por parte de la mafia, siguió el lunes el asesinato de otro dirigente político. Se trata de Pedro Briones, de la formación Revolución Ciudadana, precisamente un hombre fiel al expresidente Rafael Correa -actualmente en el exilio-, a quien se acusa de estar detrás de la muerte de Villavicencio. El periodista señaló repetidamente a Correa como el causante de todos los males que habían enfermado al pueblo ecuatoriano.

Como si fuera un ajuste de cuentas, apenas cinco días después, un hombre fiel a las ideas del correísmo fue asesinado de un par de tiros en la localidad de Esmeraldas, una ciudad portuaria donde la mafia del narcotráfico impone su poder. Dos sicarios a bordo de una moto le dispararon cuando regresaba a su casa y luego huyeron.

Esmeraldas es un lugar peligroso. En estas elecciones extraordinarias, la primera víctima mortal fue Rider Sánchez, candidato de la coalición Actuemos a la Asamblea Nacional por la circunscripción de esa ciudad. Recibió varios disparos mientras viajaba a bordo de su coche. El exfutbolista de la selección ecuatoriana Frickson Erazo también sufrió la violencia de las bandas a principios de año, cuando se presentó para ocupar la Alcaldía del municipio. Su casa registró dos atentados con explosivos y su vehículo acabó envuelto en llamas.

El país vive en un ambiente de miedo. Y los candidatos a gobernar la nación saben que la situación es altamente peligrosa. Existe una ola de temor y violencia. El final de la campaña electoral se anuncia blindado. Ecuador ha vivido pasivamente cómo en los últimos años el narcotráfico ha ganado mando en las regiones menos controladas por la Policía. Y la sensación imperante es que las mafias intentan dar un 'narcogolpe' definitivo al Estado; imponer su poder sobre cualquier aspirante a mandar en el país antes de que las urnas se abran este domingo y evitar así cualquier intención del nuevo Ejecutivo de poner en marcha planes de mejora de la seguridad. Todo aquel que combata o pretenda acabar con su negocio está sentenciado a morir.

Para las elecciones, y después del asesinato de Villavicencio, quedan siete candidatos oficiales, aunque está previsto que hoy mismo la comisión electoral certifique a Christian Zurita al frente de la plancha de Movimiento Construye, como sustituto del periodista fallecido. Jan Topic, desde su partido denominado Por un país sin miedo, sigue pregonando su lucha contra los cárteles de la droga, que desde la cárcel continúan dominando la delincuencia del país latinoamericano. En este momento, Ecuador cuenta con una población de 31.189 presos. Es una cifra inferior a la de 2020, cuando se contabilizaron 38.146 reos, pero el poder de las mafias no ha sido reducido.

El último ejemplo lo ofrecieron el lunes los cientos de reclusos que se amotinaron en la prisión donde estaba alojado 'Fito', el líder de Los Choneros que amenazó la vida del candidato asesinado. El preso ha sido trasladado a otro penal de máxima seguridad, entre otros motivos, para intentar cortar sus conexiones con el exterior. Aparte de los microcárteles locales, una decena de bandas que normalmente arregla sus diferencias a balazos en plena calle o con bombas, en el país operan las grandes mafias albanesas e italianas, que controlan parte del negocio de la cocaína y su salida por mar hacia Estados Unidos y Europa.

Con 18 millones de habitantes, Ecuador ha tenido gobiernos de todo tipo y también es verdad que ha sobrevivido a crisis financieras, protestas masivas y hasta un secuestro presidencial. Pero nunca había tenido que vivir en un estado de emergencia, ni tampoco había tenido que suspender algunas libertades civiles para intentar controlar la alta delincuencia que vive el país. Desde el asesinato de Villavicencio, Lasso ha aplicado el régimen de excepción y miles de militares y policías patrullan las calles de las principales ciudades y revisan vehículos e inmuebles en busca de pandilleros y armas.