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Canarias7
Martes, 8 de noviembre 2011, 16:00
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Los piojos afectan a entre un 5 y un 15 por ciento de los niños en edad escolar. Por ello, el Colegio de Farmacéuticos de Las Palmas, a través de la Vocalía Nacional de Dermofarmacia, y respaldado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos en colaboración con OTC Antipiojos, ha iniciado una campaña para prevenir y tratar la pediculosis.
Según Dolores Almeida, vocal de Dermofarmacia de esta institución y coordinadora de la campaña en Las Palmas, “es una cifra muy elevada teniendo en cuenta el volumen de productos que se dispensan”.
Para esta farmacéutica la explicación es que “primero porque se utilizan mal los pediculicidas (se utilizan como un champú normal de tratamiento anticaspa), porque no se previene y, también, porque cuando se produce el brote, no se informa al colegio”.
Almeida ha recalcado que “hay muchos mitos e ideas erróneas sobre los piojos pero lo fundamental es prevenir su aparición con revisiones periódicas y exhaustivas a los niños y, en caso de haberlos contraído, aplicar el tratamiento más adecuado”.
No obstante, añade Almeida, “hay que conocer al enemigo, ya que mucha gente actúa sin saber exactamente qué es un piojo, por qué aparece y cómo hay que combatirlo con eficacia, por esa razón los farmacéuticos estamos desarrollando esta campaña”.
En la provincia de Las Palmas, en niños de 4 a 10 años, el grupo de riesgo mayor, la incidencia es del 15 % de escolares; de 7 a 10 es del 10%. Si seguimos con las madres, el 27% de las madres, sufre de piojos (una de cada cuatro).
La ofensiva antipiojos de los farmacéuticos es de ámbito nacional y lleva el lema “¿Piojos? Prevenir es evitarlos”. Se trata de conseguir que “la población tenga conocimiento de sus características y por eso se distribuirán más de un millón de dípticos informativos con las principales medidas para prevenir posibles contagios”, detalla Dolores Almeida. Además, los farmacéuticos “queremos incidir en una mejor utilización de los diferentes productos disponibles frente a la pediculosis”.
Mitos y errores
A pesar de que se relaciona la presencia de estos organismos microscópicos con la falta de higiene esta afirmación es incorrecta. No obstante, afecta a todo tipo de personas, pero tiene mayor incidencia entre los escolares.
Hay que decir que “casi todos los niños tienen piojos al menos una vez en la vida, pero normalmente es en su paso por la escuela cuando los contraen, concretamente en la franja de 3 a 12 años”, dice la vocal de Dermofarmacia del Colegio de Farmacéuticos de Las Palmas.
Sin embargo los adultos tampoco están a salvo: “el continuo contacto con un niño infectado por piojos puede acabar con el adulto rascándose también la cabeza”, aclara Almeida.
Los piojos, además de molestos por el picor que producen, son maestros del camuflaje y detectarlos a simple vista entraña dificultades.
“Por ello se recomienda no bajar la guardia y, en lugar de cruzar los dedos y confiar en la suerte mientras no llegue una circular del colegio que alerte de la presencia de estos parásitos en el aula, adoptar una serie de precauciones y, sobre todo, saber cuáles son las mejores medidas en caso de infestación”, especifica Dolores Almeida.
Identificar al enemigo
Los mitos y las falsas creencias sobre los piojos abundan. Quizá la más extendida sea la que asocia su aparición con la falta de limpieza y los malos hábitos higiénicos. Para Almeida, “esta situación es la que explica que en muchas familias la aparición de piojos sea todavía un tabú, y que, en consecuencia, los contagios se oculten y no se comuniquen escuela por pura vergüenza”.
Lo primero en una batalla es identificar al enemigo, conocerle a fondo, así como sus fortalezas y debilidades. Hay tres clases de piojos, y cada una afecta exclusivamente a una parte del cuerpo humano.
Dos de ellos (el piojo del pubis o ladilla, y el del cuerpo) sí están asociados a la suciedad, al hacinamiento y a la falta de higiene. Pero, en cambio, no puede decirse lo mismo del piojo de la cabeza, el más común y el que ataca a los escolares, ya que aparece por transmisión y contagio.
En ningún caso, los piojos de la cabeza se alojan en la zona perineal o los del cuerpo en la cabeza.
Otra leyenda es que transmiten enfermedades través de sus picaduras. Falso: los piojos de la cabeza son muy molestos, pero nada peligrosos, ya que el único problema de salud que pueden originar es el de sobreinfecciones de las costras y heridas producidas por el intenso picor que producen en quien los sufre.
Sin embargo, hay indicios científicos de que los piojos del cuerpo han sido, a lo largo de los siglos, trasmisores de enfermedades graves, como la fiebre "de las trincheras" o el tifus.
El verdadero problema de los piojos de la cabeza es la facilidad con la que se reproducen y se extienden.
El parásito adulto, cuyo tamaño es el de una semilla de sésamo, tiene una especie de garra en forma de gancho con la que se ancla al pelo, y se alimenta de la sangre de su huésped cada 3 ó 6 horas, lo que causa prurito o picor a la persona y le obliga a rascarse.
Los piojos pueden vivir en el cabello un mes y en ese tiempo son capaces de poner unos 110 huevos, de los que el 60% llegará a adulto
Evitar contagios
La hembra fija los huevos, o liendres, a 1 ó 2 milímetros del cuero cabelludo (gusta del calor corporal que emana esta zona) con una sustancia viscosa que actúa de pegamento y de este modo impide que las liendres se puedan despegar manualmente.
La presencia de estas liendres es el primer signo de alarma: el niño está infectado. Transcurridos 10 días de la puesta, el huevo eclosiona y, si no se pone remedio para frenarlo, se inicia de nuevo el proceso de reproducción.
Aunque se piense a veces lo contrario, los piojos no se transmiten por animales domésticos, agua, arena o hierbas, ni tampoco pueden saltar, ni volar, ni desplazarse por superficies distintas de la del cuero cabelludo.
Por su fisiología sólo están capacitados para agarrarse al cabello, de ahí que únicamente se pueden contagiar por contacto directo de cabeza a cabeza o por el intercambio de cepillos, gorros, coleteros, diademas y otros objetos que hayan tenido contacto directo con el cabello, como auriculares, bufandas o gafas de sol.
En este último caso, sólo si este intercambio se hace de forma inmediata, ya que los piojos sobreviven fuera de la cabeza durante poco tiempo, menos de 24 horas. Los que puedan caer en cuello, ropa de cama o alfombras, como no entran en contacto directo con su huésped (recordemos que no se pueden desplazar salvo por la cabeza humana) se encuentran débiles y dañados y apenas generan peligro de contagio.
Medidas preventivas
“Los síntomas de que nuestro hijo tiene pediculosis, nombre científico del contagio de estos parásitos, son el picor persistente y el rascado intenso, si bien cuando se tienen por primera vez el prurito puede aparecer bien tarde”, explica Dolores Almeida. Por eso, para prevenir el contagio de los piojos conviene adelantarse, y ante la sospecha de que el niño pueda estar en contacto con un compañero que ya los tenga se debe revisar concienzudamente su cabeza. “Y no basta con hacerlo una sola vez o de forma puntual, es necesario vigilarla día a día con paciencia, una lendrera y un paño blanco”, dice Dolores Almeida.
Los farmacéuticos recomiendan una serie de medidas para evitar el contagio de piojos; tales como "evitar el intercambio de cepillos, peines, bufandas, gorras y toallas", según la vocal de Dermofarmacia. Además, "es conveniente limpiar los peines utilizados para el tratamiento debajo del grifo con agua caliente o bien sumergiéndolos en agua hirviendo; o bien lavar la ropa de cama, gorros y bufandas en un programa de 60ºC, ya que las liendres mueren a temperaturas superiores a los 50ºC".
Añadido a estas acciones, es necesario "usar peines de púas estrechas" para la detección y retirada de liendres y piojos. "Para una correcta eliminación de los piojos, el tratamiento que se aplique debe realizarse preferiblemente sobre el pelo seco, ya que el agua puede diluir la concentración del principio activo y dificultar su eficacia", recuerda Dolores Almeida.
La lendrera, peine de púas específico para piojos, es lo más eficaz para la revisión y, en su caso, para retirar los piojos adultos y las crías, si las hubiera. Es fundamental que el espacio entre las púas no supere los 0,2 mm y son preferibles las lendreras con púas de metal, por su mayor rigidez. Conviene pasar la lendrera con el cabello húmedo y suave (usemos un acondicionador en el lavado) y en un lugar bien iluminado.
El paño o papel se coloca en los hombros del niño o sobre el regazo de quien le está revisando la cabeza, mejor si es blanco porque contrasta mucho con el tono oscuro de los piojos y, una vez caídos del cabello, se verán con más facilidad.
Hay que pasar la lendrera desde la raíz a las puntas, prestando especial atención a las zonas que rodean la nuca y la parte posterior de las orejas, lugares preferidos por los piojos porque la temperatura es más alta y constante y porque el pelo sufre menos roturas.
Después de cada revisión, conviene sacudir enérgicamente el peine por si algún piojo se ha quedado entre las púas y pasar la lendrera por el grifo para eliminar los posibles restos.
Lociones y champús
La vigilancia y las revisiones periódicas son la clave, porque es la mejor forma de saber si el niño o niña tiene piojos o no. Una vez seguros de que los parásitos han tomado la cabeza del niño debemos informar de ello en el colegio para que avisen al resto de padres.
Este sí es el momento de aplicar pediculicidas, insecticidas de uso externo que se venden en farmacias en forma de champús, sprays, lociones e incluso colonias y que atacan al piojo y la liendre provocándoles la muerte.
Aplicarlos antes de saber a ciencia cierta si el niño tiene piojos es un error: los insecticidas no deben utilizarse como preventivos porque, además de que ocasionalmente pueden causar efectos secundarios, a la larga los piojos podrían hacerse resistentes a los tratamientos.
La mayoría de los pediculicidas se componen de permetrina, malathión o lindane. Las piretrinas deben ser la primera opción y, entre ellas, los productos que la contienen en una concentración del 1%, la más conveniente porque destruye las liendres y los piojos con muy escasos efectos adversos.
En segundo lugar, se recomienda el uso de malathión. Y en cuanto al formato que mejor garantiza el contacto del producto con el cuero cabelludo del infestado, los mejores son geles y las lociones.
El gel produce un efecto inmovilizante sobre el piojo, que le produce la muerte. Si el tratamiento es con champú, con el agua la concentración del plaguicida disminuye y se elimina con el lavado por lo que hay que repetir la aplicación del champú dos o tres veces en intervalos de tres días para lograr la erradicación de las ninfas- crías del piojo- que puedan ir apareciendo.
La vigilancia y las revisiones periódicas son la clave para saber si el niño o niña tiene piojos
Sin embargo, el champú es lo más adecuado cuando el usuario sufre lesiones del cuero cabelludo. De todos modos, y con independencia del formato elegido, es fundamental aplicar el tratamiento sobre la cabeza seca, ya que la grasa del cabello facilita la fijación del producto.
Los sprays son menos eficaces pues no llegan a impregnar todo el pelo, y los riesgos de intoxicación por vía respiratoria son mayores que en cualquier otra fórmula.
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