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Viaje a los 50 con la perra chona

Una perra bardina llamada Chona desenterró una cabeza humana en mayo de 1955, en el barrio de Almatriche de la capital grancanaria. Nunca se supo a quién pertenecía ni se descubrió al asesino. Este suceso es el punto de partida de un montaje de dimensiones mayúsculas, que desembarca en el teatro Cuyás y en las calles adyacentes, entre el 19 y el 22 de junio.

Lunes, 26 de mayo 2014, 13:13

Teatro casi de vodevil y de grandes dimensiones en el interior del Cuyás, teatro con los espectadores sintiendo el aliento de los intérpretes a escasos metros, teatro en unas calles y espacios urbanos que revivirán la vida de los años 50 del pasado siglo, y actuaciones en directo de Los Gofiones y de la Banda Municipal de la capital grancanaria, son los principales ingredientes del cóctel escénico y musical que propone El crimen de la perra Chona.

«Un espectáculo global de una magnitud desconocida aquí», avanza su director, Mario Vega, que se estrenará en el próximo 19 de junio en el teatro Cuyás de la capital grancanaria. Los espectadores que acudan a este montaje, que se representará también los días 20, 21 y 22 de junio, tendrán una participación activa. Sin ir más lejos, recorrerán las calles adyacentes al recinto de Viera y Clavijo para disfrutar de sus diferentes escenas. Además, los responsables de la producción les invitan a ir vestidos como en los años 50. «En la página web del espectáculo habilitaremos una guía de cómo vestirse, con lo que se tiene en el armario y sin gastarse un euro», explica entre risas Mario Vega.

El espectáculo parte de un suceso real que conmocionó a Gran Canaria y a buena parte del territorio nacional en 1955. El hallazgo de una cabeza humana, por parte de una perra llamada Chona, en un descampado del barrio de Almatriche. Nunca se supo a quién pertenecía ni quién o quiénes fueron los autores del supuesto asesinato. Un material perfecto para dos novelistas como Antonio Lozano y Alexis Ravelo, habituales de la novela negra.

«El que no se resolviera el caso nos permitió disparar nuestra imaginación. Una excusa ideal para hablar sobre cómo fue la postguerra española y en concreto la canaria. En la obra aparece la represión, el estraperlo, el machismo, los cambuyoneros, los afines al Movimiento», explica Ravelo. Antonio Lozano añade que la obra se acerca a aquella realidad «desde la perspectiva actual», lo que permite ver «qué ha cambiado y qué no ha variado» medio siglo después.

Durante las tres horas de duración de El crimen de la perra Chona, este tándem de dramaturgos combina hechos y personajes reales con otros fruto de su imaginación. Incluso, los primeros aparecen con otros nombres y en situaciones inventadas. Siempre bajo una premisa que los responsables del proyecto establecieron durante una comida hace más de dos años: «No podía ser teatro convencional».

Una escritura a cuatro manos que resultó más sencilla de lo que parece. «Antonio y yo nos sincronizamos muy bien. Planificamos antes de ponernos a escribir. Teníamos largos debates telefónicos y después nos reuníamos para cerrar las escenas. Nos repartíamos las mismas y a los personajes. En cada una, el peso lo lleva un personaje en concreto», explica Ravelo.

La productora Unahoramenos ha sido la encargada de encajar después las piezas de «este monstruo». A media que avanzan los ensayos y se perfilan todos los detalles del montaje, las piezas del puzle encajan. «Hay que hacer encajes de bolillos para adaptar el material literario que está sobre el papel al espacio escénico. Una de las claves es que se trata de dos espectáculos en uno. Por un lado está el que se desarrolla en el interior del Cuyás, que tiende hacia el gran formato musical. Por otro lado está el microteatro, el más alternativo, donde el público y el espectador se pueden tocar», asegura el director del montaje.

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