Una excéntrica en la novela negra
Marta Sanz acaba de ganar el Premio Herralde de Novela con Farándula y aún lo está celebrando. La escritora, que no se siente una autora del «género negro», afirma que escribe sobre temas que le preocupan, como la concepción actual del «éxito», el cambio de la cultura por el entretenimiento o el buenrollismo del que se disfraza el neoliberalismo.
Hasta hace nada la tendencia en España era que las mujeres ganaran premios comerciales organizados por editoriales independientes, pero era más raro que se le concedieran galardones institucionales, como a Concha Jerez o Carmen Riera. «Esa tendencia se va corrigiendo con el curso de la historia, hay cierta normalización del papel de las mujeres. Pero no podemos dormirnos en los laureles. Debemos ser conscientes de que hay mucho camino que recorrer», asegura la flamante ganadora del premio Herralde de Novela 2015, Marta Sanz.
A su juicio, las escritoras de la década de los 90 «cometimos la ingenuidad» de pensar que había condiciones de igualdad, pero luego «te encontrabas con un trato condescendiente», señala la autora, que apunta también a la crítica especializada.
En la actualidad parece que se ha superado cierta barrera. Máxime en un coto cerrado como la novela negra. Farándula se enmarca en este género pero Sanz no se siente «una novelista del gremio de la novela negra.
La novela negra es un género muy codificado de grupos cerrados. Soy una novelista que utilizó las claves del género para escribir dos novelas [Black, black, black y Un buen detective no se casa jamás, ambas publicadas por Anagrama]. Pero me siento como una excéntrica dentro de ese mundo».
Sanz explica que los temas sobre los que escribe se relacionan con «las cosas» que le «duelen», las que le suscitan «preguntas, incertidumbres. Observo la realidad que me rodea y, cuando escribo una novela, trato de visibilizar o dar una explicación a las cosas que me resultan incómodas, las que me inquietan, y lo quiero compartir con el lector. Son cosas que quiero comunicar».
En Farándula la escritora eligió «el teatro y, concretamente, el mundo de los actores porque expresa las contradicciones del mundo en general. Es la fabrica de sueños, el espacio de la fantasía, el glamour... Y, al tiempo, esos mismos actores pertenecen a un oficio en el que casi el 90% está en paro. Me parece que ese esplendor y esa precariedad son una buena metáfora de una sociedad hueca y llena de contradicciones».
La autora denuncia también en su novela el actual estado de la cultura, «absolutamente desprestigiada», y aunque no es «una investigadora» parte de la realidad que la rodea para que, «a partir de ahí, surja el oficio de escritor construyendo ficciones» aunque ponga «nombre», añade, a «las preocupaciones comunes». Para ella, explica, «es legítimo entretenerse con una novela, pero rechaza que el entretenimiento «acapare todas las posibles formas de literatura».