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Jueves, 1 de enero 1970
La Casa de la Décima de Tijarafe dispone de un importante patrimonio bibliográfico y documental. «En este fondo, que se nutre fundamentalmente de donaciones particulares, se recogen libros, artículos, objetos, imágenes y documentos sonoros de diversas épocas y autores que servirán a los usuarios para estudiar el punto cubano tal y como se practica en las dos orillas», explicó el concejal de Patrimonio del Consistorio, Marcos Lorenzo. Esta iniciativa cultural nació con tres objetivos fundamentales: ofrecer un lugar de reunión a los verseadores, convertirse en un centro de formación de nuevos poetas mediante cursos y talleres, y fomentar la investigación del punto cubano. «Pretendemos rescatar, conservar y difundir el patrimonio etnográfico palmero en una de sus parcelas más inmateriales como es el canto improvisado», resumió José Martín Cruz, técnico de Patrimonio del Ayuntamiento. En Canarias «no existe ningún proyecto similar que aúne punto de encuentro de poetas y centro de documentación», precisó. Socarronería. El punto cubano es una manifestación cultural que arraigó en Canarias en general, y muy especialmente en La Palma, donde Tijarafe se sitúa a la cabeza de los municipios con mayor tradición y cuna de grandes verseadores. «Aquí siempre se había improvisado pero en forma de romance, hasta que en el cambio del siglo XIX al XX, los jóvenes marcharon masivamente a Cuba y participaron en el proceso de creación del punto cubano en sus viajes de ida y vuelta; fueron los retornados los que cambiaron en Tijarafe la rima asonante del romance por la consonante de la décima espinela», explica Martín Cruz. Pero el fenómeno de la emigración se vivió con similar intensidad en todos los municipios palmeros, por lo que la primacía de Tijarafe en el punto cubano hay que buscarla en «el carácter de los tijaraferos: somos tan desconfiados como socarrones y de respuesta rápida. La décima espinela, con sus pequeños versos octosílabos, era preferentemente adecuada para conversaciones, desafíos o comentarios cotidianos, para hacer bromas, para expresarse, en fin, con frescura», apunta el referido técnico. Posiblemente, agrega, «la fama de Tijarafe se deba a que supo mantener el punto cubano con la misma fuerza cuando se debilitó en otros lugares». BIC. El Ayuntamiento de Tijarafe, en abril del pasado año, presentó una propuesta de incoación de expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) del punto cubano en Canarias. Han mostrado su apoyo a esta iniciativa, hasta el momento, los ayuntamientos de Arico, Garachico, Artenara, Barlovento, El Paso y Puntagorda. El punto cubano es la combinación simultánea de una estrofa poética improvisada (la décima espinela, de diez versos octosílabos y rima consonante) y música de acompañamiento. El laúd establece el tono y el ritmo de la melodía punteando las notas, de ahí que se considere el único instrumento fundamental. Los verseadores se nutren de múltiples fuentes de inspiración, pero en sus composiciones predominan los asuntos trágicos, la nostalgia del emigrante o la socarronería. Cada quince días, en la Casa de la Décima de Tijarafe, sede de la Asociación Cultural de Poetas Gregorio Rodríguez, se da cita una docena de verseadores de Puntallana, Breña Baja, Fuencaliente, Los Llanos de Aridane y, por supuesto, del propio municipio tijarafero. «Para ellos supone un lugar de encuentro estable donde cantar -y echarse una parrandita, por qué no decirlo- al margen del circuito habitual de festivales», comenta Martín Cruz. Valoran «la función educativa que tiene la casa, no sólo por los talleres que se organizan, sino por el mismo hecho de reunirse a cantar y compartir experiencias».
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