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Siete figuras fundamentales

Durante una entrevista con el productor grancanario Andrés Santana resulta imposible que no aparezcan nombres fundamentales del cine español. Por ello, nada mejor que preguntarle directamente qué le sugieren los mismos.

Jueves, 19 de enero 2012, 10:23

Imanol Uribe «Es un director que va siempre más allá. Una especie de John Ford contemporáneo, capaz de ser clásico y a la vez moderno. Se trata también de un gran contador de historias, que saber rodar de una forma magnífica», asegura sobre este cineasta con el que ha estado asociado y con el que ha cosechado los mayores triunfos de su carrera. Enrique González Macho «Fui ayudante suyo de producción cuando yo daba mis primeros pasos en el oficio. Fue de los primeros que nos enseñó a todos a cambiar el cine español. Ha sido siempre un innovador, un adelantado a su tiempo. Ama el cine como pocos. González Macho fue el primero en exhibir en España cine ruso. Por eso, en aquellos años lo llamaban el ruso. Ha sido el distribuidor de casi todas mis películas, en las que ha confiado tanto o más que yo mismo. La última ha sido Blackthorn. Recuerdo que cuando la vio, me dijo: Qué loco estás. ¡Cómo has podido rodar esta película en Bolivia! ¡Claro que la quiero distribuir!», asegura Santana sobre el actual presidente de la Academia de Cine española, vicepresidencia que Andrés Santana ocupó cuando estuvo al frente de la misma Aitana Sánchez Gijón. Montxo Armendariz «Cuenta las historias desde dentro. Todo desde su propio prisma, con un estilo muy perfecto y clásico. Es un tipo muy metódico, que llega al rodaje con todo muy claro. Trabajar con él ha sido una delicia. Sólo hicimos juntos Secretos del corazón, porque sus siguientes películas las ha producido él mismo. Aquella era una historia con la que tanto él como yo nos sentíamos muy identificados». Fernando Fernán Gómez «Fue como un padre para mí. Todo un genio. Un tipo que se sabía todos los trucos del cine, pero que tuvo muy mala suerte en el cine, porque no encontró a los productores adecuados. Él siempre estuvo muy por encima de la mayoría. Trabajé con él bastante y fue una experiencia inolvidable. Recuerdo que cuando ya estábamos terminando Viaje a ninguna parte le dije: La película es muy larga. Me dijo que sí y me preguntó que si yo sabía dónde se podía cortar. Le respondí que no, por supuesto. Y me dijo: yo tampoco, así que se queda como está. Tenía una enorme sabiduría y una memoria de elefante», asegura sobre este mítico actor, escritor y cineasta. Ricardo Franco «Mi amigo del alma. Hicimos juntos El sueño de Tánger, cuyo rodaje fue toda una odisea en la que lo pasé muy mal [en el libro El vuelo de la cometa editado por T&B en el marco del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, de Luis Roca, se describe con detalle los avatares padecidos por Andrés Santana durante aquella experiencia]. El mismo año de Secretos del corazón él lanzó La buena estrella. Coincidíamos en casi todos los festivales y convenimos que el que ganaba algún premio en el transcurso de los mismos, pagaba la cena el día que se anunciaran los mismos. Era un tío maravilloso, con una imaginación realmente portentosa». Antonio Betancor «Una pasada. Teníamos una gran amistad. Hasta que por fin rodamos Mararía pasaron 7 años, en los que el proyecto dio muchas vueltas. Para localizar la película, recuerdo que recorrimos todo Lanzarote, isla que se conocía a la perfección. Él fue el primero en hablarme de Juan Negrín. Cuando el proyecto ya estaba en marcha, murió. Por eso le dedico ese documental que finalmente dirigieron Carlos Álvarez, Imanol Uribe y Sigfrid Monleón, aunque, al final por las prisas, no lo incluimos en los títulos de crédito». Víctor Erice «Haber podido rodar con él ha sido siempre una de mis grandes ilusiones. Lo que le falta a mi carrera. La guinda del pastel. Tuve la suerte de conocerle y de parecerle interesante, lo que dio paso a una buena amistad. Incluso, llegamos a hablar de realizar una película juntos, que se centraba en unos niños que padecían el bombardeo de Guernika y que después eran trasladados a Londres. Pero al final nunca se concretó. Era un proyecto de gran envergadura, pero se quedó en el camino. Claro que si algún día llama a mi puerta para que hagamos una película juntos, no lo dudo ni un segundo», asegura sobre el mítico y esquivo realizador vizcaíno, responsable de las obras maestras El espíritu de la colmena (1973), El Sur (1983) y El sol del membrillo (1992).

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