Una década sin el genio de Pedro Lezcano
Hoy, 10 de septiembre, se cumplen diez años de la muerte de Pedro Lezcano Montalbo (Madrid, 1920-Las Palmas de Gran Canaria, 2002), uno de los intelectuales más relevantes del pasado siglo XX en el Archipiélago, con una obra poética de referencia.
V.S.A.
Lunes, 10 de septiembre 2012, 13:02
Yo soy Pedro y ya no soy./ Ahora soy otra vez Pedro/ y ya no lo soy por ser/el Pedro del otro verso». Este extracto de Romance del tiempo (1950) sirve para recordar la figura de Pedro Lezcano Montalbo, poeta, narrador, ilustrador, micólogo, político, senderista, actor, consumado ajedrecista y buceador, uno de los intelectuales y creadores de mayor relevancia del Archipiélago durante el pasado siglo XX.
«Ya tengo la maleta,/una maleta grande, de madera:/la que mi abuelo se llevó a La Habana,/mi padre a Venezuela./ La tengo preparada: cuatro fotos,/ una escudilla blanca, una batea,/un libro de Galdós y una camisa/casi nueva». Así arranca el poema La maleta, uno de mayor calado popular dentro de su amplia producción.
Teresa Cancio León, en su libro Pedro Lezcano y su obra (Ediciones del Cabildo de Gran Canaria), distingue dos etapas en su análisis de su creación poética. Por un lado, «el primer Pedro Lezcano», que arranca con sus poemas en la revista estudiantil Spes, nacida en el instituto Pérez Galdós de la capital grancanaria y que tenía como coordinador a Joaquín Artiles. Dentro de esta etapa primigenia, Cancio León sitúa Cinco poemas (1944), Poesía (1945), su celebrado Romancero canario (1946), así como los «representativos poemas» titulados Playa y Biografía.
Esta catedrática de Lengua y Literatura Castellana considera que sus creaciones poéticas posteriores Muriendo dos a dos (1947), Antología cercada (1947), Romance del tiempo (1950), Consejo de paz (1965), y Romances (1977) ejemplifican una «poesía reflexiva sobre el mundo y los hombres». Muy a su pesar, Consejo de paz tuvo una enorme relevancia, ya que su publicación le llevó a ser juzgado en un consejo de guerra por parte de las autoridades franquistas.
Junto a su inseparable hermano Ricardo, Pedro Lezcano se convirtió en un dinamizador de la cultura y la literatura insular gracias a su trabajo como impresor. En la calle Malteses, primero, y después en Tomás Morales, estuvo al frente de una imprenta que tuvo en el tipógrafo José Vega a otro de sus pilares.
Aquel reducto literario fue también un foco intelectual y político, ya que sus reducidas instalaciones acogieron múltiples encuentros entre destacados miembros de la sociedad isleña de la época, incluidos los dos hermanos Lezcano y figuras como Manolo y Agustín Millares, Ventura Doreste, Miró Mainou, Luis Benítez Inglott y Felo Monzón, entre otros.
Desde que era un adolescente, Pedro Lezcano demostró su pasión por el teatro. Ya en 1945 logró el premio del Ateneo de Madrid por su obra Desconfianza, aunque por distintos motivos nunca fue escenificada. En 1956 se fundó el Teatro Insular de Cámara, que tuvo como primer director a Luis Benítez Ynglott, que poco después cedió el testigo a los hermanos Ricardo y Pedro Lezcano. Navidades en la casa Bayard, de Thorton Wilder, fue, el 9 de mayo de 1956, la primera obra estrenada por esta compañía grancanaria.
Entre 1991 y 1995, Pedro Lezcano fue presidente del Cabildo de Gran Canaria, momento de mayor relevancia de su paso por la política y tramo de su vida del que se retiró muy desencantado, tal y como dijo públicamente en los últimos años de su vida.