Se aleja la esperanza de un Sáhara Occidental independiente
Medio siglo después de la chapucera descolonización española, la soberanía marroquí gana adeptos por el mundo. Trump es su principal valedor
Hoy hace cincuenta años que Marruecos culminó la ocupación del Sáhara Occidental con su 'Marcha Verde', en la que participaron hasta 350.000 ciudadanos marroquíes. ... Y el próximo viernes se cumplirá medio siglo desde que se firmó el Acuerdo Tripartito de Madrid, por el que España cedió ilegalmente la administración -que no la soberanía- de su provincia número 53 al reino alauí y a Mauritania en una chapucera descolonización que Naciones Unidas ha criticado en numerosas ocasiones y que aún no se logra cerrar por completo. De hecho, aunque aquel texto recogía que «será respetada la opinión de la población saharaui», su anhelo de crear un Estado que emane de un referéndum aún no se ha materializado.
Y cada vez está más lejos de hacerlo, porque Rabat está fortaleciendo su postura con un creciente apoyo internacional que cuenta con el espaldarazo de Donald Trump. Al final de su primer mandato, el presidente de Estados Unidos reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental en un acuerdo que normalizaba las relaciones entre el país magrebí e Israel, y su Ejecutivo no ha modificado su postura tras el regreso a la Casa Blanca del magnate, que desea ahondar en los Acuerdos de Abraham destinados a «estabilizar la región».
46 países
reconocen a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
No en vano, el enviado especial norteamericano para los países árabes, Massad Boulos, afirmó hace unos días que la soberanía de Marruecos «es irreversible». Y esa opinión se extiende. Hasta 84 países llegaron a reconocer la República Democrática Árabe Saharaui, pero 38 de ellos han retirado o 'congelado' ese reconocimiento, y la mayoría de los que siguen apoyando este Estado utópico son países africanos de poca entidad o han heredado la relación de turbulentos momentos previos, como Camboya, que reconoció la soberanía del Sáhara Occidental durante el régimen del dictador comunista Pol Pot. Yugoslavia hizo lo propio, pero los países resultantes de su partición revocaron el reconocimiento en un movimiento cada vez más habitual.
Hasta el presidente Emmanuel Macron afirmó el año pasado que «para Francia, la autonomía bajo soberanía marroquí es el marco en el cual debe de ser resuelta esa cuestión». España -la potencia colonial- no ha llegado tan lejos, pero en 2022 Pedro Sánchez se manifestó en líneas no muy diferentes en una polémica carta remitida a Mohamed VI, en la que consideraba la propuesta de la autonomía como «la base más creíble, aceptable y realista» para resolver el conflicto.
Ahora, incluso el Consejo de Seguridad de la ONU sostiene esta postura. El pasado día 31, en contra de resoluciones previas en las que se señala que el futuro del Sáhara Occidental solo se puede decidir mediante un proceso de autodeterminación, el organismo aprobó la renovación por un año del mandato de la misión de mantenimiento de la paz de la Minurso -establecida originalmente para supervisar el alto el fuego e implementar la votación de autodeterminación- con un texto del que, por primera vez en tres décadas, desaparece cualquier alusión a un referéndum. Además, se señala que «la auténtica autonomía bajo la soberanía marroquí constituye una solución sumamente factible». Por eso, el Consejo concluye que la propuesta de Rabat debe ser el punto de partida para «lograr una solución justa, duradera y mutuamente aceptable», y conmina a abrir en ese marco «una negociación sin condiciones previas».
China y Rusia, que tienen poder de veto y antes defendían la autodeterminación de la región, se abstuvieron. Solo Argelia se opuso ausentándose de la votación. Su delegado, Amar Bendjama, citó al presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, para justificar la negativa: «Los pueblos no deben ser entregados de una soberanía a otra mediante una conferencia internacional o un acuerdo entre rivales y antagonistas. Deben respetarse las aspiraciones nacionales. Los pueblos solo pueden ser dominados y gobernados con su propio consentimiento. La autodeterminación no es una mera frase, es un principio de acción imperativo». Bendjama criticó que la resolución desdeña los cincuenta años de lucha del Frente Polisario por la autodeterminación.
«Mejor resistir que ser marroquíes»
Y eso es lo que denuncian sus líderes desde los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia, donde actualmente residen unas 173.000 personas que cada día tienen menos esperanza en la posibilidad de crear un hogar independiente. Son generaciones de personas que nacen abocadas a vivir como apátridas. En un comunicado, el Polisario afirma que es «la voz y el único representante legítimo del pueblo saharaui» y reivindica su derecho inalienable a la libre determinación e independencia y a defender sus derechos y soberanía por todos los medios legítimos. «Las posturas unilaterales solo agravarán el conflicto y pondrán en peligro la paz, la seguridad y la estabilidad en toda la región», advierte.
El jefe del Gobierno del Polisario, Buchraya Hamudi Beyoun, afirmó en declaraciones a RTVE que no tiene ninguna intención de negociar un plan que «legitime la ocupación del Sáhara Occidental», incidió en que la resolución del Consejo exige que el resultado de cualquier negociación debe ser respetado por ambas partes, y advirtió de que, si se les lleva a la tesitura más extrema, tienen clara su decisión: «Entre ser marroquíes o resistir, resistiremos». Eso sí, también reconoció que «vencer a Marruecos militarmente es difícil».
Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid sostiene que esta situación «pone en evidencia que la cuestión del Sáhara Occidental ha sido el pagano de un orden internacional gripado, donde hay normas -el derecho a la descolonización- pero donde impera la realpolitik». Además, en un artículo publicado por el Centro de Estudios Árabes Contemporáneos, ve un patrón que con Trump se repite en otros lugares. «La novedad de imponer ahora la autonomía marroquí como base para las negociaciones es una muestra de las prácticas trumpistas en boga, como se hizo en Gaza, colocando un hecho consumado sin ninguna consideración basada en el Derecho Internacional. Además, genera contradicciones evidentes, pues pretende conciliar autonomismo de anexión con autodeterminación. Y somete a un chantaje a los demás miembros del Consejo de Seguridad: o se acepta la fórmula o no se renueva la Misión y decae el Plan de Arreglo de 1991. Marruecos, bajo el ala de Washington, sólo puede alegrarse», apostilla.
Como recalca Amnistía Internacional, la situación del Sáhara Occidental es curiosa desde la perspectiva de la legalidad internacional. «Por un lado, el Sáhara Occidental sigue en el listado de territorios dependientes no autónomos, pero no tiene, según la propia ONU, una potencia administradora», ya que España se retiró oficialmente el 26 de febrero de 1976 y considera desde entonces que no tiene responsabilidad alguna de lo que allí sucede. Está en uno de esos limbos eternos que, poco a poco, se van decantando hacia la postura del más fuerte.
Mohamed VI ha tendido la mano a su archienemigo argelino, el presidente Abdelmadjid Tebboune, para abrir «un diálogo fraternal y sincero». Y Steve Witkoff, la mano derecha de Trump en la resolución de los conflictos más enquistados, como Ucrania o Gaza, informó en una entrevista que su equipo trabaja con contrapartes marroquíes y argelinas y aseguró confiado que la paz llegará antes de fin de año. Los saharauis, sin embargo, temen que en esas negociaciones de paz que les atañen no sean tenidos en cuenta.
Fosfatos y caladeros de pesca en una tierra estratégica para Rabat
El Sáhara Occidental puede parecer un desierto yermo. Pero bajo la superficie de arena, que también es un material codiciado en el sector de la construcción, esconde importantes materias primas. Las más relevantes son los fosfatos, ya que la región cuenta con el yacimiento a cielo abierto más grande del mundo y una capacidad de producción de 2,4 millones de toneladas al año. Además, también es una tierra rica en petróleo, y cuenta con importantes caladeros de pesca, algunos de los mejores del Océano Atlántico, frente a sus costas. El Tribunal de Justicia de la UE sentenció en 2016 que Marruecos no es soberano en ese territorio y que, por ello, los acuerdos de pesca no son aplicables allí.
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