Una de excusas y pasiones

En algunos momentos de mi vida pienso que debería haberme dedicado a otra cosa, a la confección de piezas de macramé, por ejemplo. Algo que no implique cables, luces, teclas, ni conexiones a Internet. Porque esto es un sin vivir. La semana pasada lo tenía muy claro. No iba a comprar el nuevo iPad 2, porque lo que había visto sobre él, no me compensaba el cambio. Tengo el anterior y me va muy bien, así que no sentía la necesidad de comprarme el nuevo. Pero ayer llegó a las tiendas españolas y algo ha pasado. Debe ser una especie de fiebre tecnológica que nos da a los que nos dedicamos al ramo y que afecta directamente a nuestras neuronas. El caso es que llevo desde ayer preguntándome que «total, ¿por qué no?». Siendo sincera, no me hace falta. No soluciona ningún problema que requiera de su compra irremediablemente. La única excusa que me pongo a mí misma es que trabajo en este campo y tengo que estar a la última. Pero no engaño a nadie. Yo creo que mis allegados tienen asumido que no voy a parar hasta que la tenga y si alguno lo duda, será porque saben que Apple no es santo de mi devoción. Hablo con unos y con otros, entro en foros, me debato, busco argumentos. Todo para autoconvencerme de que no es necesaria. Pero ¡es tan bonita!

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